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peter parker;

advertencia; intento de smut

Un escalofrío recorrió su columna vertebral cuando las gélidas manos de Peter rodearon su cuerpo por debajo de las mantas. Zoe apenas logró contener un golpe a la altura del estómago, quejándose y recriminándole su accionar.

—¡Hace frío, Parker! —exclamó en un susurro, aferrándose aún más al almohadón y tratando de conciliar el sueño.

  El muchacho, lejos de acatar una minúscula orden, volvió a rodear la cintura de su pareja con su frío tacto, imitando sus movimientos anteriores. Nuevamente se ganó un golpe en su zona abdominal, aunque la intensidad del puñetazo y el enfado de la muchacha se hicieron presentes en la habitación.

  Zoe giró su cuerpo, quedando frente al castaño. Por unos segundos, su mente se asemejó a un mar repleto se pensamientos: estaba enojada con él, había quebrantado una promesa; pero al mismo tiempo no podía enfadarse con él, en especial cuando los ojos del joven se agrandaban y demostraban su brillo característico.

Reprimiendo sus crecientes ganas de ahogar el maravilloso rostro de su novio con las almohadas. Sólo posó sus manos en las mejillas contrarias y comenzó a deformar las facciones con diversión, ignorando las advertencias de Parker.

—Para.

  —Prometiste que te apartarías del mundo de los héroes, Pet —murmuró ella, continuando con sus movimientos de manos—. ¿Qué sucedería si la tía May se entera de que en realidad fuiste a Alemania con el señor Stark a participar de un enfrentamiento con el Capitán América?

  —¿Qué sucedería si el señor Stark se entera de que en realidad no asistes a clases de química avanzada y te la pasas armando legos con Spider Man?

  Zoe frunció su ceño, disgustada. Desde que su relación de amistad con Peter Parker se había convertido en una relación amorosa, no se atrevió a confesarle la verdad a su padre adoptivo. Ideaba excusas de cualquier ámbito, planeaba escapes de las instalaciones e incluso, había sobornado a los guardias de seguridad y demás personal para que nadie informara al millonario de su mentira, eso incluía a Rhodey.

  Peter inclinó su cabeza, besando los rosados labios de su compañera de aventuras. Al principio, el roce era delicado y cariñoso, pero a medida que transcurrían los segundos, comenzaba a volver más profundo e íntimo.

  Los labios de Peter se apartaron de los suyos, sólo para continuar descendiendo por el mentón y la extensión de su cuello hasta llegar al comienzo de la prenda superior del pijama de Zoe.

  —Sabes qué te asesinará si llega a enterarse, ¿verdad?

  —Me aprecia.

Zoe estuvo a punto de formular una respuesta, pero rápidamente sus palabras terminaron siendo intercambiadas por suaves gemidos ante las caricias del joven debajo de su blusa. La cual acabó siendo arrojada a un oscuro rincón de la habitación. Esto permitió que Peter se aventurara aún más allá.

—Eres preciosa.

Peter se dedicó unos instantes en recorrer cada centímetro de la piel ajena, dibujando las curvas de sus caderas y recordándole lo hermosa que era y cuan gigantescos eran sus sentimientos por ella.

  Unos instantes más tarde, las prendas que cubrían sus cuerpos habían desaparecido, además de la atmósfera de timidez entre ambos. Aunque Zoe continuaba soltando pequeñas risitas nerviosas a causa de los torpes movimientos del muchacho.

  Un momento significante para su relación y también para ellos. 

   Peter se posicionó encima de su cuerpo, manteniendo la precaución de no aplastarla, de manera exacta para poder obtener mejor acceso y profundizar sus movimientos. Entre gemidos de placer, besos y caricias acabaron con aquel encuentro.

  —Agradece que existe el maquillaje, Parker —murmuró Zoe, mientras observa su reflejo en el cristal del baño.

  —¿Por qué..? ¡Demonios!

  La joven acarició las marcas de su cuello, rememorando lo ocurrido unos minutos atrás. Estuvo a centímetros de unir sus labios con los de Peter, cuando una voz femenina interrumpió en la habitación.

  —¿Qué demonios sucede aquí?