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Thor Odinson;

Sarah corría por los espesos jardines del palacio de Asgard, sentía que detrás se aproximaban los pasos del príncipe Thor con demasiada rapidez. Decidió esconderse detrás de unos arbustos para recuperar el aliento.

—¡Lady Sarah! ¿Dónde se encuentra? —escuchó la voz del rubio resonar entre los cantos de las aves. Luego de eso, provino un suspiro de los labios del príncipe. Por su parte, la muchacha sólo reía por lo bajo— Eres pésima jugando. 

La joven salió de su escondite con una morisqueta plasmada en su rostro. Jamás se le había presentado la oportunidad de ganarle al dios del rayo en ningún juego, en especial aquellos que implicaban esconderse.

De un segundo a otro, se encontraba entre los brazos del muchacho, tratando de mantener su corazón dentro de su pecho a causa de sus latidos.

—Lamento no ser buena para jugar al escondite, señor Vengador —murmuró, haciendo una diminuta reverencia con su cabeza.

—Es una ventaja para mí —argumentó, Thor, depositándole un sonoro beso en la mejilla derecha. Sarah sintió sus piernas flaquear—. ¿Quieres darme el honor de acompañarme a una misión en Midgard? Los demás están ansiosos por conocerte.

...

Las infraestructuras, el lenguaje, las costumbres. Midgard era una maravilla ante los ojos de Sarah, quien no quitaba sus ojos de cualquier anomalía que sucediera delante de su anatomía. Thor sólo se burlaba de su comportamiento, pero aquello no lograba quitarle la sonrisa que adornaba su rostro.

—Quiero uno de esos —señaló a un joven ciclista que recorría las calles se Nueva York—; ¿por qué somos obligadas a usar vestidos cuando ellas utilizan cómodas prendas cómo esta? —su dedo índice apuntó al pantalón de jean con el cual resguardaba sus piernas.

—No lo sé —el príncipe se encogió de hombros, antes de adentrarse a un lujoso edificio—. Son las instalaciones Stark, el hombre del traje robótico del cual te he hablado.

Sarah asintió, movilizando su vista por los humanos que caminaban por las oficinas con enormes pilas de papeles entre sus brazos. Quedó asombrada al presenciar la caja metálica que se había abierto ante ellos.

—Son ascensores.

Guardó la palabra en su mente, al igual que en las situaciones anteriores. No pretendía olvidarse de ninguna.

—¡Hey, Rapunzel! —una voz masculina desconocida se escuchó cuando llegaron al destino—; oh, vienes con visita. ¿Ella es Sarah, tu amor platónico desde niño? —Thor le dedicó una mirada de advertencia al hombre morocho—. Es un placer al fin conocerte, soy Tony Stark...

—¡Cállate, Tony! A nadie le interesa tu absurda presentación —una mujer pelirroja entró a la sala acompañada de un sujeto con un arco y uno de cabellos rubios—. Soy Natasha Romanoff, ellos son Clint Barton —el arquero le guiñó un ojo— y el capitán, Steve Rogers.

Una mueca pensativa asomó en las fracciones del dios, y antes de que si acompañante pudiera emitir palabra alguna, se adelantó:
—¿Y Bruce?

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Yukihiime espero que te agrade 💕✨