loki laufeyson;

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  Releyó las indicaciones del libro: elevar sus manos, moverlas al compás de una antigua canción asgardiana y, según lo detallado en perfecta caligrafía dorada, la especie vegetal cultivada en el jarrón crecería hasta convertirse en un gran árbol. Pero sólo había logrado que un pequeño brote verde asomara, lo cual duró unos segundos y desapareció.

Su capricho era realizar el maldito hechizo, que entre intento e intento ya había desperdiciado gran parte de la luz del sol, perdido los entrenamientos en los jardines y su estómago estaba reclamándole un trozo de alimento.

Para empeorar la situación e irritar a la joven hechicera, las interrupciones durante la mayor parte de su instancia en la biblioteca provocaban que tuviera que comenzar desde el principio: Thor se había aparecido con un problema respecto al manejo de una de sus armas, Lady Shif recriminándole su falta de responsabilidad y algún que otro asgardiano de la guardia repitiéndole el mensaje de Shif.

—Thor, el problema no son las espadas es quien las maneja. Desconozco un hechizo para poder ayudarme, mejor.. —giró su cabeza al percatarse de que la presencia a sus espaldas no era el príncipe rubio, para su sorpresa quien se hallaba a sus espaldas era el príncipe Loki—. ¿Viene a burlarse de mis fallos o a pedir algo, majestad?

—A quejarme de su insolencia por confundirme con mi hermano.

  Aggie negó con un movimiento de cabeza, volviendo a su postura inicial con el fin de realizar de una vez el hechizo e irse a descansar a sus aposentos.

—¿Qué tratas de hacer?

—Terminar de bordar mi vestido, ¿acaso eres ciego?

Una sonrisa victoriosa asomó en sus labios cuando escuchó un resoplido por parte del hombre. Aggie colocó el pesado tomo entre sus piernas, moviendo sus manos al compás de la melodía que resonaba en su mente.

Su concentración acabó desmoronándose al sentir que los brazos de Loki se apoyaban sobre los suyos para guiar los movimientos. Un corriente eléctrica recorrió su columna vertebral cuando la cálida respiración de Loki chocó contra la piel de su nuca.

—Tu mente debe estar en blanco.

—¿Disculpa?

—Al menos trata de ocultar esos pensamientos oscuros —las mejillas de Aggie se tiñeron de un suave color carmesí—. Relaja los músculos y comienza a trazar las figuras con delicadeza

Aggie atacó las órdenes, moviendo sus brazos a medida que Loki le indicaba. Notó que el espécimen vegetal empezaba a crecer centímetro a centímetro, para transformarse en un pequeño arbusto de flores azulinas.

—Tendré una oponente digna dentro del palacio —murmuró Loki, apoyando su cabeza en el hombro de la joven.

—No pienso competir con nadie.

Escuchó las carcajadas del dios, que se ahogaron en casto beso sobre la desnuda piel de su hombro.

—Eso no decía anoche, Lady Aggie.

La joven hechicera giró su anatomía, enfrentando al hombre con una mueca pensativa.

—Yo no recuerdo haber hecho o dicho absolutamente nada anoche. Al contrario, acabé durmiéndome temprano a causa del cansancio —comentó, frunciendo sus rosados labios. Los brazos del dios rodearon su cintura con firmeza— ¿Está usted bien, majestad?

  —Habrá que repetirlo.

Los labios de él se unieron a los suyos en un desesperado beso.

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