Lie to me - Capítulo 18

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|Viva|

La luz brillante frente a mí y el olor a desinfectante, no eran compatibles una con la otra, en la fantasía del más allá. Decidí, por mi propio bien, que estaba en el hospital. El dolor fue otro elemento de la realidad y las voces a mi alrededor, que se acercaron en cuanto gemí al querer incorporarme.

–Cariño, ¿estás bien? –David estaba a mi lado cuando abrí los ojos. Estallé en llanto y me acercó a su pecho para consolarme. En mi desesperación, estar viva era la mejor de las noticias, pero no sabía que podía haber cuando la compasión del accidente se viera superada–. Cálmate. El médico está viniendo.

–¿Los niños? –Mi voz sonó rara y con una mano quise tocar la extraña presión que sentía sobre la nariz.

–En casa, con Noel. Quédate tranquila, todo está bien –Hice un esfuerzo para respirar y pude percibir que tenía un vendaje en rostro. Giré la cabeza con cuidado y vi a Dinah y Robert, juntos, en una esquina de la habitación. Robert me miraba y en cuanto vio mis ojos abiertos, tocó el hombro de Dinah, que se acercó con rapidez.

–¿Cómo estás? –dijo acariciándome con gesto maternal.

–Viva de milagro.

–¿Qué te pasó? Por Dios... cómo... –Esa sería la pregunta de la noche. Mi cabeza todavía era una coctelera dolorosa donde las imágenes se mezclaban entre la realidad y la fantasía, y tenía mucho miedo de poner en palabras cualquier hecho. Dejaría que los demás dieran su versión para ver cuál podía ser mi verdad. Un paso detrás de Dinah, Robert me miraba como si tratara de descubrir la verdad; aunque bien podía ser que quisiera saber cómo se veía mi nariz debajo del vendaje.

–¿Tienes un espejo? –Dinah y Robert hicieron el mismo gesto de fastidio incrédulo por mi banalidad y todos levantamos la vista cuando un médico entró con una carpeta enorme entre sus manos. Encendió una pantalla a la cabecera de la cama y colocó varias placas –suponía– a la luz.

–¿Me permitirían un momento con los señores? –Dinah y Robert salieron de la habitación–. Señora Benson.

–Doctor... –Hizo un momento de silencio mientras hacia un rápido repaso a mis signos vitales. Revisó el suero, mi frente y se inclinó un poco para mirar mi rostro. Sus ojos eran de un azul muy claro.

–¿Cómo se siente?

–¿Necesitaré una rinoplastia? –El médico se rió y David se sumó a su discreta carcajada.

–Lo dudo. Fue un golpe fuerte pero no llegó a romper el hueso. En unos días no se notará que haya tenido un accidente.

–¿Recuerdas algo del accidente? –acotó David con interés, y sentí el sudor frío de lo prohibido deslizarse por mi espalda. Negué con un breve movimiento.

–Bueno, a nivel médico, las placas y el CAT SCAN no muestran ningún tipo de lesión física o vascular. Fue un accidente afortunado.

–¿Puedo ir a casa?

–Preferiría que quedara en observación esta noche. Quizás algo de lo que le sucedió regrese más tarde. No se preocupe.

–Ella suele desconectarse de esa manera –dijo David con suficiencia y apreté los ojos preparándome para lo que seguía. El doctor se mostró interesado en el comentario.

–¿A qué se refiere con "suele desconectarse"?

–Mi mujer suele desmayarse cuando una situación la "supera" –dijo destacando la última palabra con imaginarias comillas en el aire. Ante la cara de sorpresa del médico, reforzó la idea haciendo la mímica de desenchufar un cable con ambas manos. Conocía de memoria su pantomima.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora