Forgive me - Capítulo 32

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|Yo soy el fantasma|

Camila despertó sola y desnuda en esa cama desconocida, pero ubicada en tiempo, lugar y situación. Se volvió a poner la camiseta negra que Lauren le había prestado y su ropa interior, antes de salir a chequear el sueño de su hija. 

El teléfono en su cartera ya no tenía batería. Sabía que debía volver a su vida real aunque la burbuja en la que todavía estaba inmersa fuera irresistible, pero peligrosa como el canto de una sirena. Se le agolpaban en el pecho las sensaciones de esa tarde y las visiones de un futuro al que sabía que no podía aspirar. Estaba a punto de llorar y lamentarse cuando un movimiento tras el ventanal llamó su atención. Avanzó en la oscuridad y buscó el mecanismo para abrir la puerta hacia el exterior.

Afuera, la noche era apacible y oscura, y el cielo negro sembrado de un millón de estrellas. Ni una nube de tormenta. Lauren se sentaba al borde de la piscina que reflejaba el entorno arbolado.

Suspiró resignada, sin saber a donde la conducirían sus pasos y cerró la puerta tras de sí. Lauren miró hacia atrás, tensa, y sus ojos dirigidos a la altura donde podría estar Dalia, para luego levantar su mirada hasta ella. Sonrió y se relajó mientras Camila se acercaba para sentarse a su lado.

El agua estaba helada cuando la tocó con la punta de un pie. La onda reverberó hasta el centro de la piscina y se perdió en su inmensidad. Entre las dos había un paquete de cigarrillos. Lo tomó y apartó al otro lado de su cuerpo, alejándolo de ella.

—Deberías dejar de fumar.

—Solíamos compartir...

—Sí... pero...

—Las cosas cambian, ¿verdad?

—Sí. Las cosas cambian.

—Nosotras también.

—Sí. —Lauren giró a su costado para enfrentarla. Camila se concentró en sus ojos verdes, intensos como el momento, para olvidar que, en la periferia, estaba desnuda.

—Sé mi razón para dejar de fumar.

—Tu vida es la razón para que dejes de hacerlo. —Entonces Lauren torció la boca en esa sonrisa suficiente que era capaz de convertir a una monja en ninfómana y susurró.

—Es lo que acabo de decir.

Se inclinó sobre ella para besarla, pero la detuvo apoyando una mano en la piel de su pecho. El contacto no iba a ayudarla a rechazarla, la sensación era como un incendio que se le metía en la piel como un reguero de pólvora y el hueco bajo su ombligo un depósito de dinamita donde el fuego se dirigía.

—No me vas a perdonar, ¿verdad?

—¿Por qué debería hacerlo?

—¿Porque me amas? —dijo en pregunta retórica más que respuesta y Camila enarcó una ceja—. Sé que la cagué en Los Ángeles y cuando me di cuenta, el ego y la estupidez, por mencionar sólo un par de cosas, me detuvieron para seguirte, para ir a buscarte. No entendí en ese momento el significado de lo que estabas haciendo.

—Yo dejé todo. Mi casa, mis hijos, mi esposo. Mi historia, mi vida...

—Lo sé... Y no puedo contarte la cantidad de noches en vela que pasé repasando una y otra vez mis palabras. Yo creí que estaba haciendo lo mejor, para ti y para mí, para mi futuro, mi carrera... y me olvidé de escuchar a mi alma, mi sangre, a mi corazón, lo que era y lo que tú me devolviste con tu amor.

Camila la miró sin comprender del todo sus palabras.

—Yo...

—Contigo aprendí a ser mujer, a amar desde lo profundo del alma, sin esperar nada a cambio, sabiendo que todo era mío. Pero la verdad es que no era todo, y mi parte egoísta quería eso y más, y el monstruo que creó la fama en mí no aceptaba que no renunciaras a tu vida por mí. Me había convertido en una niña caprichosa, demandante, absoluta. Me creí lo de la reina de Hollywood y la cima del mundo, lo compré como cierto, y lo pagué al precio más caro.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora