Forgive me - Capítulo 33

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|No lo vi venir|

Cuando Lauren entró de nuevo a la sala, Camila ya estaba vestida y Dalia, todavía dormida, lista para partir.

—No te vayas —susurró Lauren, tomándola de la mano, arrastrándola a sus brazos, cerca de su corazón. Ella no se resistió, aun cuando sus palabras se alejaran.

—Laur, no puedo quedarme aquí.

—Por favor...

—No puedo — Lauren la volvió a mirar, sosteniendo su rostro con ambas manos.

—Te protegeré. Te cuidaré... nunca te dejaré. Él no podrá hacerte nada.

—No tienes idea.

—Déjame ser la persona que necesitas. Déjame ser parte de tu vida, de tu familia.

Camila sentía como cada una de sus palabras se colaban por las grietas en su voluntad y se clavaban en su corazón. Eso era lo que quería, lo que necesitaba. Ella en su vida, a su lado, para siempre, pero ¿cómo hacer eso sin destruir lo que tenía? ¿Cómo hacerlo sin temer, a cada paso, en cada momento, que no habría algo o alguien, que pudiera separarlas? Y eso sin contar que no estaba sola. Lauren tenía una idea fantasiosa del significado de una familia, y eso era no tener ni idea. No podía, simplemente no podía. De todas las cosas que era, cobarde era la que mejor la definía... después de adúltera perdida.

—Debo irme.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —dijo la ojiverde interponiéndose en su camino.

Camila miró alrededor como si la respuesta estuviera escondida por ahí, en la oscuridad. Tenía que tomar una decisión, pero ¿tenía que ser ya?

—No lo sé Laur...

—¿No lo vas a dejar? —Camila siguió en su carrera contra el tiempo, tenía un presentimiento horrible clavado en el pecho y sabía que las cosas iban a terminar mal.

—No sé qué voy a hacer todavía.

—Camz...

—Es mi esposo, es el padre de mis hijos, y hasta donde sabe, de mi hija también. Si llego a sobrevivir a la furia de que se entere que tuve un amorío con una actriz mucho menor, que quedé embarazada y que, para coronar el pastel, le adjudiqué la paternidad de una niña que no era suya, por mucho amor que tenga por Dalia... si sobrevivo a ese primer vendaval, lo que dudo salvo que opere un milagro que no merezco... no sé cómo afrontar una relación contigo — Lauren se separó de ella, desconcertada por completo.

—¿Perdón?

Con la niña en brazos, levantó apenas la voz para que pudiera escuchar su diatriba confesional.

—Si tengo que dejarme llevar por la pasión visceral y adictiva que siento por ti, tendríamos que huir de este mundo y estar solas en una isla para no dañar a las personas que amo, porque yo sé cómo soy cuando me convierto en adicta de algo. Pero a esta altura de mi vida, casi 38, cuatro hijos... no puedo darme ese lujo. Y estar contigo es un lujo.

—No puedo vivir sin ti... En verdad no es vida, no puedo seguir así.

—No lo sé, Laur. Necesito una pausa para pensar como compatibilizar mi vida, la cual quiero conservar, con el amor que siento por ti, que es innegable y estará conmigo para siempre, pero debes entender... entenderme. Ahora más que nunca. Si de verdad sientes que Dalia es tu hija, sabes qué debo hacer lo correcto, por ella, por ellos.

—¿La vas a separar de mí? ¿Qué esté lejos de mí es lo correcto? ¿Tan mala soy?

—No, ¡Por Dios! No eres tú... tú eres perfecta, pero estás en otro momento de tu vida. No te lo oculté sólo porque... —el recuerdo de su encuentro en Los Ángeles le quemó por dentro y lo saltó como a un charco de lava—, por lo que pasó... sino también porque un hijo es una responsabilidad que a tu edad y con tu naciente carrera, sería más un estorbo que una alegría. Míralo desde el lado realista.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora