Forgive me - Capítulo 4

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|Volver a ser|

La peluquería del último piso del Mall, de la que Camila era clienta habitual, estaba casi vacía.

Hacía una hora que había abierto y todavía se notaba el movimiento lento de las empleadas, con sus tazas de café y charlas de pasillo. Chequeó la hora en su reloj y suspiró, era temprano para su cita y dudaba que Amaral, la peluquera que la atendía desde siempre, ya hubiera llegado.

Se anunció en la recepción y buscó su lugar habitual en el salón de espera, cerca de la mesa central llena con las últimas revistas de la semana. Durante años utilizó ese espacio y ese tiempo, para ponerse al día con los últimos chismes locales e internacionales, pertenecía a esa generación que adoraba las revistas impresas, aun cuando todo fuera más sencillo de conseguir en Internet. Pero, como muchas cosas en su vida en los últimos años, ese ritual también había cambiado. Dos años, siete meses, tres semanas, un día, recordó con tristeza, como si la estadística pudiera mitigar algo del dolor.

La superficie de la mesa baja de madera, alrededor de la cual se disponían los sillones de la sala de espera, parecía un collage creado por la mejor fanática de la actriz del momento. Un montaje soberbio, obra y gracia de la protagonista, pensó reprimiendo un suspiro, luchando por reemplazar la desolación por el odio.

Ella estaba en todas las portadas. A color o en blanco y negro, nacionales o importadas, todas tenían el mismo rostro. Ese endemoniadamente hermoso rostro que la seguía acosando de día y de noche.

Sentándose en el sillón de la esquina, sola, se regodeó en su propio dolor, resignada a su mala suerte. En verdad las estrellas se habían confabulado para hacerla sentir aún peor.

Miró de reojo mientras revolvía su cartera en busca de la agenda, disimulando ante nadie que espiaba sus deliciosas facciones y sus ojos de ensueño, dejándose envolver por su embrujo. Dos personas más ocuparon el sillón enfrentado a ella. Madre e hija de seguro: la mayor debía tener su edad, la más joven, menor que Danna, ¿15 años, quizás?

La niña no llegó a sentarse cuando ya estaba exclamando el nombre de la actriz, arrojándose literalmente sobre la mesa para llegar a las revistas, acariciando las portadas con devoción.

—¡Gail! ¡Compórtate!

—¡Mira, mamá! ¡Otra entrevista de Lauren!

—¡Cálmate! —La joven ignoró de plano a su madre y comenzó a hojear con desesperación la revista buscando la entrevista principal.

Camila se cruzó de piernas e intentó hundir la cabeza en su bolso, como si buscara el antídoto al veneno que le estaban por inyectar en las venas, pero el destino estaba particularmente ensañado con ella esa mañana y no perdería ocasión de hacer que todo doliera más.

Durante dos años había triunfado el poder de su fuerza de voluntad, el amor a sus hijos y su familia. La sentencia de destierro a la que había condenado a Lauren Jauregui, exiliada de su corazón, se había cumplido, pero parecía que esa mañana la muchachita sentada frente a ella estaba a punto de oficiar de abogado defensor, a punto de presentar la carta ganadora en su nueva apelación, derrotándola esta vez, sometiéndola a una narración detallada en voz alta.

—¡Escucha!: "Volví porque Londres es mi lugar en el mundo".

— Por supuesto, vivir en Los Ángeles debe ser un suplicio —dijo la madre entornando los ojos mientras aceptaba el café que una recepcionista le ofrecía.

— Señora Benson, ¿un café?

— Sí, gracias — ¿No tienes algo más fuerte: vodka... whisky... arsénico? pensó, tragando para aclararse la garganta, tomando la pequeña taza que humeaba con líquido caliente.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora