Set me free - Capítulo 6

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|Otra vez tú|
C

omo todos los días desde hacía tres semanas y cuatro días, Robert se detuvo frente al Hospital Universitario, pero nunca se bajó. Deseó que ese día fuera un día más que amanecía, transcurría y que en algún momento terminaría, como todos los demás. Pero no. El maldito llegaba inexorablemente, año tras año, para recordarle que había nacido, que alguna vez había amado y que su amor había muerto. Y a nadie se le ocurrió el detalle de que su mejor regalo podría haber sido olvidarlo.

No necesitaba una agenda para recordar, con pasmoso detalle, cada uno de los momentos que había vivido con Dinah. Y el día de su cumpleaños, un año atrás, había sido un día muy especial. Apretó los ojos y los puños sobre el volante cuando recordó el tatuaje con su nombre en la piel de Dinah. Recordó su amor y su pasión. Recordó su agonía.

Arrancó el motor del automóvil cuando las imágenes se tornaron desgarradoras.

Había hablado con Ally temprano, Normani había estado a su lado como un ángel guardian y lo invitó a almorzar con ella y Seth, que pasaría a buscarla para después ir al hospital, pero inventó una reunión para escapar de ella, y también de Camila. Le había prometido acercarse con Dalia, pero la despachó.

No sería una buena compañía ese día, y en días como ese disfrutaba de su pasatiempo favorito, tiro al blanco con Camila en el concurso de lastimar a quien bien quieres. Y ella soportaba con estoicismo su deber, tenía que reconocerle eso.

Más de una vez pensó en herirla lo suficiente como para que nunca volviera, meterla en su cama para destrozar su emblemática amistad... matarla, pero no quería dejar sin madre a Dalia, su único cable a tierra. Por la niña, y sus hermanos, tenía que poder soportarla un tiempo más.

Llegó a su departamento y ni siquiera miró alrededor. Entró a la cocina, sacó dos botellas de cerveza y se metió en el baño para prepararse. La rutina del cumpleaños en un nuevo pub, fue a lo único a lo que no se negó.

Bajo el agua caliente, abrió la primera cerveza y se la bebió rápido, como si fuera jugo de manzana, sin dejar que ni una gota de agua se mezclara con el líquido ambarino. El alcohol le llegó rápido a la cabeza y disfrutó del vértigo mientras se lavaba la cabeza.

Desnudo y mojado, dejó la ducha y se dirigió a la habitación, bajándose la segunda botella en el camino, vistiéndose con lo primero que encontró. Tropezó dos veces mientras se ataba los zapatos y se rió como un estúpido, agradeciendo en silencio que el pub estuviera a pocas calles de su nueva casa.

Entonado, pero lejos de lo borracho que necesitaba estar, cerró la puerta del departamento a conciencia, probando dos veces la cerradura, y bajando las escaleras repitiéndo en su mente que lo había hecho.

Caminó hasta la dirección del pub y se preguntó si quedaría alguno en Londres que no hubiera visitado, algún barman que no lo conociera o alguna rubia entre cuyas piernas no se hubiese metido. Se distrajo de sus pensamientos al sentir sonar el teléfono escondido en su pantalón, que cada vez le quedaba más grande. Miró el identificador de llamado y se vio tentado en arrojar el teléfono lejos, bien lejos. Se detuvo en un kiosco y sacó una lata de cerveza bien fría del refrigerador vidriado mientras atendía.

-Hola, Mila.

-Hola. Llamé a tu casa. ¿Dónde estás?

-Camino a mi fiesta de cumpleaños -Se hizo silencio en la línea y estiró un billete para pagar la cerveza.

-Bien, eso es bueno. ¿Estás en lo de tu madre?

-No.

-¿Sam viene a Londres?

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora