Forgive me - Capítulo 44

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|El color de la verdad|

En cuanto entraron a Guttenberg Road, el corazón de Camila comenzó a latir con una fuerza inusitada y el temblor en sus manos le hizo predecir con certeza que estaban cerca de su destino.

David no se tomó el trabajo de estacionar en otro lugar, apurado o como si él fuera el dueño de ese espacio, justo enfrente de la entrada al edificio. Apenas debía haber apagado el motor cuando pegó el portazo para cerrar la coupe y activó la alarma por encima de su cabeza, despreocupado por el tráfico y la gente que recorría la calle rumbo a los pubs de moda en la zona, que lo miraban como si hubiera bajado de una nave espacial.

Ella lo siguió con la mirada y confirmó el edificio donde estaba entrando. ¿Sería posible?  Debía ser que Noel era su coartada, su cómplice, y su excusa.

Estacionó en la otra calle y se calzó los zapatos con tacón que se había sacado para poder manejar. Estos resonaron contra la calzada pero se perdieron en el ruido del ambiente. La misma gente que había visto entrar a David vestido de smoking, ahora la miraba a ella con la misma sorpresa y curiosidad de saber en qué piso de ese edificio de fachada antigua iba a desarrollarse la fiesta de disfraces.

Llegó al vestíbulo e inspiró profundodos veces sin detenerse, hasta que el portero se interpuso en su camino. Ni siquiera se molestó en mirarlo, con los ojos clavados en el viejo indicador del elevador, cuya flecha ascendía a medida que el aparato subía piso por piso. Trabó la mandíbula para disimular el temblor de sus labios, y recién escuchó cuando el portero se dirigía a ella por segunda vez.

—Señorita, ¿en qué piso la anuncio?

—No necesito que me anuncie.

—Entonces me temo que no podré dejarla pasar.

La amenaza la hizo reaccionar. ¿Qué iba a hacer? No iba a hacer un escándalo, necesitaba ese minuto de margen de tiempo que la sorpresa le podía dar. Cambió su postura y moduló la voz cuando el ascensor se detuvo en el último piso. Sí, estaba allí, en el departamento de Noel.

—Mi esposo acaba de entrar. Yo me demoré por un llamado telefónico —dijo sacando de su bolso, su teléfono móvil mudo—. Vamos a un festejo en el pent house, el departamento del señor Noel Parker —El portero pareció no haber escuchado toda su mentira, porque sólo repitió una parte.

—¿Su esposo?

—Sí. David Benson. Acaba de entrar aquí con un atavío poco común — dijo mirándose a sí misma para justificarlo. El hombre abrió los ojos con expresión incrédula, mirándola de pies a cabeza. Los dos miraron la manecilla del indicador del ascensor, detenida en el último piso, como si se fuera a quedar a dormir allí.

—Bien, su esposo. Lo siento señora, puede pasar —dijo mientras se reubicaba en su asiento con un gesto extraño que ella no se puso a analizar.

Apretó el botón de llamado del ascensor y la flecha comenzó a moverse despacio, apurando su propia ansiedad y los latidos de su corazón, ¿es que acaso esa mierda no podía ir más rápido? Recién iba por el piso cuatro y le faltaba otro tanto cuando la adrenalina la empujó a la izquierda y corrió a la salida de emergencia.

Miró con aprensión la baranda circular. Se sacó un zapato, después el otro, y comenzó a correr escaleras arriba. Ella no estaba como para correr siete pisos de esa manera, pero lo que no le daba el cuerpo le sobraba en voluntad.

Era imposible hacer un resumen de las imágenes que su mente proyectaba en las paredes revestidas en piedra y su imaginación, prolífica como pocas, le ponía incluso música a cada uno de los momentos que podía recordar.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora