Lie to me - Capítulo 38

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|Es difícil dejarte ir|

Como era habitual en Londres, de la nada las nubes grises cubrieron el cielo y comenzó a llover en cuanto estacioné justo enfrente de la puerta del edificio. No había ascensor, así que subí al primer piso por escalera y me detuve en la puerta con la letra B.

Miré alrededor. Había una lámpara alta justo al lado de la puerta de madera frente a mí. Más allá del repiqueteo de la lluvia, identifiqué la melodía de un saxofón. Había un olor extraño, a pintura fresca. Me puse en puntas de pie y encontré la famosa llave. La coloqué en la cerradura y giró con facilidad.

La oscuridad sería impenetrable si no fuera por los halos de luz que se filtraban por las hendijas de los postigos de madera y revelaban que el departamento era fantástico. Pequeño y acogedor. Perfecto. El salón principal era el ambiente más grande y vacío, parecía enorme. Lo único que quedaba eran los papeles para proteger el piso de la reciente pintura.

Me adelanté y abrí una de las ventanas. El cielo gris contrastaba con el blanco de las paredes. Me incliné sobre el vidrio y miré a través de la ventana. Tenía una amplia vista a la esquina, las dos ventanas altas hasta el techo hacían el lugar luminoso a pesar de la lluvia y el cielo encapotado.

La cocina era pequeña y antigua, muy poco lugar para el guardado, y el refrigerador debía tener más años que yo, pero servía a sus funciones. Adentro solo había dos packs de Corona. El departamento tenía dos puertas más.

¿Qué era este lugar?

Apoyé las manos en el descanso de la ventana y la frente en el vidrio húmedo y frío. Cerré los ojos y suspiré. Con más preguntas que certezas, busqué el teléfono en mi cartera.

–Pensé poner un piano allí –Giré sobresaltada hacia la voz conocida, añorada, que me asaltó desde atrás. En la esquina más oscura, junto a la puerta, Lauren dio un paso fuera de la oscuridad y yo corrí a sus brazos haciendo desaparecer el espacio entre nosotras.

–¡Laur!

–¡Ey! –Me atajo y me besó, sosteniendo mi cuerpo contra el suyo, sus labios tan desesperados como los míos.

–¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste?

–Nunca me fui –Me dejó en el piso, pero no me alejó de su pecho.

–¿Por qué?

–Pedí adelantar mis vacaciones. Considerando que después me van a explotar por contrato y me obligarán a recorrer medio planeta promocionando la película, y que ya terminé todas mis escenas, me dieron permiso por tres semanas.

–¿Tres semanas? ¿Aquí? –Sonreí hasta que me dolió la cara y la suya, de ilusión y satisfacción fue como un regalo del cielo.

–Aquí –dijo mirando alrededor.

–¿Es tuyo?

–Sí. Mío y del banco. Me quedan pocas cuotas por pagar. Chris me ayudó a pintarlo y reparar unas cosas más antes de mostrártelo. ¿Te gusta?

–Es fantástico, pero, Laur, necesitas un lugar en Los Ángeles, no aquí –Levanté ambas manos hasta llegar a sostener su rostro–: Tú carrera está allá, tú futuro.

–Necesito un lugar, pero no es en Los Ángeles donde quiero estar. Puedo vivir en hoteles allá, tengo amigos, y nosotras podemos tener este lugar aquí.

–Pero necesitas tener un lugar allá, es tu momento.

–¿Te gusta?

–Laur.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora