Lie to me - Capítulo 48

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|Sangre sobre sangre|


–Mila.

La voz de Demi me hizo aterrizar. ¿En qué estaba pensando cuando dejé todo para volar a buscarla? Robert diría, con razón, que era imposible que estuviera pensando.

–Vamos, Mila. No tiene sentido que nos quedemos aquí –Entonces ella las había visto.

La miré y apretó los labios.

–Están juntas. Es verdad.

–Es su problema. No hay nada que podamos hacer para rescatarla de su propia perdición –Pasó un brazo por los hombros y me orientó hacia la salida.

No sentía mi cuerpo, como si flotara, como si fuera un globo lleno de helio que Demi iba dirigiendo hacia la puerta, escaleras abajo, hasta mezclarnos con la gente.

–Necesito ir al baño.

Demi buscó alrededor alguna identificación en el medio de la oscuridad y deambulamos entre la gente que bailaba y festejaba mientras mi mundo se derrumbaba a pedazos. Encontramos una puerta y me empujó para traspasarla.

–¿Quieres que te ayude?

–No. Necesito un momento sola –Demi asintió y salió del baño en penumbras.

Entré en el único cubículo que había. No podía ver de lo tanto que había llorado. Mi cerebro era una masa apelmazada que flotaba en su propia nada, chocando contra las paredes de mi cráneo, creando ese dolor lacerante que me enceguecía. No quise pensar más. Tenía unas veinte horas de vuelo por delante para castigarme repitiendo la secuencia una y otra vez hasta que aprendiera mi lección. Eso, si tenía suerte y llegaba a tiempo para tomar el vuelo que regresaba a Londres. Tenía que conseguir salir de ese lugar de una vez y de los Estados Unidos cuanto antes.

Pero antes, tendría un pequeño encuentro cercano.

Apoyada en la mesada del baño, Keana acomodaba el straples de su vestido negro.

Mirándose en el espejo, me vio aparecer: ella en la gloria de la belleza de su juventud, yo como un perro apaleado por meterse en la habitación equivocada. Enarcó una ceja y se dio la vuelta, apoyando la cadera y ambas manos en la mesada con una media sonrisa encantadora. Cerré los puños y retrocedí un paso.

–La inglesa.

–La perra.

–¿Resentida?

–No me busques –dije entre dientes y ella dio un paso al costado, interponiéndose en mi camino. Con una mano en la espalda, trabó la puerta y sonrío.

–Ella es mía. Siempre lo fue. No te engañes. Ella le dice a todas lo mismo "cásate conmigo" "te amo" "no puedo vivir sin ti". Tiene una colección de todos los colores y todos los sabores – La descripción me revolvió el estómago, pero no porque fuera mentira, sino porque yo creí que era verdad.

–No la quiero. Quédatela.

–¿Sabes? no las entiendo. De verdad, tendrían que buscarse una vida. ¿No estás casada? ¿No tienes hijos? –Caminaba alrededor de mí como si fuera un fiscal haciendo una presentación ante la justicia. Me tragué las lágrimas y me quemaron la garganta, pero no le iba a dar el gusto de verme llorar.

–Qué te importa –Su rostro triunfal de pronto perdió su toque angelical para transformarse en un enviado del demonio.

–Eso digo yo. ¿Qué te importa? ¿No les da vergüenza ajena, perseguir a gente que no conocen? ¿Volverse locas por alguien que no sabe ni que existen? Montarse en una valla a vernos pasar y aullar como animales y matarse por una foto que no es nada. Cada vez que las veo en la alfombra roja me dan ganas de vomitar.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora