Lie to me - Capítulo 22

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|Ardiendo por amor|

A partir del episodio que casi me cuesta la vida, todo cambió.

David me forzó, sin prescripción médica, a permanecer en casa, como mínimo, por el tiempo que llevara reparar la camioneta. Él adoptó la rutina de llevar a los niños al colegio y esa semana hizo una pausa en su esquema laboral para retirarlos y traerlos a casa. Después volvía a Londres y no regresaba hasta que la cena estaba sobre la mesa, a veces incluso más tarde.

Confinada en las cuatro paredes de mí habitación, lejos de alejarme de cualquier peligro, caí sin remedio en los brazos del pecado. Alternaba con los tres teléfonos que tenía a disposición para extender mis conversaciones con Lauren, hasta el momento mismo en que escuchaba la puerta de entrada cerrarse. Entonces cambiaba el teléfono por la computadora, sin menguar ni un poco la intensidad de las charlas. Aprovechaba la hora entre el desayuno y el momento en que el primer llamado estallaba para limpiar y organizar la casa, y los primeros momentos de la conversación, que eran más "livianos", antes de correr a mi habitación. Y después, todo era una hoguera abrasadora.

Y mientras mi relación con Lauren Jauregui se había desatado como la caldera del infierno, mi matrimonio entraba en un estado freezer. David se estaba dividiendo en cuatro para controlar y cubrir todo lo que pasaba en las cafeterías. Salir tan temprano y volver tan tarde no cambiaban su rutina semanal de deportes y reuniones laborales.

Nuestra vida matrimonial desapareció por completo. Y el reemplazo telefónico había llegado en el momento justo.

En la intimidad de mi habitación a oscuras, las charlas habían cobrado un cariz íntimo y perturbador que me dejaban temblando aún después de cortar. Estaba obsesionada con ella y la manera en que la sentía del otro lado de la línea solo alimentaba lo que estaba sintiendo por ella.

¿Y Lauren? No entendía cómo podía manejarlo. Si hablaba conmigo casi toda la noche y había vuelto a filmar algunas escenas adicionales de la película, debía vivir en un estado casi zombie. Sin embargo, no había manera de que dejara de llamarme, todos los días, con una precisión abrumadora.

Pero no todo eran conversaciones prohibidas o cibersexo de alto octanaje: hablábamos de su música, de sus aspiraciones como actriz, de su necesidad de encontrar papeles que interpretar con las sombras escondidas de su alma. Conversábamos sobre los ofrecimientos de producciones y en algún momento que le quedaba libre, hasta tenía tiempo de componer una canción. Poco decía de la película que la había catapultado a la fama. Al volver a Los Ángeles, había participado de un importante evento de fanáticos y tuvo una real dimensión de cómo ese papel estaba cambiando su vida para siempre. El acoso de los paparazzi ya no se limitaba a sus salidas a pubs, ahora la perseguían en la calle hasta cuando se detenía a comprar una taza de café.

Mis esporádicas visitas a la Red me daban un pantallazo de la realidad que ella estaba viviendo, del otro lado del océano. La compañía cinematográfica estaba empeñada en recuperar, con creces, cada mísero centavo invertido en ese filme y no escatimaría medios para lograrlo.

La protagonista rebelde estaba siendo mostrada como la sensual mujer de este nuevo siglo, saliendo con las estrellitas más brillantes del momento, mezclando look atildado con desaliñado como si estuvieran haciendo un testeo de consumidores. La estrella extraterrestre parecía tener un ataque de ostracismo: se le veía muy poco fuera del set y cuando lo hacía, siempre tenía el teléfono pegado a la cabeza. En cuanto se veía sorprendida por algún fotógrafo, bastaban dos palabras, cortaba la comunicación, apuraba el paso y entraba de nuevo a su casa. Ese comentario me arrancó una sonrisa.

Al mundo exterior parecía haberse incorporado un contador en cuenta regresiva con la fecha de estreno de la película. Se veían avances por todos lados, comenzaban a aparecer las tapas de las revistas y entrevistas en los programas dedicados al cine y orientados al público adolescente, aunque las encuestas mostraban que, en Estados Unidos, el rango de edades superaba el promedio de los 20 años, producto del interés por el libro, y los actores, por parte de mujeres de más de 35 años. Yo podía aseverar, con conocimiento de causa, que el fenómeno excedía las fronteras norteamericanas.

Mi relación con Demi continuaba con mails diarios y mensajes, pero no nos conectábamos más por chat. Como administradora de uno de los sitios más importantes dedicados al libro, había sido convocada por la productora para establecer un vínculo más estrecho con los fans.

Para ello había sumado varias chicas más a su staff, por lo que mi ausencia no tuvo consecuencias en la página web. Ambas habíamos conseguido, con éxito, mantener en secreto el acceso cercano que teníamos con la estrella más buscada de la temporada. De vez en cuando, como para que no se sintiera mal, Lauren me daba alguna primicia para que ella la pudiera anunciar e incluso había logrado hacerle prometer que, una vez estrenada la película, le daría una entrevista exclusiva para la página.

Mientras desarrollaba mi romance telefónico con Lauren, sentía que mi vida era maravillosa. Era como una quinceañera, tirada en la cama con la cabeza inclinada y apoyada en una mano, cruzando y descruzando mis pies descalzos en el aire, riendo como una tonta y suspirando en cada silencio, enamorándome de una princesa lejana a la que podía sentir aún más cerca de lo que debía.

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Capítulo sin revisión final, si ves un error, hazme saber. Gracias por leer <3 

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora