Capítulos Extras |6|

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|Reencuentro en Gatwick|

Los dos automóviles se detuvieron en ese hotel que habían visto camino a Gatwick. No había lujos ni estridencias, de hecho, era el típico hotel donde esconderse, que solía estar lleno, aunque sólo por horas. De día, con amantes furtivos, de noche por fugitivos sin tiempo.

Los tres bajaron del automóvil. Una cosa más para agradecerle a Chris, ir hasta la recepción, dejar sus datos y pagar por una habitación por toda la noche. Llegó haciendo girar la llave en su dedo, caminando con esa sonrisa suficiente que parecía una marca registrada de los Jauregui. Camila avanzó dos pasos y lo abrazó en mudo agradecimiento. Chris arrojó la llave de la habitación a su hermana y le devolvió el abrazo.

—Te debo otra, hermano. —Lauren se acercó al abrazo.

—Encontraré la manera de cobrártelo.

—Sólo házmelo saber.

Chris las dejó en el hotel y se marchó. Lauren buscó con la mirada la puerta 23 y estiró un brazo para indicarle la dirección.

La puerta estaba abierta y la habitación a oscuras, la noche misma en cuatro paredes. Camila soltó la tela de su falda al mismo tiempo que la puerta se cerró tras ella. Adivinó la forma de la cama justo enfrente, antigua, sin respaldo ni ornamentos, un viejo cobertor con el mismo tramado que las cortinas y dos mesas de luz. El lugar estaba vencido por el tiempo, derruido y sin magia, sin embargo, no lo hubiera cambiado por nada en el mundo. Tenía allí lo único que necesitaba: esa presencia que enfrentó como a su destino.

Lauren cerró la puerta, y en el medio del silencio y la oscuridad, quedaron frente a frente. Ninguna de las dos dijo nada, porque el momento excedía las palabras. Después de tanto vivido, tanto sufrido, sólo sus ojos y sus corazones podían traducir sin equivocarse lo especial e irreversible de ese momento.

Lauren se quitó la chaqueta y lentamente se despojó, una a una, de todas las prendas que la vestían, hasta quedar por completo desnuda ante ella. Camila estaba encadenada a su mirada esmeralda, húmeda y cristalina, desbordante de amor y pasión.

—Esto es lo que soy: joven, impulsiva, cabezadura, inmadura, inexperta, absoluta, apasionada, a veces violenta... Esto es lo único que puedo brindarte, y siento que es poco, que no estoy a la altura de merecerte. Pero te amo y no puedo vivir sin ti. No sé qué será de nuestras vidas mañana, pero prefiero morir sin aire que vivir un solo día sin ti, y quiero agradecerte a ti y a la vida, por darme la oportunidad de intentarlo, de vivir por tu amor, de luchar por tu perdón.

Camila, con los ojos muy abiertos e inundados de lágrimas contradictorias, estiró las manos a su espalda, destrabó el cierre de su vestido y lo deslizó hasta que este cayó a sus pies. Su ropa interior corrió la misma suerte. Los ojos de Lauren, con su brillo apasionado y hambriento, empujaron más lágrimas cuesta abajo de sus mejillas.

—Esto es lo que soy: inmadura, volátil, impulsiva, caprichosa, insegura, soñadora... Tengo un pasado horrible, un presente roto y un futuro imprevisible; cuatro hijos y una perra. Esta soy yo y es lo único que puedo brindarte, no sé si es poco, tampoco sé si será suficiente, sólo sé que te amo y no puedo vivir sin ti. No puedo elegir morir, pero sé perfectamente que no es vida estar sin ti.

Sin ropas, sin disfraz, era lo que eran, dos mujeres, piel con piel, abriendo la puerta al primer instante del resto de sus vidas y no iban a escatimar detalles para convertirlo en un momento inolvidable de sus vidas.

Lauren la tomó en sus brazos sin dejar de mirarla y la besó con toda la conciencia de estar grabándola en su recuerdo para siempre. Sus manos se tomaron todo el tiempo del mundo en recorrerla, desde el nacimiento del pelo, que se enredaba en sus dedos, su rostro, su cuello, sus hombros y la delicada curva de su espalda, arqueada para amoldarse a su cuerpo. Se movió apenas para caer en la cama, amortiguándose con una mano sobre el colchón y después descansando sobre ella, metiéndose entre sus piernas, y aunque su interior era un imán caliente al que le costaba resistirse, no se apuró.

Fue el turno de Camila de recorrerla, reconocerla con el tacto y los ojos, sin dejar de besarla. Su pelo, su rostro, su cuello, hombros y pechos, deslizando ambas manos sobre cada seno hasta los ligeramente marcados músculos de su vientre. Le mordió los labios con hambre y la empujó con suavidad sobre su espalda, acompañando el movimiento con suaves besos que descendieron por su mandíbula hasta su cuello, ese que se estiraba y retumbaba con un gemido de placer, mientras ella encontraba su miembro. Se fue acomodando sobre el colchón a medida que descendía sobre su cuerpo, sus labios ávidos y su lengua lánguida y lasciva, en tanto su mano subía y bajaba lentamente por toda su extensión. 

Se detuvo en cada resquicio, mordisqueando a gusto su piel hasta que cada sensible parte de su cuerpo se acostumbró a su suave tortura. Cruzó los pies en el aire, como si de su pasatiempo favorito se tratase, Lauren levantó un poco la cabeza para mirarla y después se arqueó sobre su espalda cuando ella tomo su miembro por completo, hasta el fondo de su garganta. Estaba tan duro y extenso, latiendo dentro de su boca, al borde donde sólo ella podía llevarla, que necesitó de toda su fuerza y voluntad para no derramarse en la primera incursión en su húmeda hondonada. Puso una mano en su cabeza, enredando sus largos dedos en su cabello, para dirigir los movimientos, flexionando sus piernas y levantando la cadera para llegar más lejos, llenarla mejor. La imagen y las sensaciones la iban a hacer explotar de la mejor manera posible, pero todavía quería más, y sabía cómo demorarse en lograr su propio clímax.

Lauren deslizó la mano por su espalda desnuda y en un rápido movimiento la arrastró de una pierna hasta tener el vértice de su sexo, húmedo y expuesto, directamente sobre sus labios.

Camila gimió con ella hundida en su boca, ante la excitante sorpresa. Lauren acomodó la cabeza en la almohada doblada para tener un mejor ángulo y distrajo su atención por completo a atender con todo lo que tenía a su amada. Y ella perdió la noción del tiempo y el espacio en la atención centrífuga de su lengua lamiendo y sus labios succionando su clítoris en tanto sus dedos masajeaban desde adentro ese pequeño botón que hacía explotar sus sensaciones más intensas... allí donde nadie había llegado, y ahí la tenía abierta y expuesta, como nadie lo había logrado. 

Lauren pudo sentir como cada parte de su cuerpo se preparaba para el momento culmine, sus músculos tensándose, su interior contrayéndose, sus gemidos alzándose. Se estiró para tomarla suavemente del cabello y apartarla de su pene, para escucharla gemir su nombre mientras tocaba el apogeo de su éxtasis, así, arqueada sobre su espalda, de cara a un cielo que era testigo de su amor.

A medida que la debacle se apoderaba de su cuerpo, haciéndola temblar sin lugar donde asirse, todo giró con rapidez en un caleidoscopio de luces, sombras y sensaciones, y se encontró de nuevo con su rostro, sus manos sosteniendo su cara, y su miembro dentro de ella hasta lo más profundo e intenso de su ser.

—Te amo, Camila. No me dejes nunca, por favor —ella no pudo responder, porque la besó con caliente desesperación mientras los embates de su cuerpo llegaban más adentro, y todo explotaba en un universo centelleante.

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Muchas gracias por leer <3 Capítulo que relata lo que sucedió después de que Camila detuviera a Lauren en el aeropuerto. En un rato más, subiré otro. 

Tengan un buen día/tarde/noche, pequeños seres :)

Capítulo dedicado a RainbowFire4 <3

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora