Lie to me - Capítulo 34

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|Cama de rosas|


Desperté convencida de que todo había sido un sueño. Que todo, desde el principio había sido una maquinación de mi imaginación, embriagada en la adicción de un libro, una película y una actriz.

Sin abrir los ojos, mis sentidos me dijeron que, una vez más, estaba en un error: todo había sido real.

Los brazos que me abrazaban y el sonido bajo de su respiración, el olor a tabaco en mi pelo, las sábanas de seda, todo me decía que era realidad: estaba en otro país, escudada en una mentira, escondida en un hotel, en brazos de una mujer tan desconocida como prohibida, y aun así, mi cuerpo, mi mente, mi corazón, mi alma, todo en mí sentía que era donde pertenecía; que mi cuento de hadas había terminado para despertar en uno todavía más fantástico y perfecto, y lo mejor de todo, que era realidad.

La oscuridad era densa, aunque la claridad se notaba detrás de las pesadas cortinas. Estábamos cruzadas sobre la cama, ella dormida y abrazada a mí como si fuera su almohada, su cabeza en mi pecho desnudo, mis manos enredadas en su pelo. Se acomodó hasta llegar a mi cuello y suspirar todavía dormida.

La miré desde arriba mientras acariciaba su pelo despacio. ¡Dios! Cuántas veces la había visto hacerlo y me había desesperado por poder hacerlo yo con mis propias manos. Escurrí las hebras negras que ya comenzaban a tornarse castañas, entre mis dedos, una y otra vez, estirándolas en su largo, desintegrando los mechones, uno por uno. Sabía que iba a despertarla pero no lo podía reprimir.

Suspiró e hizo un sonido parecido a un ronroneo. Estaba despierta, pero seguía con los ojos cerrados.

–¿Si abro los ojos vas a hacer puff y desaparecer?

–No –Sentí sus pestañas acariciar mi cuello y subir la nariz hasta deslizarla por mi mandíbula. Me moví para sentir mejor su piel contra la mía y suspiré de placer.

–Buenos días, amor.

–Buenos días, amor.

Su sonrisa era devastadora, entre infantil y seductora. Besó mis labios y volvió a la misma posición en mi cuello mientras yo seguía jugueteando con su pelo. El tiempo seguía pasando sin que nos moviéramos de donde estábamos, solo mis dedos en acción, su respiración y la mía. Mis manos terminaron con su pelo y descansaron en su espalda. Suspiró y se incorporó sobre los codos para mirarme.

–Fue maravilloso –Sonreí sin saber a qué se refería, pero tenía razón, estar así era maravilloso. Se inclinó para besarme despacio y sonrió contra ellos–. No estoy segura de poder dejarte ir.

–No estoy segura de poder irme –Debe haber visto el dolor que esas palabras me causaban porque levantó una mano para acariciar mi rostro, disipando una lágrima que todavía se había derramado, directamente desde mi corazón.

–No quiero verte sufrir –Ella entendía todo, sabía todo, podía ver más allá de mis ojos, mirando directo en mi alma. Desde el pozo más profundo a la altura más inalcanzable. Dueña de mi ser en toda su extensión.

–Ya no hay vuelta atrás –Me incliné sintiendo su mano en mi cara–. No es tu culpa. Sé que no hubiera podido evitarlo, aun queriéndolo.

Se dejó caer de espaldas, arrastrándome con ella para descansar sobre su pecho. Se estiró sobre la mesa de luz y puse los ojos en blanco suponiendo que buscaba otro cigarrillo.

–Buenos días –dijo con el teléfono en la mano–. ¿Qué hora es? ¿Estamos a tiempo para pedir el desayuno?

–Fantástico –murmuré con alegría, mi cuerpo festejando con un rugido que me acordara que no solo de sexo podía alimentarse. Lauren miró hacia donde yo estaba y sonrió.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora