Forgive me - Capítulo Final P3

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|Perdóname|

--Flashback--

Todavía no estaba dicha la última palabra.

Antes de abandonar la cafetería, David le pidió a Camila poder quedarse con Dalia esa noche como una especie de despedida. Sonó tan desgarrador que Lauren no intervino y ella no pudo decirle que no, aunque en su cabeza había planeado una velada diferente.

Tampoco pudo dejar de llorar todo el viaje a Southpark, donde otro tribunal la esperaba. Lauren la contuvo todo lo que pudo, en silencio, y aceptó estoicamente la decisión de Camila de entrar sola, esperándola a una calle de distancia, amplia como un océano.

Robert y Paige entraban a la casa de Ally. Fue él quien se dio vuelta cuando sintió la puerta de enfrente cerrarse y la vio cruzar la calle. Se quedó parado ahí.

—¿Cómo estás?

—Todavía estoy tratando de descubrirlo.

Robert la miró un segundo eterno y puso la mano en el picaporte para ampliar la abertura de la puerta y permitirle pasar. Ella lo detuvo... y cerró la puerta.

—¿Qué pasa? —no lo podía mirar a los ojos, pero él supo descifrar la caravana de sentimientos y el dolor de muchas cosas en ella, como un tren de circo con diversas jaulas que pedían a gritos ser abiertas, liberadas. Cuando el silencio se tornó insostenible, Robert habló—. ¿A dónde fuiste anoche, cuando saliste de la Mascarada?

Camila levantó los ojos y él apenas pudo distinguirlos detrás de las lágrimas.

—Seguí a David hasta la casa de su amante.

—¿Por qué? Ya sabías lo que necesitabas saber para salir de ello y seguir adelante. ¿Para qué?

—Necesitaba la verdad.

—¿Cuál es la verdad? —Las imágenes se agolparon en su mente, anulando su discurso. Pensar no era su fuerte y esperó con calma la carcajada o el chiste de Robert, pero nada quebró el silencio —¿Los encontraste?

Asintió y repitió las palabras mentalmente hasta que se hicieron carne y pudo ponerlas en voz alta.

—Su amante es Noel, desde antes de casarnos.

Todos los músculos de Robert se congelaron en su lugar. Sus labios entreabiertos no pronunciaban ninguna de las palabras que debían desfilar en su mente y eran un misterio. Y siempre lo serían...

—¿Tú cómo estás?

—Impactada, incrédula... pero reconfortada.

—¿Reconfortada? ¿Cómo es posible si...

—Bobby... yo no he sido la mejor esposa...

—¡Por Dios, Camila! ¡Esto no es tu culpa! Dime que no lo vas a perdonar.

—No hay nada que perdonar... o todo... y ya está hecho.

Robert levantó los ojos al cielo como pidiendo fuerzas. Inspiró una vez... dos veces. Con la tercera vez, puso las manos en la cintura y cuadró su postura.

—Y fuiste a buscar a Lauren...

—No. Fui a buscar mi vida. He vivido siempre en función de otros. No me quejo, son mis afectos: mis hijos, mi familia, mis amigos... y ha sido mi decisión. Siempre han sido lo primero, lo más importante. En ese momento me di cuenta que por vivir en función de lo de afuera, por proteger la apariencia y sostener la vida ajena, aun siendo necesario porque mis hijos son pequeños, dejé de tener una vida propia, interior, mía. Perdí la noción de que todo es más sencillo, simple y menos peligroso, con la verdad de frente, e intentando ser felices sin perjudicar a los demás. En ello David y yo somos igual de culpables, en la misma medida, y aún por razones loables e ideales, cometimos el peor de los errores, lastimándonos mutuamente en el camino.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora