Forgive me - Capítulo 6

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|Cómo mamá|

Camila hundió su miserable existencia entre los paños y productos de limpieza mientras Dalia, Danna y Noelle armaban el castillo de princesas en el medio de la sala, pero no dejó que su mente tomara las riendas y la llevara de paseo por caminos peligrosos.

Limpió la planta baja y ordenó las habitaciones de los niños, omitiendo a propósito el estudio de David, donde estaba la única computadora en la que, una sola vez por día, se sentaba para chequear los mails.

Mientras escuchaba la inconfundible y contagiosa risa de Dalia al recibir a su padre, se dio cuenta de que la noche había llegado y ella ni siquiera había pensado en que podía hacer para cenar. Pan de carne con alguna ensalada liviana era una buena alternativa para la noche cálida, salvo que su hija tuviera otros deseos.

Bajó las escaleras con paso cansado, acusando las horas de orden y limpieza sin pausa, con el cesto de ropa sucia cargado hasta el tope, lo cual no le impidió tener una vista privilegiada de las cajas forradas en papeles brillantes y moños enormes que no eran otra cosa que...

—¡Más regalos de no cumpleaños! —gritó Dalia tratando de alcanzar las cajas que David alejaba al techo. Evitó la réplica y el comentario mordaz, no tenía fuerzas para pelear esa noche.

—¡Exacto! —David se unió a las tres niñas al tiempo que Camila desaparecía hacia el lavadero.

Al volver, sacó del congelador uno de los panes de carne que tenía listos y sin desenvolverlo, lo arrojó dentro del horno. Se cocinaría a fuego lento en el papel de aluminio.

Se detuvo en la entrada de la cocina con los brazos cruzados y David la miró con una sonrisa. Se puso de pie y en ese mismo movimiento, levantó una de las cajas plateadas y la escondió a sus espaldas, ensanchando la sonrisa, mientras se acercaba a ella.

—¿Cómo estás?

—Bien. Cansada. Ahora que llegaste puedo aprovechar para bañarme —David sacó la caja de sus espaldas y se la ofreció.

—¿Y esto? ¿Regalo de no cumpleaños para mí también? —dijo con sarcasmo.

—Yo sé tu secreto —dijo él, suspicaz, y por supuesto, su conciencia, sucia y culpable, se remitió al verdadero secreto que ella tenía y que lo involucraba directamente a él. Tragó con fuerza y tomó la caja sin dejar de mirarlo. Él se acercó hasta llegar a rozar los labios en su mejilla, dejar un beso ligero y seguir camino hasta su oído para susurrar—. Gracias por la maravillosa hija que me regalaste dos años atrás.

Camila sintió como el equilibrio desaparecía en ella, como si el susurro hubiera sido un huracán y ella una palmera, arrancándola de raíz y haciéndola volar por aires tormentosos. David se apartó y la miró directo a los ojos, oscuros y penetrantes, un abismo que prometía tragársela como castigo. Su respuesta fue un susurro, una exhalación.

—Gracias —David la instó con los ojos a abrir la caja y ella se pateó por dentro para deshacer el papel plateado y descubrir—... ¿una muñeca? —Su esposo se encogió de hombros y la sonrisa se le desdibujó un poco, desilusionado por la falta de emoción por el regalo.

—Sé que es tu princesa favorita.

—Lo es, sí. Aurora es... —sus ojos iban de la muñeca al rostro de David, sintiendo la presión de la culpa en el pecho.

—¿No te gusta? —le preguntó confundido. Camila echó un brazo alrededor de su cuello y hundió la cara en su hombro, apretándose a él, ahogando las enormes ganas de llorar y de morirse que la embargaban en ese momento.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora