Lie to me - Capítulo 42

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|La ultima persona de pie|


Fui la primera en llegar a la fila de automóviles para retirar a los niños del colegio. Me había concentrado en no llorar, pensando en cualquier cosa excepto en la despedida, atravesando diferentes estadios de angustia, excitación y dolor. Pero había podido contenerme para no derramar ninguna lágrima. Apoyada en la ventanilla, escuchaba la radio. Me resistí a poner un CD para no cruzarme con alguna canción que me hiciera recordarla a ella.

Hubo expresiones de sorpresa, bromas y el eterno debate que ninguno ganó. La radio quedó en el dial donde estaba y manejé en silencio hasta llegar a casa.

Preparé las meriendas y las distribuí en las habitaciones. Mi humor estaba tan por el piso que podía patearlo a medida que caminaba rumbo a mi dormitorio. Guardé el vestido no sin antes hundir mi rostro en él y llorar desesperada por aquello que no podía evitar, por la culpa y el dolor.

Me dejé caer en la cama y me quedé dormida llorando.

Escuché ruidos en el vestidor y me incorporé sin levantarme. David salía recién bañado, cambiado con un pantalón de vestir y una camisa que todavía no había terminado de abrochar. Me miró en silencio y se sentó junto a mí con expresión triste, resignada. ¿Podría leer él en mis ojos lo que pasaba por mi corazón? ¿Su expresión tenía que ver con el dolor que le ocasionaba ver como estaba arrastrando por el lodo nuestro matrimonio, nuestra familia? Me derrumbé en lágrimas otra vez y él se acercó y acarició mi pelo hasta que me calmé.

–Ya arreglé todo para ir al cumpleaños de Normani. ¿Por qué no te bañas y te arreglas?

–¿Arreglaste? –Se puso de pie y se miró al espejo de cuerpo entero abrochando la camisa sobre su pecho marcado.

–Sí. Llamé a la niñera. Ya van a ser las 10. Sé que acostumbras llegar tarde, pero yo no me siento cómodo con ello.

–No quiero ir.

–¿Por qué no? ¿Por qué estabas llorando, sino? –¿David pensaba que lloraba porque quería ir al cumpleaños de mi amiga? Eso me tenía que dar la pauta de cómo me veía él a mí.

Aún más adolescente que su propia hija. Caprichosa. Malcriada. Acostumbrada a conseguir lo que quería a través de las lágrimas.

Me levanté de la cama y me metí en la ducha. Lloré un poco más para descargar la angustia que tenía en el pecho, sin mucho éxito. Mi rostro era un reflejo de la devastación interna que tenía, pero ¿qué importaba? Así como me escondía detrás de las mentiras para engañar a mi marido, podía esconder mi dolor detrás del maquillaje.

Me calcé un par de jeans claros, gastados, las botas hasta la rodilla y un suéter de cuello alto, ajustado al cuerpo. En el medio de mi raid de adulterio, había olvidado por completo comprarle un regalo a Normani.

Subí a uno de los estantes del vestidor y hurgué detrás de las cajas hasta encontrar un perfume que David me había traído de su último viaje. Siempre me traía el mismo y tenía dos más. Elegí el más grande y busqué una de las bolsas de regalo que solía guardar porque me gustaban. Sabía que Normani adoraba el mismo perfume que yo. Era una suerte que compartiéramos ese gusto. Solo esperaba que David no se diera cuenta de eso.

Metí mi teléfono y el porta documentos en el bolsillo interno de mi abrigo negro y bajé las escaleras peinándome con los dedos. Noelle, la niñera, estaba allí. Danna también.

Las dos estaban sentadas, conversando como amigas, mirando la televisión una al lado de la otra. Noelle ya había estado en casa. Era una joven agradable y educada y mis hijos la adoraban. Se puso de pie en cuanto escuchó que bajaba las escaleras.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora