Lie to me - Capítulo 45

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|Como vinagre en las heridas|


Martes.

Abrí los ojos y todo seguía siendo oscuridad. Estaba en mi cama, desnuda y dolorida, el recuerdo de la noche anterior empujando afuera mis lágrimas. Miré el reloj electrónico y los números rojos marcaban las cuatro. El reflejo de la luz detrás del cortinado decía que el sol estaba en el cielo. ¿Había perdido un día de mi vida?

Me levanté como pude, apretando los dientes contra el dolor. Caminé al baño y me metí en la ducha de agua caliente, frotando con fuerza mi cuerpo, tratando de sacar cualquier vestigio de la noche anterior, un recuerdo negro que pintaba de cuerpo entero el momento que vivía en mi casa.

Más tranquila y relajada, llené un vaso de agua y lo dejé en mi mesa de luz para tomar un analgésico. Uno no sería suficiente. Dos era lo habitual. ¿Tres? ¿Alcanzarían? ¿Llegaría a aplacar el dolor en mi corazón? Tragué las tres pastillas y me bebí el vaso completo.

Los golpes en la puerta precedieron a mis hijos, entrando en la habitación. Los tres todavía vestían su uniforme del colegio. Dámian avanzó hasta sentarse junto a mí en la cama.

Dylan se sentó en el extremo opuesto. Drew se quedó en la puerta, sosteniéndola, sin dejar de mirarme. Los miré a los tres y me tragué las lágrimas.

–¿Cómo te sientes? –preguntó el mayor.

–Mejor –mentí. David debió haberles dicho que estaba enferma–. ¿Cómo les fue en el colegio?

–Papá se fue a la cafetería. Habló con nosotros.

Dámian parecía mucho más grande de los 12 años que tenía. Los tres lo parecían. Dylan desde su silencio y Drew en su postura en la puerta, parecían haber pasado por una máquina del tiempo que los había hecho madurar de golpe, o de un golpe. Dámian había tomado la palabra.

–Nos dijo que están teniendo problemas.

–¿Qué tipo de problemas? –La mirada de los tres se tradujo en silencio en un simultáneo "¿no tendrías que saberlo tú?". Temblé en el odio y la impotencia de que mi marido no supiera mantener los problemas maritales puertas adentro de nuestra habitación. Nuestros hijos no tenían por qué afrontar esto–. Cariño –dije suavizando la expresión y el tono de voz–, los adultos siempre tenemos problemas. No es fácil dejar afuera las cargas del trabajo y todo puede repercutir...

–No habló del trabajo –David había tomado la decisión. Nos divorciaríamos.

–Te dijo...

–Que están teniendo problemas. Nada más –Miré a Dylan dibujar con un dedo el tramado del cubrecama. Drew parecía una estatua, a la distancia de la puerta de la cama, alto y sereno.

–No hay nada de qué preocuparse. Son cosas que pasan, que no tendrían que llegar a ustedes y...

–¿Se van a divorciar?

–No –Fue mi respuesta segura y certera–. Hemos tenido problemas antes, y los vamos a superar. Ustedes no van a perder su familia. Tomé su mano entre las mías y reaseguré con un apretón y mi mirada en la suya, cada una de mis palabras.

–Haré todo lo que sea necesario para que no sufran. Es mi misión en la vida. Ustedes son mi vida. Y no permitiré que nada ni nadie les haga daño.

Dámian se inclinó y se dejó abrazar, mientras los otros dos miraban la escena sin participar. Apretó su abrazo a mi pecho y hundí la cara en su pelo, inspirando con fuerza, recordando cada momento que atesoraba en mi corazón. El primer momento que lo tuve en mis brazos, después de un parto largo y doloroso. Era tan pequeño, pero su llanto tan potente. Él me hizo madre, él me convirtió en lo que era. Él llenó mis días y mis noches de ilusión.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora