Forgive me - Capítulo 3

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|Invitación|

Los transportes partieron uno detrás del otro y Camila fue la última que quedó parada en la vereda, con su hija en brazos. Su automóvil también era el único estacionado y fue entonces cuando se dio cuenta, sólo Dios sabía cuánto después, que era tiempo que ella se marchara también.

Acomodó a Dalia en su sillita y dio la vuelta para ponerse frente al volante. Puso la llave en la ignición e intentó, sin éxito, encender la Van. Una vez, dos veces... tres veces. Chequeó los indicadores de batería y combustible pero todo parecía estar en regla. Tiró la palanca para abrir el capot y salió hacia la parte delantera del vehículo.

Miró el interior del automóvil con las manos en la cintura, como si pudiera encontrar algún problema. Misión imposible. Aun cuando tuviera un cartel luminoso señalando el desperfecto, en el medio de tantos cables y metal, ella no lo detectaría. Suspiró y miró a su alrededor. No había nadie.

Volvió a la Van y buscó en su cartera mientras Dalia zapateaba en el respaldo del asiento, fastidiada.

— Tranquila, princesa. Ya nos vamos —Miró el teléfono móvil y apretó los labios. David estaría muy ocupado como para venir a rescatarla, se había marchado tan apurado. Lo que sea. Ella tenía que tener la capacidad para resolver esas cosas, sola.

Buscó en la guantera el teléfono de la compañía de seguros que también le proveía de servicio mecánico y consiguió comunicarse, para que lograran decirle que tenía dos horas de demora hasta que una grúa pudiera ir a asistirla. No se quedaría esperando allí dos horas. Salió de la Van, se colgó la cartera y sacó a Dalia de su asiento.

—Tomaremos un taxi.

Caminó dos cuadras hasta una avenida y allí encontró un taxi.

— Buenos días, señora.

— Buenos días —Miró al hombre que conducía y se detuvo en sus cejas delineadas.

—¿ A dónde la llevo? —Tardó segundos en reaccionar mientras el hombre la miraba y bajaba el volumen de la música que sonaba en la radio.

— Vamos a Chelsea... King's Road y la Once.

— Perfecto.

El hombre volvió a subir el volumen y Camila se encargó de abrochar el cinturón de seguridad alrededor de Dalia, mientras una canción de los 80 sonaba en los parlantes. Fue entonces cuando el teléfono sonó por primera vez.

— Hola

—Buenos días. Quisiera hablar con la señorita Dalia Michelle. —Camila sonrío y miró a su hija.

— No está disponible en este momento.

—Oye, no empieces a negármela desde ahora.

—¿Dónde estás?

—No quiero hablar contigo.

— Oh, sí, claro. Ya no te interesan mayores.

—No si están casadas y locas.

— Ok, aplico en las dos categorías. No le dirás nada ¿verdad?

—¿Por qué no?

— Los niños se fueron de campamento.

—Oh, ya veo. No me avisaste.

— Has estado muy ocupado.

—Deja los reproches, no tengo tiempo para pelearme contigo.

—¿Por qué? ¿Paige te tiene encadenado a la cama? —dijo con marcado sarcasmo. El silencio del otro lado alertó sus sentidos.

—Casi.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora