Forgive me - Capítulo 37

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|Volver a cero|

Al final, ese día plagado de silencio y dolor, terminó.

David fue dado de alta pasado el mediodía después de una evolución impecable, una lista de síntomas que debía controlar y especificaciones estrictas de 24 horas de reposo absoluto y no volver a trabajar hasta el lunes. El rostro de David se transfiguró con esa sola directiva y podría haber argumentado contra ello, pero era un hombre inteligente. De seguro encontraría la manera de esquivar ese mandato. Noel estuvo con ellos hasta que lo subieron a la ambulancia que lo trasladaría, seguido por Camila y Paige en un taxi. Él se quedó allí, parado en la vereda del hospital, antes de volver a su casa y después al trabajo.

La invaluable compañía de Paige le dio a Camila la posibilidad de hacerse cargo de todo lo que David necesitaba para estar confortable y descansar. Podría haber optado por el ofrecimiento de Ally de cuidar a la niña, pero no quería tenerla lejos. Paige y Dalia habían convertido la sala en un patio de juegos, bajando los castillos y creando cuatro historias diferentes de princesas y heroínas. Pasada la tarde, cerca de la merienda, logró sentar a la niña y leerle dos libros de cuentos, de esos que sólo podían usarse para dormirla. La llegada de la noche y de Robert buscando a su chica, fue aprovechada para compartir una película de a tres.

Camila era una sombra que iba y venía por la escalera con imperceptibles escalas, escondida detrás de la cortina o acomodando el teléfono sólo para verificar si tenía línea. Esperaba una visita, un llamado, entre la alerta y la ansiedad, el miedo y el deseo, pero ella no llegaría jamás porque la había sacado a patadas de su vida.

David descansaba tranquilo, recuperándose de sus heridas. Había dormido casi todo el día, comido poco y hablado varias veces en el día con Noel, para estar al tanto de lo que ocurría en las cafeterías. No podía con su genio: podía estar muriendo y aun así no poder desconectarse de su trabajo.

Los puntos de sutura de sus heridas se disimulaban en su cabello negro y el único moretón que tenía, a la altura del oído, casi no se veía. Su capacidad de recuperación era asombrosa y Camila sabía que eso sólo auspiciaría su huida rápida de la casa. David no servía para quedarse atascado dentro de esas cuatro paredes y mucho menos si eran las de su habitación.

Pero la noche llegó, con una Dalia empachada de tanta atención recibida, dispuesta a dormir sólo si su padrino accedía a leerle una última historia, y ¿cómo iba él a decirle que no? David dormía, en la habitación contigua. Camila y Paige se encontraron en la cocina. Sin mirar atrás, Camila preparaba una taza de café.

—¿Quieres una?

—No, gracias.

—Lo necesitarás después del día de juegos que has tenido.

—Olvídalo. No me cansa estar con Dalia, por el contrario, me carga de energía.

—Qué afortunada —Camila giró y se apoyó en la mesada, sosteniendo la taza con ambas manos a la altura de los labios, pero sin beber, disfrutando del aroma del vapor que ascendía, mirando sin ver a través de él.

—Puedo venir mañana si quieres.

—No. Estaré bien. Mañana tendré más tiempo para ocuparme de Dalia. David me echará de casa para tener un poco más de espacio —Hubo una pausa hasta que Paige habló.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro.

—¿Estás segura? ¿Estás segura de lo que estás haciendo? ¿Del por qué lo estás haciendo?

—Sí.

—¿Y por qué ese "sí" suena como si estuvieras arrancándote un pedazo de carne sin anestesia? —Camila torció el gesto y levantó un hombro como respuesta. Paige se acercó a ella y se apoyó a su lado con los brazos cruzados, su voz fue un susurro—. ¿Qué sientes?

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora