Forgive me - Capítulo 10

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|Como el aire|

Camila atravesó la puerta que Lauren le sostenía y salió a la noche apretando la cartera entre sus manos hasta el automóvil que estaba delante de toda la fila, que intuía era de ella. La joven se adelantó, desactivó la alarma y las luces del descapotable blanco de marca japonesa destellaron antes de destrabar las puertas.

Abrió la puerta del acompañante y tendió su mano para ayudarla a subir, pero ella omitió el contacto físico y se deslizó en el asiento. Se acomodó el cinturón de seguridad, cruzó los brazos sobre su pecho y las piernas, una sobre la otra, el vestido negro abriéndose y dejándolas al descubierto por completo. Lauren se demoró en esa visión, recorriendo con la mirada, palmo a palmo, la piel que se extendía desde los tobillos hasta esconderse bajo la seda negra, adivinando, recordando el más allá.

El movimiento que Camila agregó con su mano, queriendo acomodar el vestido, pareció encender una llamarada de pasión en sus ojos, sus pupilas dilatadas en el momento en que sus miradas colisionaron. En ese momento Camila se dio cuenta de por qué no podía permitirse mirarla a los ojos, ni tenerla cerca, ni pensar en ella. Esa chica era su perdición.

La muchacha por fin cerró la puerta y rodeó el automóvil para subir al asiento de conductor.

Su tiempo se detuvo mientras estaba entretenida buscando una emisora de radio. Camila tenía los ojos clavados en el parabrisas pero podía percibir la manera en que la miraba, sintiéndola casi como una caricia perturbadora sobre su piel. Con un suspiro, resignado, claudicó con la radio y activó el reproductor de CD.

El punteo de una guitarra española, una melodía suave, dulce y melancólica, se enredaron en el silencio mientras las notas danzaban entre cuerdas con un violín de fondo.

Frunció el ceño, incapaz de reconocer esa música, pero aún más intrigada al no poder preguntar. Mientras menos hablaran, mejor sería para ambas.

Sin pretenderlo, la música logró su cometido, relajándola, y el chasquido del encendedor pareció activar el trance en ella. Inspiró como si pudiera inhalar el aroma de la música. Dejó que las notas la envolvieran con suavidad y, sin quererlo, se vio a sí misma sumergida en el recuerdo de los días compartidos en su casa, cuando Lauren tocaba y componía y ella la escuchaba absorta. Podía sentir como retumbaban los latidos de su corazón por partida doble, en su sien y en su pecho, ese que hasta no hacía mucho había estado vacío.

Bajó sus manos, el volante giró y el vehículo avanzó ligero, el ronroneo del motor apenas perceptible bajo el sonido de la música. Recorrió las calles despacio en busca de la subida a la autopista. Ninguna de las dos dijo nada, como si no fuera necesario. Como si el tiempo no hubiera pasado entre ellas, en una rara composición surrealista donde cada pieza parecía parte de un sueño y al mismo tiempo su prohibida realidad. Hasta que por fin Lauren habló.

—¿Él sabe? —dijo sin dejar de mirar el camino que debía recorrer.

Camila descruzó las piernas y se reacomodó en el asiento, cubriéndose con el vestido lo mejor que pudo.

—¿Quién? ¿Qué? —Vio a Lauren poner los ojos en blanco y giró para mirar por la ventanilla—. No.

—¿Y por qué reaccionó así?

—Porque mi obsesión por ti casi nos cuesta el matrimonio —la ojiverde asintió en silencio como si fuera eso lo que esperaba escuchar.

—Te necesito de nuevo conmigo.

—Yo no. Todo estaba bien hasta que apareciste de nuevo.

—¿Estás segura? —Se dio vuelta casi por completo para mirarla, impactada por la pregunta y el tono de su voz. Lauren la miraba de costado, con una ceja enarcada para enfatizar la pregunta.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora