Inspire me - Capítulo 8

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|Solo cruzas mi mente en invierno|

Desde el mismo lugar donde se había sentado al salir de la ducha, frente al ventanal, en una silla, escondida entre las cortinas, envuelta en la salida de baño de toalla, vio el sol salir en el horizonte. Sabía que hacia frío porque el vidrio se empañaba, una y otra vez, mientras respiraba.

Estaba perdida. Trataba de buscar una razón lógica para todo lo que le estaba pasando, pero sin importar qué, ni cómo, siempre llegaba a la misma conclusión. Sí, estaba embarazada.

Los ojos le ardían como si se hubiera restregado un limón en ellos, ni siquiera podía pestañear. No quería moverse, aunque varias veces había tenido que ir al baño: otro maldito síntoma.

La luz comenzó a llenar la habitación y se levantó para recorrer cada rincón, como si en algún lugar se encontrara la verdad que la salvara de esa pesadilla. La locura había terminado con ella, dividiendo su cabeza en dos. La razón y la pasión se habían apoderado de cada parte de su cerebro y se gritaban el uno al otro en un debate sin sentido.

Su corazón le ordenaba llamar a Seth y decirle la verdad, mientras su mente le decía que lo primero que debía hacer era ir al médico cuanto antes para saber su estado real y encontrar una solución inmediata a esa situación. Se sentía atrapada y todavía le quedaba un día completo por delante para terminar de volverse loca.

Después de horas de pugnar con su vida como un gato encerrado, decidió cambiarse y salir del departamento. Se calzó la capucha para cubrirse del frío. Se metió en el supermercado donde compraba con Seth y llenó su carro con cosas que no estaba segura si necesitaba. Pagó y se encaminó con las dos bolsas tal como había salido horas antes, sin una idea en limpio y las lágrimas congeladas en las mejillas.

Seth había llamado dos veces y no le había contestado, no podía. No tenía el ánimo, ni el valor suficiente para hacerlo, para decirle, ¿qué? Hola amor, ¿sabes qué? ¡Creo que estoy un poco embarazada! Entró al departamento y después de darle varias vueltas al asunto decidió que había una sola persona que podía ayudarla. Sacó su teléfono y marcó el número que tenía grabado en la memoria.

Como siempre, la persona que atendió del otro lado de la línea, lo hacía agitada, como si estuviera corriendo una maratón, cargando muchas cosas y llegando tarde.

–Normani.

–Ey, Mila.

–¿Cómo estás?

–Bien. ¿Tú?

–Bajando a los niños en casa de Bobby. Dylan todavía no está yendo a los entrenamientos de fútbol y no puede jugar a la play, así que está atascado conmigo.

–¡Oh!

–¿Qué pasó? ¿Estás bien?

–Sí, es sólo que... quería hablar contigo –Se hizo un silencio y escuchó varios golpes y ruidos, Dalia lloraba–. ¿Estás bien?

–Sí, dame cinco minutos. ¿Estás en tu casa?

–Sí.

–Te llamo en cinco minutos –Cortó la comunicación y se sentó en el sillón, esperando. El teléfono esta vez sonó en sus manos.

–Hola.

–Listo, estoy en camino a tu casa.

–¿Qué hiciste?

–Dejé a los niños con Bobby. Estaré allí en diez –Normani se levantó y se metió en la cocina para poner a hervir un poco de agua y preparar una taza de té.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora