|Danna|
Noelle estaba encerrada en esa casa enorme como si de una cárcel de cuatro paredes se tratara. Incomunicada, aislada, impotente y culpable. Mientras iba y venía de una punta a la otra, después de recuperar su teléfono y constatar que era imposible sacar ninguna información de él, pensaba de qué manera podía advertir a Camila de lo que se aproximaba a su casa. La escena que se pintaba en su cabeza era en tonos negros y rojos. Empezó a hiperventilar y su pequeño corazón hacía un esfuerzo por mantenerla en pie. Se acercó como pudo al viejo sillón Luis XV de Daphne, ese que estaba junto al teléfono, y bajó la cabeza hasta meterla entre sus rodillas para tratar de calmarse y respirar.
Todo lo que amaba en Danna era sólo la faceta clara de su personalidad dañada. Ella había tratado por todos los medios de ser el bálsamo que curara sus heridas, pero sólo logró transferir sus sentimientos de obsesión, posesión y absolutismo sobre ella misma. Pero sabía muy bien que todo estaba escondido bajo una bonita y dulce cubierta rosa. El dolor y el resentimiento no se curaban con maquillaje sino con terapia, la que fuera, desde la psicológica hasta la amorosa, pero llevaba tiempo... un tiempo que ella no había tenido del todo. Por eso París era ideal: lejos de lo que le hacía daño, podía empezar una vida diferente, de ella. Paradójico que lo que le hacía daño, provenía de aquellos que más la amaban.
Más calmada, buscó allí sentada, algo que la pudiera ayudar. Era el sillón favorito de Daphne, pasaba mucho de su día sentada en él, bordando, escuchando la radio. Estaba su teléfono, pero ninguna agenda o anotador. Ella no llamaba a mucha gente, todos la llamaban a ella, la matriarca. Había una sola persona a la que llamaba siempre, para cualquier cosa: David.
Levantó el teléfono y puso su última ficha a esa corazonada: presionó el botón de re-discado y esperó que el llamado llegara a destino.
—Hola.
—¡David! —gritó ahogada en su desesperación.
—¡Noelle! ¡Por Dios! ¿Qué te pasa?
—Oh, Dios... David...
—Hija, no me asustes. Dime qué te pasa.
—Es Danna... —aunque no hubo una palabra del otro lado, supo que el corazón de David explotó—. Recibí un mensaje de Camila avisándome que festejaban el cumpleaños de Dalia y...
—¿Qué? ¿Camila hizo qué?
—Me avisó, quizás pensando que ya estábamos en París. Me dijo que harían un pequeño festejo familiar...
—Mierda...
—Salieron de aquí como una tromba, directo a tu casa.
—¿Salieron? —dijo casi tartamudeando por algo parecido al miedo.
—Tu madre, tu hermana y tu hija.
—¿Le avisaste a Camila?
—No. Danna rompió mi teléfono y estoy aquí, sola, y no sé qué hacer... —la escalada nerviosa rompió en llanto en la muchacha francesa que de pronto se vio hablando de nuevo en su idioma.
—No te preocupes. Ya estoy en camino —dijo David, también en francés, tratando de consolarla.
—¿En camino? —Noelle trató de entender por qué no estaba él allí, en el cumpleaños de su hija.
—Es algo que necesitaba hablar con Danna y el resto de mi familia. Debí hacerlo antes...
—David... ¿Qué pasa?
—Cálmate. Después te contaré. —Noelle temblaba ante los mil escenarios que la incertidumbre creaba en su mente
—Es mi culpa...
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Lie to me - Camren G!P
Fanfiction+Historia temporal. Recuerda que es una historia publicada de manera privada, por lo que necesitas seguirme para acceder a todos los capítulos. Una vez que leas toda la historia, puedes dejar de seguirme si así lo deseas. Si no te aparecen los capít...