Capítulos Extras |19|

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|El final de la profecía| 

Fecha: 5 de Septiembre ~ 7 PM

Ir de compras en su estado, físico y mental, con una mujer tan obsesiva y protectora como Lauren, se había convertido en una odisea que rozaba las películas de espionaje. Era una suerte que ella fuera actriz. Suerte debía remarcarse con notorio sarcasmo, porque a su carácter posesivo y el intentar ser una sombra de su mujer, había que sumarle que Camila estaba en un momento en que lo último que quería era ser vista con la estrella del momento y que circularan las fotos por todo el planeta de las especulaciones de quién era esa mujer y por qué estaba con ella, que peleaba el puesto con las ballenas por el mamífero más grande del planeta, en vez de salir del brazo con sus bellísimas, flaquísimas y jovencísimas co-protagonistas.

Ya habían tenido mil discusiones por fotografías trucadas y libres interpretaciones de fanáticos y fotógrafos. Para Lauren, la solución era simple y una sola: sacarla del anonimato, abrir las puertas de su matrimonio y dejar de esconderse, ella, su mujer y su familia. Lauren estaba bastante cansada de tener que hacer malabares por esa actitud infantil que la había llevado a registrar a su hija con su apellido, a través de un poder en una isla del Caribe, dependencia del Reino Unido, para que empezara el colegio con su verdadero nombre. Otro tanto debería hacer en dos meses para registrar a los mellizos, pero por ellos no hizo tanto escándalo, todo fuera por evitar la discusión que derivaba en estrés para la embarazada.

La realidad era que Camila estaba aterrada de dos cosas: una, la pública, la inevitable exposición mediática y las repercusiones de la falta de intimidad sobre sus hijos. Ellos vivían en Internet y las redes sociales. Podían ser buscados, acosados, juzgados. Ya estarían las que dirían que hacía Lauren, tan joven, hermosa y exitosa con ella. Su autoestima en ese momento no resistiría el embate. Además, Lauren quería su casamiento especial, su fiesta en esa casa hermosa que había comprado en las Islas Vírgenes del Caribe. Allí se escondía, silencioso y perverso, su miedo secreto: casarse y volver a fracasar.

Revolvió en su cartera y sacó la billetera. Entregó su tarjeta de crédito a la cajera y miró al empleado guardar en varias bolsas todo lo que había comprado. Casi todo lo consultaba con Lauren a través del teléfono, describiéndolo o sacándole fotos. Ella rara vez bajaba al negocio. La táctica de ir a comprar casi al cierre les facilitaba la huida. Camila se quedaba hasta el final del horario, eligiendo; la llamaba cuando estaba pagando, Lauren estacionaba frente al negocio, a veces su guardaespaldas la ayudaba, o algún gentil empleado, y salían rápido sin que nadie las molestara.

Dan estaba de vacaciones, pobre hombre no tenía vida cuidando sus pasos y los de su familia. Había tomado una semana más para poder acompañar a sus hijos en los primeros días de colegio. Ese día había sido el primero de Dalia en el kinder y después había pasado la tarde con Paige y Robert, lo cual les permitió hacer algunas compras pendientes con tranquilidad. Después de esa parada en el Soho, pasarían a buscarla y luego se marcharían a casa.

Le envió un mensaje de texto anunciándole que ya estaba pagando, para que se acercara a la puerta del local. Mientras esperaba, vio un vestido que le encantó. Lo descolgó y midió por encima de su ropa, parecía perfecto y cómodo. Pero quería probarlo. Se excusó con la vendedora, que no puso ningún reparo después de la abultada factura que se estaba llevando y escuchó la campanilla de la puerta mientras entraba al probador.

Por suerte el lugar era bastante amplio y le permitió moverse con comodidad. Colgó el vestido de un lado y su cartera en el otro.

Se miró al espejo y evitó la imagen del cuello para abajo. Mientras desabrochaba su vestido, el aire que respiraba comenzó a sentirse denso y caliente, extraño, como si algo se quemara. ¿Claustrofobia? Genial, lo que le faltaba. Respiró profundo un par de veces, pero la sensación no se disipó. Al cerrar los ojos, tenía un hormigueo extraño detrás de los párpados, que se tradujo en puntitos de luz. Como si las paredes del probador se achicaran sobre ella, sintió la opresión directo sobre el cráneo. Su visión se nubló y se sostuvo de ambos paneles. Tragó varias veces y de a poco todo se fue normalizando. Sonrió y maldijo a sus hormonas, apoyándose en un costado.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora