Forgive me - Capítulo 42

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|Adiós mi amante|

Camila volvió a abrirse paso entre la multitud, con más violencia, sin quitar los ojos de la espalda de David, hasta que desapareció por un costado, en el momento exacto en que ponía un pie en la escalera y una mano fuerte, oscura como el cono de sombra que la rodeaba, protegiéndola de los reflectores y los juegos láser, la detuvo. Se sobresaltó y trató de zafarse, hasta que una voz acentuada, por un segundo desconocida, la hizo retroceder.

—¿A dónde va, señora?

—Yo... —Subió un escalón más y se preparó a enfrentar a quien fuera que detenía su carrera, preparada para estamparle en la cara su credencial de acceso VIP a todas las áreas. Su vuelo soberbio se detuvo en cuanto reconoció el rostro del Jefe de Seguridad de Seth. ¿Cuál era su nombre?

—Señora Camila.

—¡Azim! Disculpa, buscaba a mi marido —dijo sin mentir.

—No lo vi por aquí. Pero si me da un momento, la ayudaré —Le tendió una mano y la acompañó hasta el piso superior, orientándola con su propio cuerpo hasta una esquina, junto a una de las columnas de la arcada, por donde habían accedido, justo detrás de la línea de monitores donde se seguían reflejando los arribos a la alfombra roja.

Desde allí tenía una vista privilegiada al lote de estacionamiento en el que, si la vista no la engañaba, podía ver la coupe de David estacionada, dos lugares más allá del Jaguar de Robert y el BMW de Seth.

Volvió a mirar los monitores, donde un grupo de técnicos se aprestaban a cambiar las cámaras de lugar al interior. Azim volvió a llamar su atención.

—Si me disculpa, necesito preparar una salida y enseguida estoy con usted.

¿Una salida?

Su pregunta pareció tener respuesta en una imagen inesperada, cuando, detrás de su enorme espalda, pudo reconocer al guardaespaldas de Lauren y otro más que estaba en la alfombra roja. Su corazón, o ese músculo indiferente que había quedado varado en el medio de su pecho, dudó entre acelerarse como loco o tan solo detenerse ante la realidad de esas presencias. Se hundió en el rincón oscuro donde el jefe de seguridad la había confinado y esperó allí, inmóvil y en silencio, a que ella apareciera.

No tardó mucho más, justo cuando los tres hombres se marcharon en direcciones opuestas, revisando los alrededores como si fueran agentes del Servicio Secreto protegiendo la salida de la Reina.

No era para menos. Todos los periodistas del Reino y países aledaños estaban presentes en ese evento y se le irían encima ni bien supieran que estaba por abandonar el lugar.

A un costado, mientras Lauren encendía un cigarrillo, amparada por la misma oscuridad que la ocultaba, vio en uno de los monitores como Seth salía del teatro seguido por un séquito de mozos, con bandejas de bocadillos y bebidas para los reporteros gráficos y paparazzis. ¿Atención a la prensa o distracción para favorecer el escape de la estrella?

Camila volvió a mirar al frente, clavando los ojos en ese perfil adorado que estaba por desaparecer para siempre de su vida. Una parte de su alma clamó desesperada porque girara y la llevara con ella, otra parte, la racional, imploró indiferencia y quedó en silencio en la sombra.

Una explosión en el interior, parte del espectáculo, hizo a Lauren mirar atrás. Camila logró esconderse, pero la máscara en sus manos se escapó, rodando sobre la alfombra. Se inclinó para recuperarla, en la frontera de luz y sombra que se dibujaba frente a ella. Al estirarse, una mano apareció en su campo visual y el roce fue inevitable.

Todo desapareció en ese momento. Las luces y la música, la gente y las cámaras. Todo.

Una vez de pie, una frente a la otra, fue Camila quien susurró.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora