Forgive me - Capítulo 29

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|¿Qué dijiste?|

Con un último suspiro, Camila tomó fuerzas para abandonar la cama compartida. Escuchó el chasquido del encendedor antes de cerrar la puerta del baño, todavía en la oscuridad.

Apoyada en la puerta, se tapó la boca para no gritar. Las sensaciones que venían desde su interior eran abrumadoras, era como resucitar y sentir la vida volver a correr por tus venas, que tu sangre vuelva a ser roja y cada lugar que toca vuelva a florecer en una ansiada primavera después de tres años de cruento invierno. Era como volver a nacer en un lugar mejor, perfecto, y volver a sentir el olor del aire y el sabor del agua, y a partir de allí, descubrir de nuevo cada sensación que por comunes pasan desapercibidas por nuestra vida y sin embargo son un milagro cotidiano que no llegamos a apreciar.

Se pasó la mano por la piel desnuda y se maravilló de su textura, ni que decir de su olor. Ella había estado allí, la había tocado, la había besado.

Encendió la luz y se miró al espejo: despeinada y sonrojada, con los labios hinchados de tantos besos y los ojos brillantes de pasión desbocada, era la imagen del pecado. Si así se sentía el infierno, tendría que avisarle a San Pedro que no la esperase por esos parajes sagrados. Se mordió los labios mientras le sonreía a su imagen. Perra.

Usó el toilette y salió de nuevo a la habitación. Sobre la cama vacía, su ropa la esperaba extendida.

¿Sería muy infantil saltar en la cama de alegría? Agradeció el momento de intimidad que Lauren le había cedido y se vistió rápido, terminando de abrochar su camisa antes de salir del dormitorio.

Se quedó parada en la puerta cuando la vio apoyada en el respaldo del sillón, vistiendo sólo un pantalón de yoga y un top, con un cigarrillo encendido colgando de los labios.

Humedeció los suyos con algo más que hambre y las dos sonrieron en la oscuridad.

—Pensé que habías dejado de fumar...

—¿Quieres que lo deje?

—Sí —Lauren se inclinó a un costado y aplastó el cigarrillo en un cenicero hasta que la brasa desapareció.

—Hecho —Camila sonrió con ternura.

—Me tengo que ir —La sonrisa de Lauren se desdibujó. Ella se adelantó hasta el sillón y buscó su cartera—. ¿Me acompañas?

Lauren se impulsó en el respaldo y le indicó con una mano el camino hacia la salida de servicio que estaba en la cocina, por donde habían ingresado. Camila echó una mirada apreciativa al espacio: la cocina era un sueño. El ama de casa en ella se sintió en su lugar en el mundo.

—Me encanta tu cocina. —Lauren estuvo contra su espalda y sus manos en su cintura, antes de terminar la frase.

—Me encanta tu cuello —dijo hundiéndose entre su pelo, buscando la piel con sus labios y haciendo que el roce enviara esquirlas de deseo bajo su cintura. Gimió entre sus brazos mientras sus manos se escurrían bajo la camisa buscando su pecho, otra vez hinchado y tenso, sus pezones duros como si nunca hubieran recibido atención.

Camila trató de frenar esas manos ansiosas que estaban dispuestas a arrancarle la ropa y dejarla imposibilitada de salir a la calle. Pudo bajarlas pero en su camino al sur de su cuerpo, su centro que ardía en la expectativa de lo que ya no podía evitar, estaba desabrochando su pantalón.

—Tengo que irme —dijo en un hilo de voz. Lauren se inclinó un poco para apoyarse en su trasero y esa erección, enorme y plena, la hizo temblar completa en un espasmo de lujuria.

El pantalón ya estaba abierto y su camisa iba corriendo la misma suerte.

Sus dedos largos se movían expertos desenganchando los botones hasta liberar la piel de su encierro. Tenía que irse, sí, su mente era consciente de ello y enviaba mensajes desesperados al resto de su cuerpo, todo en vano. Sin despegarse ni un centímetro de la mujer de sus sueños, se deshizo del pantalón con dos contoneos y arrastró con él su ropa interior húmeda.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora