Lie to me - Capítulo 32

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|Una noche larga|

Me quedé en el salón las horas que duró la sesión de preguntas y respuestas y la firma de los libros. Me regodeé en mi propio dolor y angustia, como un purgatorio personal, repasando todos mis errores, y aunque pareciera imposible, en algún momento Lauren traspuso la puerta seguida por su guardaespaldas. Levanté mi cartera y la seguí en silencio, sin saber qué decir, o cómo decirlo.

Si la espera había sido tortuosa, el viaje fue el infierno en sí mismo, la distancia entre ambas, a un brazo de distancia, eterna e infranqueable como la Muralla China. Llegar al hotel no mejoró nada, ella con la mirada fija al frente, yo con los ojos clavados en la alfombra, tres pisos subimos sin una sola palabra y el silencio roto apenas por la campanilla del ascensor. Ella siguió su camino a la derecha hasta el fondo del pasillo, yo me detuve en la puerta a esperar que entrara en su habitación. No devolvió la gentileza, y el portazo resonó en todo el piso, anunciando su enojo con todos los redobles.

–Mierda –dije por lo bajo, accionando el mecanismo de apertura de la puerta y entrando a algo casi tan oscuro como mi futuro inmediato.

Dejé la cartera en una mesa junto a la puerta y fui hasta la ventana. Desde allí se podía ver el horizonte recortado de esa maravillosa ciudad, un paraíso en sí misma, cuna de mi prohibida historia de amor.

Sentí un vacío en el pecho, como si de pronto, me hubiera dado cuenta que no había tal historia de amor, como si todo hubiera terminado. Me desnudé en la oscuridad y decidí dejar que el agua de una ducha helada se llevara mis preocupaciones, y me ayudara a enfrentar mi destino. No abuse de mi guardarropa y elegí un sencillo pantalón de yoga y una camiseta que no me distrajera de mi objetivo final: Decir adiós.

Tenía mi tarjeta de crédito, así que podía comprarme un pasaje de inmediato para volver y llamaría a Dinah para que me fuera a buscar. Allenhead retumbaba en mi cabeza como una banda en fuga, la posibilidad de que mi esposo estuviera teniendo una aventura a metros de mis hijos anulaba mis sentidos. ¿Cómo podía ser? Era imposible. Una vocecita en mi mente, aguda y molesta, estaba diciéndome cual era la verdad: La única adúltera en esta historia era yo.

Salí de la habitación sin cerrar del todo la puerta y crucé el pasillo descalza hasta la puerta de ella. Golpeé dos veces y esperé. Acerqué el oído a la puerta y no se escuchaba nada. Al acercarme otra vez y golpear un poco más fuerte, la puerta se abrió de inmediato.

–Hola –dije dando un paso atrás. Me miró de arriba abajo con un cigarrillo en la boca y una botella en la mano, del mini bar. Estaba en top, con el mismo pantalón que vistió todo el día y descalza.

Dejó la puerta abierta y volvió a entrar. Entré lo necesario para cerrar la puerta y me quedé apoyada en ella, disimulada en la penumbra. Se acostó en la cama de un salto y se empinó la botella.

–Llamaron para decirme que en una hora nos vienen a buscar para ir a KU.

–Yo preferiría que nos quedáramos. –Se incorporó y me miró enarcando una ceja.

–Yo tengo que ir, lo siento.

–Claro –Bajé la mirada y susurré–. Te esperaré entonces...

–Camz –Levanté la vista y la miré terminarse la botella y tirarla al costado de la cama–... yo sabía que esto iba a terminar así.

–¿Terminar? ¿Así? –Inspiró con fuerza y volvió a fumar.

–No tengo derecho a sentir lo que siento por ti, y tampoco a hacerte sentir mal por eso. Es doloroso, pero no tiene sentido –Las lágrimas ardían en mis ojos y ella se dio cuenta de la variación en mi respiración. Se incorporó, pero no se acercó.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora