Lie to me - Capítulo 30

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|Mujer enamorada|

En el lobby del hotel, junto a la enorme escultura que dominaba el vestíbulo, nos esperaban para conducirnos al Palacio de Vista Alegre.

–Señorita Jauregui. Señora Benson –Lauren se calzó los anteojos oscuros y siguió al chofer, custodiada por los dos guardaespaldas mientras el asistente hablaba muy rápido conmigo, dándome todos los detalles del evento y lo que seguía. Traté de tomar nota mental de todo lo que pude, entendiendo a veces la mitad de lo que me decía. ¡Cuanto más sencillo era traducir desde un libro o palabras que no se estuvieran meciendo al son del flamenco!

El viaje fue rápido, sin ningún margen para contacto entre nosotros. Ella estaba en absoluto modo Jauregui. Notamos que estábamos llegando cuando las calles empezaron a estar valladas y se requería pase de seguridad para continuar. Lauren se dio vuelta y me sonrió. Mis huesos se derritieron. Aproveché su lapsus de atención para hacerle un breve paneo de la situación. Asintió una vez y volvió a mirar al frente. Estaba lista. Quien no estaba preparada era yo, cuando al girar en una esquina, la camioneta avanzó a paso de hombre en el medio de un mar de personas, en su mayoría mujeres, que gritaban su nombre y buscaban acercarse al vehículo de vidrios espejados, intuyendo quizás, que la estrella que esperaban estaba adentro.

Intimidada y sorprendida, saqué mis anteojos oscuros de la cartera y contemplé la escena, robada de la previa de los Oscar, tras el anonimato de los vidrios oscuros.

–Mierda –dije por lo bajo y sentí a Lauren reír y responder.

–Bienvenida a mi mundo.

Una vez traspuesta la primera marejada humana, accedimos a un sector más calmado, donde más gente de negro aguardaba, comunicándose como agentes de los servicios de inteligencia y con apariencias casi tan letales como ellos. Bueno, como los había visto en las películas. Ese era mi único contacto con este mundo paralelo. Eso y estar metiéndome en la cama con la actriz que estaba desatando ese estado de euforia. ¿Podía culparlas? No. En absoluto. Yo también era una víctima consiente de su encanto. Yo era parte de ellas.

Bajar de la camioneta fue sencillo, aunque moverse, entre los fotógrafos que la reclamaban y las fanáticas que la requerían, demoró más de lo esperado. Imité a las personas que acompañaban a Lauren que estaba delante de nosotros, que se mantenían en un discreto segundo plano, más atentos al entorno que a la estrella en particular. Cuando llegaron al final de la alfombra roja, me di cuenta que el otro actor era el co-protagonista de Lauren, Jeremy.

Del otro lado de las vallas, el griterío era inesperado. Yo pensaba que sabía lo que estaba pasando con Lauren y su irrupción en Hollywood, pero me había quedado corta. Había banderas de casi todos los países cercanos, una de las ventajas de vivir en Europa: te tomas un tren y en un par de horas estás en otro país, con otro idioma, otra gente, y acceso a cualquier evento cultural como este. Siempre había envidiado eso de vivir en el Continente.

Las fanáticas se agolpaban contras las vallas de contención y muchos de los gritos no eran de histeria.

Había lágrimas de emoción y empujones para lograr un lugar para tener acceso a la actriz. Por un momento la situación me preocupó. Una cámara cayó al piso y me acerqué detrás de ella para levantarla; una de las chicas me miró con lágrimas en los ojos y estiró la mano. –¿Pudiste sacarle la foto? –le pregunté en español. Ella negó y rompió a llorar como una niña perdida en la multitud. Me levanté y caminé rápido hasta alcanzarla–. Espera. ¿Puedes volver?

Sin entender por qué, pero sin preguntar, Lauren volvió sobre sus pasos hasta donde estaba la chica de pelo carmesí, con el rostro húmedo de llanto, pero sonrisa amplia. Lauren se acercó, la saludó y después estiró la cámara hasta mi mano. Enfoqué y los gritos estallaron junto al flash. Me acerqué y alejé cien veces con diferentes cámaras y teléfonos en la mano.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora