Forgive me - Capítulo 39

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|Sorpresa|

Sin mucha noción de cómo, Camila se encontró escaleras arriba, en su habitación, frente a su cama, ante un despliegue de seda y satén negros que contrastaban con las sábanas blancas desordenadas de su cama y brillaban como si reflectores de cine y no luces comunes, estuvieran iluminándolas. David, un paso atrás de ella, envuelto en su salida de cama, la miraba esperando alguna reacción.

Ella conocía esa tela y su confección, había estado sobre su cuerpo y se obligó a sacar a patadas las imágenes que acarreaba ese vestido, por su propio bien. Las manos de su esposo se apoyaron en sus hombros y su boca no llegó a rozar su oreja, sus palabras, un susurro conspirador.

—¿Qué sabías de esto? ¿Era una sorpresa?

—¿Eh? —dijo sin poder moverse, atrapada más por el desconcierto que por sus manos. David la hizo girar en su lugar y la miró con una sonrisa imposible.

—¿Vamos a ir a la Mascarada?

—¿¡Qué!? —La soltó y se metió en el vestidor, dejando ver apenas su figura, deshaciéndose de la salida de cama y mirándose en el espejo de cuerpo entero que estaba allí.

—Hablé con Normani en cuanto el mensajero dejó tu vestido y mi traje. Me dijo que se habían olvidado de cancelar el envío y que tú le dijiste que no íbamos a ir —Se asomó un poco para mirarla, con gesto desafiante.

Camila seguía mirándolo sin entender palabra alguna. A la cabeza que se asomaba, se agregó su cuerpo vestido con un smoking de impecable hechura. La sorpresa la inmovilizó pero se recompuso y contestó:

—No vamos a ir.

David no se inmutó. Se reacomodó en el traje, mirándose a lo lejos en el espejo, tomando una nueva perspectiva al admirarse. Se estiró sobre un costado y sacó algo que, al moverse, captó el brillo de la luz y volvió a entrar en el vestidor, saliendo del campo visual de Camila. Ella soltó el aire que había retenido en algún momento, esperando su embate de furia. Volvió a mirar el vestido sin animarse a tocarlo. No quería que nada de lo que implicaba, volviera a materializarse.

Con su voz profunda, cantando a capela un aria desconocida, llenó la habitación. David se ocultó detrás de su salida de cama, usada como capa, e interpretó la canción como si estuviera en el escenario.

Histriónico y conmovedor, giró alrededor de su esposa como si fuera la protagonista, dejando al descubierto una máscara negra metalizada que cubría la mitad de sus facciones. El gesto estupefacto de Camila cortó la magistral interpretación.

—¿Qué?

—Qué... —carraspeó para aclararse la garganta seca—, ¿Qué haces con esa máscara?

—La tengo hace años... un souvenir que Noel me trajo de Broadway. Es perfecta —dijo inclinándose sobre la cómoda de Camila, mirándose en el espejo donde ella solía maquillarse. Ella estaba sin palabras. La miró a través del reflejo y enarcó una ceja—. ¿Qué te pasa?

—Yo...

—¿Qué? ¿Me vas a decir que no vamos a ir a la Mascarada?

—David, ¿estás en tus cabales? Hace 48 horas casi te matan a golpes ¿y tú pretendes ir a una fiesta?

—Pretendo que vayamos a una fiesta. Lo dices como si me quisiera escapar de ti. Es la fiesta del esposo de tu amiga, su noche de gloria. Y se trata ni más ni menos de la puesta cinematográfica de mi obra de teatro favorita.

—Pero...

—No puedo creerlo —dijo dándose la vuelta y apoyándose en la cómoda, mirándola ofendido. Ahí estaba el verdadero David, el que ella conocía, el que convertía cualquier situación en una discusión.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora