Lie to me - Capítulo 33

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|Confesiones de humo|


No estaba en modo romántico esa noche.

Nada menos romántico en el horizonte que esa escena, y yo podía dar fe de ello, había pasado los primeros tres meses íntegros de cada uno de mis embarazos en esa misma posición. Contra cualquier plan o fantasía que mi corazón pudiera haber urdido, lejos quedaron los susurros sensuales, las caricias y los besos y esa única y épica madrugada entre sus sábanas, como si hubieran sido parte de otra vida, de un cuento de hadas que alguien me había contado, no vivido.

Mientras sostenía su cabello y su cuerpo convulsionante sobre el inodoro, cerré los ojos y recé para que todo pasara pronto. Se dejó caer sobre mis piernas, encogiéndose sobre un costado. Se le veía tan indefensa. Me estiré, logré hacer girar la canilla y cerrar el desagüe de la bañera para llenarla de agua caliente. Mientras esperaba, acaricié despacio su pelo.

Cuando estuvo casi llena la incorporé para meterla, así vestida como estaba. Se hundió despacio y salió con el pelo mojado. Me ocupé de hacer espuma con el jabón entre ambas manos mientras ella se iba desprendiendo de su ropa, dejándola caer a un costado con un sonido húmedo.

Cuando levantó los ojos, encandilándome con su brillo, el jabón escapó traidor de mis manos para perderse en el agua que la cubría.

–¿No me vas a bañar?

–Ya dejaste bien en claro que no eres una niña, que no te gusta que la gente se ocupe o preocupe por ti, que puedes arreglártelas tu sola.

–Puedo aceptar atenciones en lugar de preocupaciones –Cuando la miré, se humedeció los labios con la punta de la lengua y el piso a mis pies se sacudió. Cuando se dio cuenta de mi reacción, sonrió un poco más–. ¿Por qué no entras aquí conmigo?

–Porque alguien tiene que estar consciente para rescatar a la otra.

–Yo puedo hacer eso.

–Sí, seguro –Extendió su mano y la mía, traidora como era, no puso ni un reparo en extenderse y reunirse con ella. Lo mismo mi cuerpo, tan en sintonía con el suyo, tan a su servicio, que era una deshonra.

Me puse de rodillas contra la bañera y ella con la otra mano, dejó en el borde la pieza de jabón. Cerró los ojos y se entregó a mis manos resbalosas. Estiré su brazo y deslicé el jabón en toda su extensión.

Se acomodó para disfrutar el momento, y si no fuera que yo también estaba disfrutando ese momento de intensa intimidad, me hubiera puesto furiosa de su expresión de paz, después de haberme hecho pasar ese momento del infierno. Me concentré en cada parte de su cuerpo, memorizando cada curva, cada músculo, cada tendón, como si mis manos estuvieran esculpiendo, modelando, cada pieza de su perfección, como si un poderoso sortilegio hubiera convertido piedra en carne bajo mis dedos.

Su mano detuvo la mía cuando llegué a su bóxer, clavando sus ojos en los míos... sin soltarme, sacó el pedazo de tela y lo dejó a un costado. Acompañó mi mano con la suya para recorrerla entera, acariciarla. Cerró los ojos estirando la espalda, mientras mi mano se deslizaba entre sus piernas; la veía disfrutar cada caricia, morderse los labios para reprimir un gemido, estremecer el agua con sus movimientos sensuales pulsando las cuerdas de su sexo, cada pliegue, cada surco, cada curva, presionando y acariciando su piel tibia bajo el agua.

Saqué la mano del agua y me apoyé en el borde de la bañera mirándola relajarse y entreabrir los ojos, sonreí mientras ladeaba la cabeza. Me moví hacia el otro extremo de la bañera mientras sus dedos jugueteaban con mi pelo.

–¿Terminaste?

–Me faltan los pies.

–Hmmm

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora