Lie to me - Camren G!P

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Tell me one last thing," said Harry. "Is this real? Or has this been happening inside my head?"

"Of course it is happening inside your head, Harry, but why on earth should that mean that it is not real?"

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte

Capítulo 35 pag.743

|Captain Crash & The Beauty Queen From Mars|

Punto de Vista de Lauren Jauregui 

8:00 AM en Londres, Inglaterra 

Habitación exclusiva hotel en Los Ángeles

Como un tic, Lauren Jauregui miró su reloj de pulsera, el que mantenía con la hora de su Londres natal, e hizo la cuenta mental de la hora en Los Ángeles. Si restaba ocho horas, sabía que eran las 12:00 de la noche. Tan simple.

Cargada con su laptop, tres guiones, dos paquetes de cigarrillos y la guitarra cruzada en la espalda, accionó el mecanismo de apertura de la puerta del Hotel donde se hospedaba y pateó la madera sin violencia, lo suficiente para darle paso a la suite 916 que era su hogar desde hacía... otra vez las cuentas no, pensó fastidiada.

Llegó al sillón central y soltó todo sin cuidado. Sacó una cajetilla abierta del bolsillo de su pantalón y la sostuvo entre sus labios mientras revolvía las cosas desparramadas en el piso, buscando el encendedor. Acomodó la laptop en la mesa de centro con una sola mano, sin importarle demasiado el daño que pudiera hacerle a la pantalla y presionó el botón de encendido. Debía tener poca batería. Miró alrededor buscando los cargadores, en esa rutina eterna de conectar todos sus "artefactos" para que nunca se apagaran. Sino, debería enfrentar las consecuencias de no estar disponible en un mundo sin pausa. Si sólo por una noche pudiera escaparme, pensó.

Sin escalas, fue al pequeño refrigerador lleno de cervezas Corona y agua mineral Perrier. Había algunos chocolates y mantenía las mini botellas de alcohol al fondo, bien frías, por si alguna noche necesitaba algo más fuerte. El stock de la botella de cuello largo nunca bajaba, esa era la única instrucción precisa que había dado al servicio de habitaciones. Podían no limpiar, ni levantar la ropa sucia, ni cambiar las sábanas de su cama, pero siempre, sin excusa admisible, debía haber dos paquetes de seis bien fríos, para cuando llegara a la noche, después de su jornada laboral, que empezaba al amanecer y terminaba cuando había firmado el último autógrafo en la puerta del hotel. Quien se anime a decir que ESTO no es un trabajo, se ganará un buen gancho de derecha.

Apoyó la boca de la botella en el borde del refrigerador y con un solo golpe destrabó la tapa metálica, y antes de respirar de nuevo el líquido dorado, helado, bajaba burbujeante por su garganta. No pensó, mientras caminaba y sólo disfrutaba ese único, mundano y privado placer, sin mirar de reojo si algún paparazzi la tenía en foco, o quién estaba a su lado en la barra para saber cuál sería la nueva coprotagonista de sus andadas nocturnas, con la cual de seguro inventarían un vínculo extravagante, una historia que vendiera, autorizada por los jefes de relaciones públicas de la productora cinematográfica con quienes había firmado un contrato leonino del que podría desvincularse sólo después de filmar tres películas más. Y pensar que parecía lo mejor que me había pasado en la vida, murmuró entre dientes cuando pateó algo de ropa en el camino al sillón.

Levantó los tres guiones que su agente le había dejado, propuestas fruto de su muy nueva notoriedad, y los arrojó a un costado, sobre otra pila de ropa. Echando un vistazo alrededor, esa parte de la habitación parecía Kosovo. ¿Qué pasa con el servicio de limpieza de este hotel? Lo de las cervezas y el resto, era una manera de decir. Se puso de pie y deseó tener la cámara web activada para que su madre la viera, haciendo orden con su ropa.