Capítulos Extras |7|

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|En el ático|

Era la hora de la merienda y la casa permanecía en silencio a pesar de que casi todos sus ocupantes estaban en ella. Chris había ido a buscar a Lauren y a Dalia para visitar a sus padres y darles la muy reciente e inesperada noticia de su pequeña. Después de mucho hablarlo, Camila había decidido no participar y descansar en el magnetismo natural que Dalia ejercía sobre el mundo que giraba a su alrededor. Chris dijo tener un plan, era mucho más de lo que ellas tenían. Además, pese a haber pasado muy poco tiempo de la caída del velo y el fin de muchas mentiras, todavía no había tenido tiempo, ni agallas, para sentarse a hablar con sus hijos.

Los tres estaban reunidos en el ático, haciendo algo que involucraba música y tecnología. Subió los escalones con cuidado, portando la bandeja cargada de sus pedidos y golpeó la puerta con el pie. Drew salió a su encuentro y la ayudó.

Desparramados en el piso, un teclado y un bajo se mezclaban con una maraña de cables, conectados a una consola antigua que Damián había comprado en una venta de garaje el año pasado. Eso conectado a la laptop de Dylan y al televisor principal que hacía las veces de amplificador. El experto en tecnología acomodaba cables mientras el músico virtuoso estaba recostado en una montaña de almohadones dispares, punteando su guitarra.

Cada uno había tomado una actitud silenciosa dentro de las personalidades de cada uno. Drew incorporó la situación con naturalidad, suponía que después de su propio análisis y conclusión. Dylan permanecía al margen, casi indiferente, mucho más metido en su mundo, sin otra interacción con el exterior que la comunicación con su novia Maddy, que aún no había regresado de París. Damián también estaba silencioso, pero como la olla a presión que estaba juntando vapor para explotar. Después del primer choque y la posterior charla con su padre, no le quedó más alternativa que volver a la casa materna y rezar todas las noches para que su mayoría de edad llegara rápido.

Dylan se puso de pie para hacer lugar a la bandeja y Damián se acercó en su mutismo habitual. Camila se quedó ahí, de pie, mientras los tres se acomodaban para una reconfortante pausa. Sin esperar invitación, se sentó con las piernas cruzadas.

—Sé que todavía estamos tratando de entender lo que ha pasado con nosotros, pero quisiera saber cómo están ustedes... Qué piensan... Qué sienten.

Damián era el único que no la miraba, concentrado en revolver su taza alta de café negro y chocolate. Después del campamento, y todo lo ocurrido, era el que había tomado, tanto ante David como Camila, actitud de joven adulto devenido en rebelde sin causa, o con toda la causa del mundo según él. Y ninguno de sus padres se sentía con autoridad de decirle que no o llamarlo al orden. Trasnochaba y dormía de día, había dejado de ponerle leche a su habitual bebida, no se bañaba y contestaba como si recién saliera de la cárcel, a quien fuera beneficiario de su respuesta, a la mayoría los ignoraba como si fueran transparentes. Esa era su poco sutil manera de decirle adiós, para siempre, a su niñez pisoteada por sus progenitores. Camila lloraba cada noche acusando recibo de su mensaje.

Dylan bebió un poco de su taza alta de leche y miró a Drew, que tampoco tenía muchas intenciones de hablar.

—Es una situación bastante extraña, mamá. Hablo por mí al decir que quiero que seas feliz y que papá también lo sea. Hoy no puedo ver más allá de eso.

—Quiero que sepan que tanto su padre como yo estamos abiertos y atentos al diálogo, pero si necesitaran hablar con otra persona, un profesional, un consejero, podemos buscar asesoramiento en alguien que... —Damián se rió entre dientes y la miró.

—¿Tú no lo necesitas? —dijo sin un poco de vergüenza o educación.

—Yo...

—¿Cómo puedes tomarlo con tanta naturalidad? ¿Cómo pretendes que todo siga rodando como si nada hubiera ocurrido?

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora