Lie to me - Capítulo 44

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|Dolor|

Lunes. Comienzo de la cuenta regresiva. 120 horas para estar en sus brazos.

Ya tenía todo listo para el viaje: ropa, documentación, regalos para las niñas de Demi, dos conjuntos nuevos de lencería erótica y una caja de chocolates que pensaba comer con ella en la cama.

El día pasó como un borrón en mi calendario, aunque la noche se resistía a llegar. En un día especial, tendría lugar la presentación en los premios de cine de la cadena musical de televisión. Disimulé como pude mi ansiedad en la mesa y demoré todo lo que pude la limpieza de la cocina hasta que todos se marcharon a la cama. Me acosté sin poder cerrar los ojos, consciente de que la diferencia horaria hacía que recién a las dos o tres de la mañana pudiera verla en directo. Con el éxito y la movida publicitaria que los estudios estaban haciendo, de seguro les entrevistarían en la alfombra roja.

La adrenalina hervía en mis venas mientras escuchaba la respiración acompasada de David junto a mí. Cuando se hizo rítmica y profunda, me deslicé fuera de la cama, me metí en el vestidor y me saqué el pantalón de mi pijama, para ponerme el bóxer de Lauren. Bajé con el teléfono en la mano y no pude contener la ansiedad de mandarle un mensaje, de hacerle saber que estaría viéndola, que, aunque más no fuera por la magia de la televisión, estaríamos juntas esa noche.

Envié un mensaje vacío, pero no tuvo respuesta.

Puse el televisor en modo silencioso y me senté en el piso, ni siquiera podía estar en el sillón. El corazón me explotaba en el pecho, como si fuera a verla en persona otra vez. Abría y cerraba nerviosa el teléfono esperando que apareciera. ¡Mierda! Cuanta gente insignificante estaba siendo entrevistada.

Me puse de rodillas en cuanto la vi aparecer y casi grito de los nervios.

Caminaba junto a Keana por la alfombra roja, saludando. Recordé nuestro tiempo en España. Sonreía, jugaba con su pelo, el sol la hacía brillar de manera especial. Llegó a la entrevistadora, una que nunca había visto.

–Bienvenidas a los Premios de Cine de la Cadena Musical de Televisión.

–Gracias –dijo Kea.

–¿Han estado alguna vez aquí?

–No, nunca –dijo Lauren sonriendo.

–¿Qué expectativas tienen?

–¡Las mejores! –dijo de nuevo ella.

–Y están aquí para...

–Presentaremos un clip inédito para invitarlos al estreno de Guerreros de Xydonia este viernes en todos los cines del país –Lauren sonreía mientras Keana era la abanderada de la promoción.

–Hay una pregunta que nos ha estado llenando nuestras casillas de mail y ya sabemos que se lo han preguntado –¡Oh no! Keana bajó la mirada y se cruzó de brazos mientras Lauren se rió echando la cabeza para atrás–. ¿Qué hay sobre los rumores de Keana y Lauren como pareja igual que Lara y RT?

Contuve la respiración mientras Lauren hizo un gesto de cederle la palabra a Kea con ambas manos y ella la miró como si fuera a hacer una confesión de amor.

¿Una movida publicitaria? Estaba paralizada como si una bomba estuviera a punto de detonarse frente a mí. Lauren sonreía. Keana habló.

–Ya veremos –La miró y sonrió cómplice. Lauren le tomó la mano y le besó el dorso sin dejar de mirarla.

Mi teléfono se abrió solo y marqué su número mientras la entrevistadora decía algo en las líneas de "tenemos una mega primicia exclusiva con nosotros" sonriendo como si... como si estuviera entrevistando al Presidente y a la Reina confesando su romance. ¡Maldición! No podía ver más allá de las lágrimas. El teléfono sonaba en mi oído sin entrar a casilla de mensajes.

En la pantalla, la mano de Lauren fue a parar a su pecho, donde el aparato tenía que estar vibrando con mi llamado. Sus ojos fueron a la cámara que la enfocaba y yo sentí su mirada traspasar la lente, el espacio, el cable y la pantalla para llegar a mí, y decirme... ¿Qué?

De rodillas, frente al televisor, con el teléfono pegado a la oreja, apoyé una mano en la pantalla mientras las lágrimas caían sin pausa.

–Ella es mía.

En ese momento, todo lo que no podía suceder, sucedió.

–¿Con quién estás hablando? –Me paré y me di la vuelta, cerrando el teléfono de un golpe.

–David –Caminó despacio, sus ojos brillando furiosos bajo el reflejo de la luz del televisor.

Se acercó y quise retroceder intimidada, pero choqué con el televisor.

–Estoy harto de todo esto –dijo en un susurro–, estoy harto de este maldito libro, de lo que estás haciendo, tu vida girando en torno a esto cuando no te interesa más ni tu casa, ni tus hijos, ni tu marido. Estoy harto de pagar cientos de libras en tus llamadas internacionales –Abrí los ojos, sorprendida, y un escalofrío me recorrió entera–. Estoy harto de todo esto y se está terminando ahora.

Estaba aterrorizada cuando se detuvo a un paso de mí.

–Es hora de que asumas la edad que tienes, la vida que tienes. Esta es mi casa y se hace lo que yo digo. Estoy harto de tus salidas, de tus viajes, tus horas en Internet. No pienso cortarte las alas, he sido muy generoso. Puedo parecer un imbécil pero no lo soy.

Estaba temblando. Apretaba el teléfono en mi mano casi para hacerlo desaparecer dentro de mi piel y sentía las lágrimas quemar mis mejillas.

–Todo esto se termina aquí. Ahora. Si quieres seguir con esta vida, si quieres volver a tus años góticos, a la droga y el alcohol. Si quieres volver con los rockeros y las uñas pintadas de negro, adelante, pero no en mi casa. Y no con mis hijos –Tragué sabiendo lo que eso significaba. Bajé la cabeza en señal de sumisión. David sabía donde pegarme–. Ve a la cama.

Me escurrí por un costado, subiendo lo más rápido que pude. Entré despacio y cuando estaba apoyándome en la puerta para cerrarla, la empujó, entró y cerró con seguro.

Antes de que pudiera llegar a la cama, lo sentí agarrarme del cuello desde atrás y hacerme caer en la cama. Escuché el golpe sordo del teléfono contra la alfombra cuando se escapó de mi mano. ¡Dios! Estaba aterrorizada. En otro momento de mi vida, eso mismo me hubiera erotizado hasta la médula, pero no se sentía sensual o erótico. Estaba mal. El miedo había reemplazado a la pasión. Me dio vuelta y me sacó la camiseta de un tirón. Me agarró del pelo y me sometió. Mi cuerpo se resistía y no era parte del juego. Tampoco lo era para él. No era un juego: era un castigo.

Buscó mi ropa interior y se dio cuenta que era un bóxer. ¡Diablos! Él no usaba bóxers. Su boca fue a mi oído y su mano me sacudió la cabeza aferrándome el pelo.

–¿Ropa interior masculina, Camila? ¿Te excita? ¿Quieres que te trate como a un hombre?

–David... me duele...

–Y te va a doler más –Me mordió la oreja y dejé salir un gemido fuerte. Volvió a sacudirme del pelo–. ¿Vas a gritar? Vas a despertar a los niños... ¿es lo que quieres?

Sentía la cara húmeda de las lágrimas y mi cuerpo helado con el frío de mi transpiración. Me dio vuelta de nuevo y con una sola mano, sin soltar nunca mi pelo enredado, bajó el bóxer hasta la mitad de mi pierna y se abrió paso dentro de mí, primero con una mano, luego su miembro siguió el camino. Me incorporó de un tirón y me acomodó para entrar violentamente.

Me mordí los labios para no gritar mientras me sacudía desde la espalda, aferrado a mi pelo. Una mano en mi cadera para que no me saliera de curso... más rápido y violento. Me empujó sobre la cama y apretó mi cara contra la almohada y no me dejaba respirar mientras seguía golpeando con fuerza.

El dolor me soltó las manos y me dejó caer a la inconsciencia y la oscuridad.

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Capítulo sin revisión final, si ves un error, hazme saber. Gracias por leer <3  

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora