Forgive me - Capítulo 12

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|Mi lugar en el mundo|

Todos levantaron la mirada cuando Camila entró en la sala y Paige dudó un momento en soltar a Dalia, que ya había trepado a sus brazos, o pasarla a los de Robert para no dejarla caer. La madre de la criatura apretó los labios e hizo un gesto con la mano para detenerla. Se acercó despacio sin decir nada. Robert se tragó el gesto de sorpresa y se adelantó un paso para saludarla.

—¿Cómo estás?

—Bien.

—¿Cómo llegaste anoche?

—Bien —La siguiente pregunta no fue con palabras, estaba impresa en sus ojos claros, y ella entornó los suyos como respuesta—. Hola, Paige —La aludida la miró sin poder disimular el segundo de sorpresa. Desde que se habían conocido, hacía algunos meses atrás, Camila jamás la había saludado y siempre se había dado el lujo de ignorarla con dramatismo.

—Hola.

—Vamos, Dalia, papá nos está esperando en casa —Camila estiró ambos brazos queriendo recuperar a su hija y ésta se abrazó al cuello de Paige para evitar ser separada.

—No quiero. Paige recién llega y quiero jugar con ella.

—No podemos.

—Ve, Princesa. Podemos jugar otro día. ¿No extrañas a papi?

—No. Lo veo todos los días y a ti no.

—Vamos, Dalia —dijo Camila, impacientándose. Normani se acercó con Tristan en brazos y quiso apoyar las gestiones de la madre en desgracia, pero sólo logró que la niña se encaprichara más y llorara como si le estuvieran amputando los brazos.

—Ven, quiero hablar contigo.

Robert agarró del brazo a Camila y la llevó afuera de la casa, pasando la puerta de entrada y cerrándola tras de sí. Ella lo enfrentó con los brazos cruzados.

—¿Qué?

—¿Qué pasó anoche?

—¿Qué parte?

—Toda la noche fue muy interesante, empieza por donde quieras —Camila bajó la vista y él se recostó en la columna de entrada sin dejar de mirarla. Quizás le llevaría un tiempo poder empezar a hablar.

—Ya te dije que lo sentía. ¿Qué quieres? ¿Verme de rodillas? —Él enarcó una ceja e inclinó la cabeza sopesando la idea. Ella lo golpeó en el brazo.

—No es a mí a quien tienes que pedirle disculpas.

—¿Y qué diablos crees que estoy haciendo aquí hoy? —Robert la miró fijo y ella se dio vuelta, mirando a la calle. Desde adentro le llegaban las risas agudas de las más grandes y la más pequeña.

—¿Qué pasó con Jauregui?

—Nada.

—No me mientas. Bastó que tu esposo te diera luz verde y te arrojaste en el asiento de su automóvil.

—¿Eso crees? —dijo ella, volviendo a mirarlo, al borde de la indignación.

—Tenías cuatro alternativas más sanas y seguras, y elegiste meterte en la boca del lobo.

—No quería molestar.

—Querías irte con ella.

—David dijo...

—¡Crece, Camila! Tú no le dices a tus hijos: "¡Toca eso!" como amenaza certera de que el horno está caliente y se van a quemar. Tu marido te arrojó a los brazos del pecado y no te resististe ni un poco.

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora