Set me free - Capítulo 11

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|Noviembre|

Las acciones de evasión que Robert Morris había llevado adelante durante toda esa mañana habían sido exitosas. No había mirado a nadie a los ojos y todos lo habían esquivado con sólo sentir el aura de amenaza que lo rodeaba. Todos sabían qué día era, porque exactamente dos años atrás, él se había encargado de invitarlos a una fiesta sorpresa. Y hacía menos de un mes, habían conmemorado con una misa a las seis de la tarde en la Iglesia de la Piedad, la muerte de su anterior jefa. Lo sabía porque se lo habían contado. Ese día, como ninguno desde la muerte de Dinah, él había faltado. Se había pasado todo el día encerrado en su habitación, en el departamento que alguna vez habían compartido, al que habían convertido en su hogar.

En menos de cinco minutos, todo el piso había quedado vacío y silencioso. Todas las computadoras apagadas, los teléfonos mudos, las sillas vacantes. Ni una sola vez el ascensor se había detenido en ese piso, como si de pronto, la vida misma se hubiera olvidado que existía, en un piadoso paréntesis. Un año. Exactamente un año. Había terminado el primer año ¿y ahora qué? Ya no podría recordarla viva. Ya no sería su frase de cabecera, sin necesidad de agenda o calendario, "hace un año atrás Dinah y yo..." Ya no más. A partir de ese día, todas sus vivencias incluirían una Dinah ausente, que le dolía. Una Dinah muerta.

Nadie la mencionó, y eso hacía que su ausencia fuera aún más notoria. Lejos de mitigar el dolor, parecía acrecentarlo. Nadie la había olvidado, pero ya había quedado en el pasado. Era sólo un nombre, un recuerdo, una anécdota.

Wathleen había invitado a todo el personal de la empresa a un almuerzo para conmemorar a Dinah. Él no iría. Normani y Ally tampoco, justificadas por sus licencias por maternidad. Camila tampoco.

La campanilla del ascensor resonó en el ambiente y exhaló con resignación, como el moribundo que sabe que es la muerte quien lo viene a buscar. Podía verla, vestida de negro de pies a cabeza para mezclarse entre la gente como uno más, seguramente con anteojos oscuros para ocultar sus intenciones, sosteniendo en la mano...

Abrió los ojos y se incorporó despacio sobre el escritorio, superando con su altura el tabique de madera que lo separaba del espacio contiguo, mirando hacia la entrada del piso. Ella venía caminando hacia él, vestida de negro, el cabello húmedo y anteojos oscuros. Traía algo en la mano y él tragó con fuerza, tratando de hacer retroceder la llamarada de furia que estaba creciendo en él.

–¿Qué haces aquí?

–Vine a buscarte.

–Quiero estar solo.

–Yo no quiero que estés solo –Robert la esquivó y caminó rápido por el pasillo hasta el final, donde estaba el baño. Ella casi corrió para igualar su paso. Él se detuvo con la mano en el picaporte de la puerta del baño y Camila apoyó con suavidad la suya en su brazo–. Por favor.

–Vete, Camila.

–Por favor –Abrió la puerta con violencia y la cerró en sus narices, haciendo resonar el eco del portazo en toda la estructura del piso. Camila se apoyó en la puerta con ambas manos y habló contra la madera–. No sufras más, por favor, déjalo salir.

–¿Dejarlo salir? ¡No tengo nada adentro! –Ella se apartó como si la vibración de su grito hubiera tenido fuerza suficiente para moverla. Ella ya estaba llorando. Él recién estaba empezando.

.....

–Bobby...

–¡Déjame en paz de una vez! ¡Deja que me muera solo! ¿Es que nadie se da cuenta de que nada puede salvarme? Ella se llevó todo... ¡Todo! Mi vida, mis sueños, mi amor... Miro para adentro y sólo veo un enorme agujero negro. Donde antes latía un corazón ahora sólo retumban las palabras. Donde antes había amor ahora hay ira y resentimiento. Ella no tiene una idea de lo que me hizo muriéndose ¡La odio! ¡La odio, maldita sea! ¡La odio por haberse muerto! ¡Por haberme dejado en esta vida miserable sin ella! –Repitió una y otra vez golpeando con furia la puerta–. ¡No me quedó nada! ¿Ella pensó que un departamento, un auto y su puesto en el trabajo compensarían su ausencia? ¿Llenarían su lugar? ¡Qué poca fe se tenía!

Lie to me - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora