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Narra Romeo

Al llegar a mi habitación traté de descansar pero mi mente no paraba, estaba demasiado intranquilo. Necesitaba hablar con Deb pero ¿Como iba a hacerlo si me detesta? Lo único que me consolaba era que ahora sabía donde estaba y con quien.

¿La hará feliz?

De pronto un foco imaginario se prendió encima de mi cabeza... era hora de cobrar algunos favorcitos que me debían...

Por principios de cuenta llame a nene y le pedí que me investigara todo sobre debora y el tal Alaric, por un momento me sentí como ese psicopata de netflix.

Después Llame al tipo que me había pedido el favor de cantar en la pasarela de debora.

—Hola, hola– respondió aquel tipo– A que se debe semejante dicha.

–Que tal, como estas?– dije saludando.

–Excelente y vos?

–Bien... amigo hablo para cobrarte uno de los tantos favores que me debes...

–Ya decía yo, era demasiado bueno para ser cierto– ambos soltamos la carcajada.–¿En que puedo ayudarte amigo?

–¿Recuerdas aquella chica para la que me pediste que cantara en su pasarela?

–Claro, como olvidarla, demasiado Bella.

Su comentario me causó un poco de molestia.

–Bueno... necesito verla, ella está viviendo aquí en Ibiza.

–Vale, te consigo su número.

–No, no... esto va más allá de eso... – solté un suspiro.—Ella no quiere verme...

–¿Vos que le hiciste cabron?– dijo riéndose.

–Larga historia...

–¿Y tú qué es lo que quieres que haga?

–No lo se– dije pasándome la mano por el cabello.–Arregla una cita con ella o algo y es cuando yo llego o no se, piensa en algo– dije frustrado.

–Bien, veré que puedo hacer... te llamo más tarde.

Narra debora.

Seguía muy aturdida por el reencuentro, nunca pensé en ello, al contrario deseé con todas mis fuerzas no volver a verlo nunca.

–Cariño ¿Estas bien?– me dijo Alaric sacando de mis pensamientos.

–Si, estoy bien– le dije intentando sonreír.

–Prométeme que con este reencuentro no cambiará nada entre nosotros– pude notar la preocupación en sus ojos.

–No... él es pasado, tú eres mi presente– dije acariciando su mejilla.

–No quiero perderte... ni a ti, ni a nuestro hijo– dijo colocando su mano sobre la Mía.

Esas palabras me estrujaban el corazón. Ni siquiera había pasado por mi cabeza dejarlo, Anthony ya fue. Además este hombre que tengo frente a mi, dejó todo por mi. Me acepto con el hijo de otro hombre, además de sacrificar el no tener descendencia... no era seguro que yo pudiera darle un hijo y eso a él no le importo.

–No vas a perdernos... Te amo Alaric– dije tomando su rostro entre mis manos y le di un beso en los labios.

Después de dejar a mi hijo en la guardería fui a mi trabajo, aun seguía en el mundo de la moda. Trataba de concentrarme pero no podía. Volver a verlo removió todo... Su estupida sonrisa... ¿Por que tenía que encontrarme? Lo peor de todo era que cada mañana lo recordaba al ver a mi pequeño, eran tan similares... Si Anthony conviviera con él se daría cuenta enseguida.

–Deb, tienes una llamada...– dijo mi secretaria.

–¿Quien es?–Mi cerebro se puso en alerta.

–Tu amigo el gay.

–No lo llames así, tiene un nombre– dije molesta y tome la llamada.

–Alo cariño– respondí.

–¿Como estas bebé?

–¿Bien y tú?

–Bien, mi hermosa... llame para cobrarme un favorcito...

–Oigan a este– dije riéndome.–¿Que necesitas mi rey?

–Un amigo quiere hacer una pasarela... va a lanzar una línea de zapatos.

–¿Y cuál es el favor?

–Quiere hablar contigo, ver si pueden trabajar juntos.

–Bueno... yo no puedo hacer eso. Mi jefe me mataría.

–Bueno... ve a la cita con este hombre y dile eso. Me lo debes cariño.

–¿Y no puedes decirle tú que no puedo y ya?

–No, lo tengo llamándome 10 veces al día y si le digo eso, va a creer que es cuento mío.

–Ok, está bien. ¿Cuando y donde?

–Mañana, en su oficina a la 1:00 de la tarde. Te envío la dirección por texto.

Lo que tiene uno que hacer por los amigos... pero tiene razón, se lo debo. Apenas colgué la llamada, mi jefe entro a mi oficina. ¿Tenía radar para las traiciones o que?

–Hola debora.– dijo mi jefe, al contrario de mi jefe anterior este era un amor, exigente pero comprensivo, ya le había tomando bastante cariño.

–¿A que debo semejante placer de tenerlo en mi oficina?– me levante para saludarlo y abrazarlo.

–Mira, vengo a traerte esto.–Eran dos boletos.–Los mando un socio para todos los directivos.

Lo vi y eran para el maldito concierto de Romeo, mi corazón empezó a latir al mil por hora. En automático se los regrese a mi jefe como si los boletos estuvieran quemándome las manos.

–¿Que?– pregunto mi jefe extrañado.

–No puedo ir.

–Debería de ir debora, trabajas demasiado. Te haría bien distraerte.

–Si, pero no de ese modo.

No sabía por qué pero me sentía nerviosa, a pesar de ser unos estupidos boletos, sentía como si romeo estuviera acorralándome para que le dijera la verdad y eso me asustaba.

–Déselos a mi secretaria– dije en un último deseo de deshacerme de ellos.

Mi jefe salió frustrado por mi negativa.

Me senté en la silla y sentí unas ganas tremendas de llorar...

Al día siguiente iba bastante apurada a la cita que tenía, ya iba tarde

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Al día siguiente iba bastante apurada a la cita que tenía, ya iba tarde. Me había puesto una falda negra de tubo que me impedía dar pasos más largos.

Cuando llegue a la recepción, la chica me atendió enseguida y me guío hasta una oficina.

–Enseguida viene el señor– dijo la secretaria antes de dejarme sola en la oficina.

Me quede de pie observando la oficina. Escuche que la puerta la había cerrado, cuando me giré para presentarme, me di cuenta que el individuo me conocía a la perfección.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora