Narra Romeo.
Pasamos todo el día en la policía esperando noticias de mi hijo y de debora. No aparecían por ningún lado. La espera y la incertidumbre estaban matándome. Revisaron las cámaras de los lugares cercanos donde encontraron su carro y no había ningún rastro de ellos. Sumándole a esto el tener que aguantar al insoportable de Alaric.
Eran casi las 10 de la noche y mi celular no paraba de timbrar. Era Fran que no dejaba de llamar, que irritante se podía volver esta mujer y lo peor era no poder apagar el celular por si Deb llamaba.
Otro timbre de celular y solté un suspiro de frustración pero en esta ocasión no era el mío. Era el de Alaric.
–Bueno...– respondió Alaric.–Por Dios mi amor ¿donde estas?
Los policías lo obligaron a poner en altavoz.
¿Por que llamó a Alaric y no a mi?
–Alaric, no tengo mucho tiempo. Unos hombres nos tienen encerrados en un lugar. No se donde es. Voy a dejar el celular encendido. Ellos no se dieron cuenta que lo llevaba conmigo. Busca mi ubicación y ven por nosotros por favor.
–Mi amor están bien?– dijo Alaric.
Yo simplemente estaba en shock, no podía creer lo que estaba pasando.
–Voy a ponerte en silencio, ellos ya vienen.
Escuchamos voces de hombres y le decían cosas tan sucias a debora que me hacía hervir la sangre.
–Que buena que estas, lo que me vas a hacer gozar mamita con ese culito tan Rico que tienes–escuche la voz de un hombre y quería cortarle la cabeza.
–No me toques– dijo debora.
¿Que infierno estoy viviendo Dios mío?
La policía colaboró con rapidez y pudieron ubicar el lugar donde los tenían. Eran unas bodegas a las afueras de la Ciudad. De pronto la llamada se colgó y me sentí más angustiado. Si les hacían algo no me lo iba a perdonar jamás.
—Es mejor que ustedes se queden aquí–dijo un policía.
–No, claro que no– dije alterado.–Mi hijo y mi...–me detuve al ver a Alaric.
–¿Mi que imbecil?– dijo Alaric enfrentándome.
–Señores creo que no es momento– dijo el policía cuando estuve a punto de responderle.
–No puede pedirnos que nos quedemos aquí con los brazos cruzados. Es mi hijo y su esposa– dije para calmar los ánimos con Alaric.
–Está bien, pero necesito que estén calmados y acaten todas nuestras órdenes.
–Entendido–dije con calma.
Hicimos casi una hora para llegar a las bodegas donde los tenían, cada minuto que transcurría sentía que un ácido me quemaba por dentro. En mi mente solo se repetía una y otra vez todas las estupideces que le he dicho, las veces que le he hecho creer que no es lo suficientemente importante para mi.
Cuando llegamos las patrullas rodearon todo el perímetro, parecía un capítulo de CSI. Debo admitir que tenía miedo, no por mi, si no por lo que podía suceder. No sabíamos por qué los tenían en cautiverio.
Los policías bajaron de las patrullas, Alaric y yo hicimos lo mismo.
–Pónganse esto, es por su seguridad– dijo un policía dándonos un chaleco antibalas. –No se muevan de aquí puede ser peligroso.
Quería hacerme el valiente entrar, salvar a mi hijo y a Deb pero la realidad era que me estaba cagando de miedo.
Alaric no dejaba de caminar de un lado a otro y eso me estresaba más.
—Salgan la de casa, los tenemos rodeados– dijo un policía con un alta voz.
Entre en pánico. ¿Estos pendejos querían que mataran a mi hijo y a Deb?
Un policía dio la orden y los demás policías entraron la casa. Creo que nunca le había orado a Dios con tanta devoción. Si algo les pasaba me iba a volver loco. Era tanta mi presión y preocupación que empecé a vomitar de la tensión que sentía.Derrepente escuchamos mucho ruido, volteamos y los policías tenían a unos tipos esposados. Hijos de puta... Eran gordos, altos, blancos, pelones y tatuados. Quería partirles la cara pero en definitiva, ellos me ganarían la batalla.
Al final del desfile de criminales, vi a una policía saliendo junto a Deb y mi hijo. Gracias a Dios que estaban bien. Sentí un alivio en el pecho. Deb estaba llorando y mi hijo adherido a ella. Sin pensarlo dos veces corrí hacia ellos, escuché los pasos de Alaric detrás de mi.
Cuando llegue junto a debora, me entrego a Matías, me ignoró olímpicamente y corrió a abrazar a Alaric.
Me dolió... mucho. Pensé que correría a consolarse en mis brazos.
Abracé a mi hijo lo más fuerte que pude y le di mil besos, mientras veía la bonita escena de Alaric abrazando y consolando a debora.
–Querían abusar de mi– escuche a debora decirle a Alaric sin dejar de llorar.
Me hirvió la sangre. Malditos infelices.
–Tranquila mi amor. Ya estás a salvo mi cielo– Alaric era muy cariñoso con ella. Entiendo por qué lo eligió.
–Papi– dijo mi hijo tocándome la cara– teno miedo.
–Estoy aquí mi amor, nada va a pasarte– dije abrazándolo con todas mis fuerzas, mientras yo estuviera junto a él nada le pasaría, daría mi vida por protegerlo.
Cuando todos estábamos más tranquilos volvimos a la oficina de policía para que debora declara. Estaba ignorándome por completo. Como si yo no existiera o no significara nada para ella, no se despegaba de los brazos de Alaric.
Fui un cabron con ella y estoy pagando las consecuencias.
–Yo iba manejando, estaba muy alterada por un problema que tuve en la oficina. Ellos me impactaron el coche. Cuando se acercaron y vieron que era una mujer forcejearon conmigo, reaccione rápido y con un vidrio del cristal corte al hombre que me quería bajar por eso el carro estaba lleno de sangre pero eso solo los hizo enojar mas. Dijeron que no hecharian a perder sus negocios y fue cuando nos llevaron con ellos.– decía debora sin dejar de llorar.
Los policías dejaron de interrogarla al verla tan mal. Dándole otra cita para que terminara el interrogatorio.
A partir de ese día no volví a ver a debora. Cuando iba a ver a Matías, Alaric era quien me lo entregaba. Debora estaba evitándome. No quería saber ni tener el más mínimo contacto conmigo.

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Clandestino / Romeo Santos
RomanceDespués de conocerse casualmente en una tienda, Debora y Anthony se reencuentran pero su relación se vuelve imposible por miedo a lastimar a los que los rodean.