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–¿Que es esto?– david tomo los papeles y comenzó a leerlos, yo no dije nada solo me crucé de brazos mientras esperaba que los leyera.–Yo no hice esto deb. Parece que esto viene desde más arriba.

–¿Tu papá?– ¿Y yo que le hice a ese ruco?

–Pues...– se rascó la barbilla mientras seguía observando los papeles.–No entiendo nada deb.

–Yo tampoco por eso estoy aquí.

–Te lo juro que yo jamas abría hecho algo así, es verdad que cuando renunciaste no quedamos muy bien por que me tiraste todo el trabajo pero no era para culparte de esto.

No se por que, pero le creía.

–Yo no puedo volver ahí. Yo no hice nada.

–Por supuesto que no. Déjame hablar con mi papá y averiguar que está pasando– puso su mano en mi muslo.

–¿No crees que eso afecte el caso?–pregunte preocupada.

–No voy a mencionarle que estuviste aquí, voy a ser cuidadoso deb, lo prometo. ¿Necesitas algo? ¿Abogado? Mi mejor amigo es de los mejores si gustas...

–Si tengo, el abogado de Anthony.

–No dudes ni un segundo en buscarme si necesitas algo, yo voy a hablar con mi papá y voy a llamarte en cuanto tenga información.

–Gracias– me levante para despedirme de él.

–No te preocupes, no voy a dejarte sola en esto– toco mi hombro y le dio un leve apretón.

Me despedí de él, salí de ese gran edificio y me dirigí al centro comercial, no podía llegar con las manos vacías si no Anthony se daría cuenta que le mentí. Estacione el auto y me baje pero tenía la sensación de que alguien me observaba o como me estuvieran siguiendo. Enserio toda esta situación me va a volver loca. Agite mi cabeza y traté de borrar todos esos pensamientos negativos que llegaban a mi cabeza.

Entre a la primer tienda de lencería que encontré y compré un conjunto que creo ni siquiera era de mi talla. Salí de ahí y me fui directamente a mi casa.

Anthony realmente debe amarme para soportar tanta cosa.

Cuando llegue a mi casa, Matías estaba corriendo por toda la casa con el perro detrás de él, goldo me vio y corrió para subírseme encima.

–Goldo– le gritó Anthony al verme arrinconada contra la pared. El perro movió la cola de un lado para otro y corrió hacia Anthony.

–Que te dije de ese perro– hice mala cara.–Estoy llena de pelos– me limpie el vestido.

–Ven yo te limpio– arqueo una ceja y se acercó a mi.

–Lo que tú quieres es meterme mano, ya te conozco.

Me tomo por la cintura y me dio un beso. Sus labios siempre iban a ser mi lugar favorito.

–¿Que me compraste?– intento ver lo que había en las bolsas.

–Un liguero para que me lo modeles– me reí al imaginármelo.

Frunció su frente con desagrado.–Estas loca.

Me abalancé sobre él, lo abrace con mucha fuerza y le llene de besos la cara. De verdad amaba mucho a este hombre. No quiero perderlo nunca.

–Bebora– gritó mi hijo desde la sala. Tenía los brazos cruzados y la frente fruncida con cara de ogro. Eran igualitos.

–Irrespetuoso como que "bebora" soy tu madre– me acerque a él y seguía enojado. Lo cargue y lo llene de besos mientras escuchaba a Anthony reírse a mis espaldas.

–Es con el único que te comparto.

–Eso te crees tu– quería provocarlo. Me gustaba el Anthony celoso.

–¿Como que eso me creo?– se acercó a mi por detrás y comenzó a hacerme cosquillas. Me era muy difícil estar en tacones, con El Niño en los brazos y estarme retorciendo como gusano por las cosquillas que Anthony está haciéndome.

–Hey, tranquila, es horario infantil todavía– en el forcejeo le clave accidentalmente mi trasero en su cadera.

–Eres un tonto– me reí y me separé de él. Deje a mi adorable hijo en el suelo para que se fuera a jugar con goldo.

–¿Como te fue?– se sentó en el sillón y jalo para que me sentara junto a él.

–Bien, estuve dando vueltas por todo el centro comercial. Realmente solo quería distraerme un poco– Diosito me va a castigar por mentirosa.

–¿Entonces me mentiste?– se puso serio y yo sentí que empecé a sudar frío.

–¿Eh?

–No fuiste a comprarte ropa linda y sexy para modelármela– hizo un puchero y yo solté una risa nerviosa.

El timbre sonó y parecía que eran de alguna paquetería. Anthony se levanto y abrió la puerta, efectivamente era un paquete para mi, era una caja de regalo de colores con un moño enorme.

–¿Quien te manda regalos?– No se si Anthony estaba intrigado o molesto.

–No lo se.

–¿Quieres abrirla o la desechamos?

–Pues hay que abrirla, ¿Que podemos perder?– le sonreí.

Tome la caja y la puse en el centro de mesa. Jale un listón para que se deshiciera el moño y poder abrir la caja, la abrí y dentro de la caja había otra caja. Anthony estaba muy atento para ver que era lo que le habían enviado a "su mujer".

Abrí la otra caja y casi me vomito. Era una maldita rata muerta pero eso no era todo, tenía un letrero que decía "Eres una asesina"

–Dios mío Anthony saca eso de aquí– me tape la boca tratando de contener las ganas de vomitar que tenía.

–¿Y yo por que?– también tenía cara de asco.

No lo pude evitar y salí corriendo a vomitar en el primer bote de basura que me encontré.

Anthony llamo al señor que se encargaba del mantenimiento y le pidió que sacara eso de la casa.

–¿Estas bien?– me pregunto Anthony al verme abrazada del bote de basura.

–No. ¿Viste eso? Anthony... No entiendo que está pasando.

–Yo tampoco, voy a llamar a nene que investigue quien envío eso a nuestra casa. ¿Como es que tienen nuestra dirección? Esto no se va a quedar así, te lo prometo.– Anthony estaba furioso, tomo su celular y salió de mi vista.

No podía sacar de mi mente la imagen de la caja, me volvía el asco y volvía a vomitar.

¿Pues a quien mate? No mato ni las cucarachas por que me dan un tremendo asco. Primero ladrona y ahora asesina. Válgame la chingada.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora