Capitulo 42 🔥

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—Ese es el problema contigo Anthony— dije cuando dejo de besarme.

—¿Cuál?

—Que me dices lo que quiero escuchar... no lo que realmente es.

—Soy tuyo, Carajo— dijo riéndose.

—¿De que te ríes Anthony?— dije riéndome también.

—De que soy tuyo... pero de ella también.

—Eres un cínico— le dije aventándole un cojín.

—Te queda una canción de un pana mio...— dijo sin dejar de reírse.

—Me estas cansando Anthony... ¿Te estas burlando de mi?

—¿No quieres saber cuál?— dijo tratando de abrazarme por detrás.

—No me interesa.

—Un día me amas y otro día me odias... siempre una incógnita pero olvidamos cuando nos enredamos en las sábanas... — me canto al oído.

—¿Me estas diciendo hipócrita? — dije indignada.

—Tengo un problema de inseguridad pero pa' mi corazón tú tienes la llave, nunca hice nada pa' que tú no me ames.— me seguía cantando.

—No me cantes esas vulgaridades— le dije tratando de soltar su agarre de mi cintura.

—Vulgaridades, vulgaridades pero bien que sabes qué canción es.

Aunque estuviera molesta siempre lograba hacerme reír.

—Tu y yo hacemos muchas de esas vulgaridades— me dijo al oído.

—Es diferente hacerlas que ir a ponerlas explícitamente en una canción. 

—Te voy a hacer otra canción— dijo mordiéndome el cuello.

—Oye canibal deja de morderme... me haces cosquillas Anthony, ya!

—¿Donde te hago cosquillas?— dijo tocando mi cintura.—Aquí... o acá— dijo tocando entre mis piernas.

—Oye, tranquilo!— le dije riéndome después de quitármelo de encima.

Él solo se reía de mi.

—¿Te parezco divertida?— le dije cruzando los brazos con fingida molestia.

—Bastante— dijo abrazándome.

—Te quiero— le dije viéndolo a los ojos.

—Yo no te quiero... yo te amo— dijo antes de unir sus labios a los míos.

Mientras me besaba, comenzó a desabrochar los botones de mi blusa, uno por uno. Yo aprovechaba para pasar las manos por su corto cabello. Con una tremenda calma bajo mi blusa color coral deslizando sus manos por mis brazos. Amaba la delicadeza y Dulzura  con la que me tocaba. Tome el borde de su camisa gris y la deslice hacia arriba aprovechando para tocar su estómago, no tenía una marcada tableta de chocolate pero su piel, su color y su textura me fascinaba. Todo él me fascinaba.

Su celular timbró. Anthony lo sacó del bolsillo y vio quien era. Era ella.

—Debo responder— me dijo antes de sentarse en la cama y hacerlo. Yo asentí.

—Hola amor— dijo y a mi se me ocurrió una idea.

Tome la hebilla de su cinturón  y comencé a desabrocharla. Anthony me veía intrigado pero él muy descarado se acostó en la cama.

—Si nena... Lo siento, debí avisarte...— decía Anthony al teléfono.

Baje su pantalón y toque su bulto...

—No, no, no— dijo al ver mis intenciones lo cual me hizo reír pero lo ignoré,

—¿No que?— escuche a través del teléfono.

—La azafata que iba a servirme más alcohol— dijo mientras me fulminaba con la mirada pero no me detenía.

Me lo introduje en la boca y ahora si iba a comenzar su calvario. Su respiración se volvía pesada, cerraba los ojos y evitaba soltar gruñidos. Me producía muchísimo morbo saber que su novia estaba en la línea y yo estaba aquí arrodillada dándole placer a "su hombre" aunque lo que más me sorprendía era que él me estuviera permitiendo hacer esto.

—Mierda—dijo Anthony sin poder abstenerse cuando succione más fuerte.—Una turbulencia... Amor voy a dejarte, debo ponerme el cinturón... No pasa nada no te asustes... Te llamo cuando aterrice.— Colgó la llamada.

—Eres una demonia muy traviesa— dijo tratando de tomarme del brazo pero fui más rápida y me levante corriendo.

Me atrapo y me inclino en un mueble, mis pecho tocaban la fría madera.

—Me rindo, me atrapaste— dije riéndome.

Sin decirme nada desabrocho mi brasier y comenzó a darme besos húmedos por la columna. Cuando llego a mi pantalón lo bajo sin demora y acaricio mis glúteos.

—Quiero que me hagas sentir Esa turbulencia— le dije riéndome.

—Vas a sentir más que eso y voy a hacer que dejes de reírte— dijo tocando mi punto más sensible y efectivamente deje de reírme y comencé a soltar leves gemidos los cuales se hicieron más intensos cuando me tomo en esa posición. Cuando sus caderas chocaban con mis glúteos sin darme tregua, mis manos se aferraban al borde del mueble mientras mordía mis labios para evitar gritar. Escuche un crujido y entonces el mueble se vino abajo... Anthony alcanzó a sostenerme y evitó que nos fuéramos al piso junto con el mueble.

—Anthony, rompimos el mueble— le dije topándome la boca riéndome.

Él se estaba riendo también pero sus ganas de terminar lo que estábamos haciendo eran más fuertes. Me llevo a la cama y ambos terminamos de desnudarnos. Se acostó en la cama y yo sabía lo que él quería, se había cansado y quería que yo hiciera el trabajo. Y eso hice. Continué con eso que a ambos nos proporcionaba inmenso placer, eso que nos hizo amarnos...

En este momento no existían los remordimientos, Ni había lugar para los corazones que podríamos romper, ni para las amistades que podríamos destruir. Aquí solo había espacio para el deseo y amor desmedido que teníamos el uno por el otro.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora