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Narra Debora.

Tenía muchos sentimientos encontrados enojo, rabia, tristeza, frustración... Me sentía como si fuera prófuga de la justicia, me daba vergüenza a pesar de que yo sabía que era inocente.

–Por fin en casa mi amor– Anthony me abrió la puerta de nuestra casa y me dejo pasar antes que él.–Matías debe estar dormido ya ¿Quieres cenar algo?

–Voy a tomar un baño– le di una sonrisa fingida y subí a nuestra habitación.

Puse a llenar la tina, le coloqué algunas esencias y jabón para que hiciera espuma. Me sentía muy cansada emocionalmente. Me quite la ropa que ira directo a la basura, no quiero volver a verla y me recuerde que estuve metida en ese lugar. Me metí al agua y conforme me fui relajando, las lágrimas amenazaban con salir, no lo pude evitar y exploté en un escandaloso llanto.

–Debora ¿Estás bien?– escuche a Anthony detrás de la puerta. Tenía seguro y no podía entrar.–Debora ábreme la puerta.

Trate de tranquilizarme para responderle por que era capas de tirar la puerta.

–Estoy bien– respondí tratando de dejar de llorar.

–Ábreme la puerta– escuche ese tono de voz que usa cuando está perdiendo la paciencia.

–Quiero estar sola, estoy bien.

–No te creo, ábreme la puta puerta Debora– gritó.

–Que me dejes en Paz Anthony, quiero estar SOLA–grite como desquiciada.

Escuche el portazo que le dio a la puerta de la habitación. Me sentí mal por gritarle, él lo único que hace es preocuparse por mi. Cuando me sentí más tranquila, salí, me puse la pijama y me acosté en la cama. Quería dormirme y al despertar darme cuenta que esto solo era un mal sueño.

–Te traje de cenar– escuche a Anthony a mis espaldas, cuando me giré para verlo tenía una bandeja con comida. La colocó en el buró de alado de la cama.

–Perdóname por favor, perdóname– lo abrace con mucha fuerza.–Tu no tienes la culpa de nada.

Él correspondió mi abrazo y me dio un beso en la cabeza.

–Yo solo me preocupo por ti mami, solo quiero ayudarte.

–Lo siento, en verdad lo siento mi amor, es solo que me siento abrumada con todo esto.

–Yo no quiero que tengas otra recaída, me costo mucho sacarte de ahí. Quiero que estes bien– tomo mi rostro entre sus manos.

–Todo esto... No lo entiendo Anthony ¿Por que yo? Es como si la vida no pudiera dejarme tranquila, cuando por fin tenemos esto y...– me tape la cara con frustración y Ant volvió a abrazarme.

–Está tormenta pasara Deb, igual que las que ya hemos pasado.

Al día siguiente me desperté más animada, más decidida a saber que mierda estaba pasando a saber quien quería hacerme daño. Volví a tomar un baño y me arregle. Esta vez no iba a dejarme caer como lo hice antes.

–Wow Mami pero y esa lindura?– Anthony silbo al verme. –pero a donde es que tú vas?– me tomo por la cintura por la parte de atrás mientras yo me observaba en el espejo.

Me había puesto un vestido amarillo que llegaba abajo de la rodilla, no era escotado pero podría decir que me veía bastante bien. Le sonreí viendo nuestro reflejo. Él aún estaba despeinado y tenía ropa deportiva.

–A pocas personas les luce este color. Y tú te ves hermosa– me susurro al oído.

–Gracias– me giré sin alejarme y le deposite un beso en los labios.–Gracias por ser tan paciente conmigo. Te amo.

–I loveu to baby, pero deja de distraerme y dime para donde tú vas– se alejo de mi y puso sus brazos en su cintura.

–De compras... –Trate de sonar segura.

–¿Que vas a comprar?– bueno ¿y este metiche?

–Cosas, Anthony cosas.

–¿No vas a decirme?– frunció una ceja y seguía con las manos pegadas a la cintura. Me daba risa.

–¿Te acuerdas cuando nos conocimos que me recomendaste comprar? Eso voy a comprar.

–Uhhhh bueno, cambia la cosa... vaya con Dios hija mia, no se tarde– me saco de la habitación el muy cabron y yo me empecé a reír.

–Oye– le grite desde la puerta del cuarto.

–¿Que?

–Te amo– le lance un beso y me fui.

A Maty lo había visto más temprano, desayuné con él, mi bebé realmente me había extrañado por que no quería separarse de mi pero hoy había decidió hacer algo y lo iba a hacer. Tome uno de los coches de Anthony y maneje hacía mi destino el cual no era precisamente el centro comercial.

Llegue a mi antigua oficina, debía hablar con David. Quizá con esto solo la cagaria pero tenía que saber que era lo que pasaba.

Entre al edificio y pedí ver a David pensé que se me negaría pero no fue así.

–Enseguida la atienden– dijo su secretaria.

Tome asiento y algunos colegas que me recordaban me saludaban con mucho gusto. Quizá no se habían enterado por lo que estaba pasando.

–El licenciado David la está esperando en su oficina– me indicó su secretaria para que pasara.

–Hola– entre a la oficina y David estaba viendo unos documentos, levantó la mirada y me dio una sonrisa, se puso de pie y se acercó a mi.

–Debora que gusto verte– me dio un beso en la mejilla y me invitó a sentarme en una silla frente a su escritorio.–¿Que te trae por aquí? Tanto
tiempo...

–¿Eres o te haces?– le pregunte al ver que se estaba haciendo pendejo.

–¿Que? ¿De que hablas?– estaba intrigado. Sabe actuar bien el muy idiota.

–De que me mandaste a la cárcel por un supuesto desfalco y por supuesto que no lo hice.

–Espérate, espérate. ¿De que me estás hablando Debora?

Me apreté el puente de la nariz buscando toda mi paciencia para no gritarle hasta de lo que se iba a morir. Él se puso de pie y se sentó a mi lado.

–Explícame de que hablas. Te lo juro que no entiendo nada.

–Hace unos días llegaron a mi casa diciéndome que yo había desfalcado tu empresa por no se cuanto dinero. Me llevaron a la cárcel y yo no hice nada, no robé nada– la voz se me quebró.

–Debora yo... yo no estaba enterado nada de esto. Te lo juro– tomo mi barbilla y levanto mi rostro para que lo viera.

–No tienes por que mentirme, solo quiero saber ¿Por que? ¿Por que yo?

–Yo no lo hice, yo no te acuse de nada. Tampoco entiendo de lo que me estás hablando.

Saque de mi bolsa todos los papeles y se los aventé sobre las piernas. Yo no me iba a ir de aquí hasta saber que estaba pasando.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora