Capitulo 57

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—No quiero volver, quedémonos aquí— dije mientras descansaba en el pecho de Romeo.

—Tenemos que hacerlo, todo va a cambiar entre nosotros, lo prometo– dijo dándome un beso en la frente.— pero debemos esperar para hacer público lo nuestro...

—¿Publicó?— pregunte por qué él siempre mantenía su vida privada fuera del ojo público.

—Me refiero a presentarte con mis amigos, familia... Debemos esperar un buen tiempo, no quiero lastimar a Cedin— dijo acariciando mis brazos.

—Entiendo...— Anthony tenía razón, yo tampoco quería hacerle daño.

—¿Terminarás con ella?— era inevitable hacerle esa pregunta.

—Te he dicho que si, confía en mi— dijo antes de besarme.

Al regresar al horrible frío que hacía en NY volví a confirmar que hubiera preferido quedarme en la calidez que ofrecía aquella playa mexicana. Pero teníamos una vida y esa estaba aquí.

Había transcurrido un mes, todo iba bien entre Anthony y yo. Habíamos podido balancear su trabajo y nuestra relación. Él me había jurado que había dado por finalizada su relación con su Novia y le creía, al fin y al cabo prometí confiar en él.

Cierto día me encontraba en el trabajo, había sido un día pesado, necesitaba despejarme y tomarme un café Bien cargado.

Cuando llegue a la cafetería, me formé en la larga fila para pedir mi café y algún pequeño postre, en los últimos días había ganado peso gracias a Anthony. Es demasiado comelon y antojadizo. 

—A ti es a quien deseaba con todo mi corazón encontrarme— escuche a mis espaldas. Me giré y vi a Fran, Sentí un escalofrío al verla.

—Hola, que tal?— salude amablemente.

—Eres una hipócrita, lo sé todo!— dijo gritándome.

—¿De que hablas?— le dije agarrándola del brazo para llevarla a un lugar más privado.

—Suéltame, no me toques. Se que eres tú quien se está acostando con Anthony.

Me puse pálida. No esperaba nada de esto.

—Yo...— balbuce.

—Tu nada, eres una arpia, ahora fue que entendí por que me recomendabas que lo dejara pero ¿sabes algo debora? Él me ama a mi. ¿Sabes cuantas he visto desfilar por su cama?

—Si te amará no buscaría en otro lugar donde satisfacer sus necesidades— dije tomando fuerza, no iba a dejar que esta me pisoteara.

—Tu lo has dicho... Satisface sus deseos pero no mezcla el corazón. ¿Que pensabas? ¿Que haciéndome a un lado ibas a quedarte con él? Pues no, él es Mío.

Estaba quedándome sin argumentos.

—¿Él te dijo que había terminado conmigo? Pues déjame decirte que no lo ha hecho ni lo hará.

Tenía mucha rabia contenida pero no sabía que responderle. En cierto modo le creía.

—Soy yo el amor de su vida. Te quiero lejos de Anthony— dijo advirtiéndome.

—Es él quien no se aleja de mi— respondí.

—No te creas tanto Debora por que si lo pones a elegir siempre se quedará conmigo— dijo antes de darse la vuelta e irse.

Quería golpearla hasta dejarla inconsciente. Me quede como estupida frente a ella sin saber que decirle. ¿De cuando acá, yo me queda sin palabras?

Regrese a mi oficina pero no podía concentrarme, estaba tan molesta que decidí irme a mi casa. Al llegar me quite los tacones, me puse mi pijama y me serví una copa de vino tinto. Estaba muy confundida. A las 9 de la noche el timbre sonó. Olvide por completo que Anthony vendría a cenar.

—Hola mi amor— dijo dándome un beso en los labios.

—Hola— dije desanimada dejándolo pasar.

—Traje la cena— dijo levantando las bolsas que traía cargando.

—Perfecto.

Nos sentamos en la barra de la cocina. En toda la cena no dije nada, solo escuchaba a Anthony y le sonreía o asentía a lo que me decía. Mi cabeza estaba hecha un lío.

—¿Que pasa mami?— dijo jalándome para situarme en medio de sus piernas, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.

No iba a decirle que su ex novia me había amenazado.

—Nada solo estoy cansada.

—¿Segura?

—Si— dije recargándome en su pecho.

—Te notó rara, como triste, pensativa ¿Segura que no pasa nada? ¿Problemas en el trabajo?

—No es nada Ant, en verdad.

Anthony comenzó a darme besos húmedos en el cuello.

—Me gustas tanto— me susurro al oído.

—¿Solo te gusto o me quieres?– pregunte a la defensiva.

—Te amo— dijo tomándome de las mejillas para besarme. No pude evitar sonreír.

—¿Y si te como en la barra?— dijo con una sonrisa traviesa mientras me cargaba para sentarme en la barra.

Se acercó a mi, su mirada se volvía diferente cuando sentía deseo por mi. Se volvía más penetrante, Yo no podía resistirme a él.

Comenzó a besar mi cuello, mientras baja dejando besos húmedos hasta llegar al escote de mi pijama, deslizo los tirantes hacia abajo para dejar al descubierto mis senos, los cuales tomo en su boca como si fuera un Dulce que ansiaba degustar. Siguió bajando por mi abdomen dejando pequeños besos, me hizo recostarme en la barra y bajo el short de mi pijama junto a mi ropa interior. Me abrió las piernas, mientras me regalaba un mirada lujuriosa y una sonrisa perversa que hacía que mi cuerpo produciera cierto líquido que él estaba apunto de comerse.

Pasó un dedo por mis pliegues y lo chupo.

—Deliciosa como siempre— dijo antes de hundir su cara entre mis piernas.

La forma en que pasaba su lengua por ese pequeño botón que enviaba sin fin de sensaciones placenteras por todo mi cuerpo hacía que hirviera en llamas por la lujuria que me provocaba. Él sabía lo que hacía y lo hacía muy bien.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora