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Narra debora.

–¿Que haces aquí?–pregunte después de ponerme pálida como si hubiera visto un fantasma.

–Necesitamos hablar– dijo Anthony con tranquilidad.

–Tu y yo no tenemos nada que hablar– trate de salir de la oficina pero él me lo impidió.

–¿Tanto dañó te hice para que no quieras ni verme?– dijo con dolor en su rostro.

Solté un suspiro y dejé de luchar para que me dejara salir. Mi intención no era lastimarlo.

–Respóndeme– dijo Anthony herido.

–Anthony.... No es eso...– acomode mi cabello por la ansiedad que está situación me producía.

–¿Entonces dime que es?

–Tu y yo somos pasado, ahí debemos mantenernos por el bien de ambos.

–Solo quiero hablar.

—¿Sobre que?– dije alterada.

–No imagine que nuestro reencuentro fuera así... tan...

–¿Tan que?

–Como si yo no fuera nada para ti– dijo Anthony con tristeza.

Me partía el alma verlo así.

–Anthony... lo nuestro ya fue... yo hice mi vida, tú hiciste la tuya. Tomamos rumbos diferentes.

–Que por alguna extraña razón, nuestro rumbo volvió a unirse.

–No se a unido nada, el simple hecho de que estemos aquí por simple casualidad no quiere decir nada– me cruce de brazos.

–La casualidad no existe. Si tú estás aquí es por que yo te atraje.

–¿Que?– pregunte molesta.

–¿Ya no me amas?– me pregunto Anthony acercándose peligrosamente a mi. Por acto reflejo di dos pasos atrás cuando se acercó.

–Estoy casada– dije mostrándole mi anillo.

–Un anillo y un papel no significan nada. Lo que importa es lo que pasa aquí– dijo apuntando mi corazón, el muy traicionero empezó a latir a mil por hora.

–Amo a mi esposo– dije en mi defensa.

–¿Cuanto?– dijo volviéndose acercar a mi.

–Mucho- respondí. La garganta se me estaba secando.

–¿Tanto como me amaste a mi?– estaba tan cerca de mí que podía sentir su respiración.

–Mucho más– dije alejándome.

–Tanto que lo aceptaste con un hijo ajeno y a mi no pudiste aceptarme así– dijo molesto.

–¿Que?

–Y este de que habla?- Pensé.

–Tu no puedes tener hijos, así que ese supuesto hijo... ¿De donde salió?

Era el colmo del asunto. A nadie le iba a permitir que se metiera con mi bebé, mucho menos Anthony... aunque sea su padre.

–¿A ti que te importa? Es mi hijo y punto. De donde salió es muy mi problema. No te metas en mi vida Anthony– lo amenacé.

–¿Lo adoptaste?

–Que carajos te importa– le grite.

–Deb...– dijo impaciente.

–Deb nada, son asuntos privados Anthony, así como a ti te gusta mantenerte en "bajo perfil"...

–Quiero saberlo...– me interrumpió.

–Rentamos un viente, listo?– dije molesta.

–Pues te vieron la cara, por que a tu marido no se parece, a ti menos.

Pues no idiota, se parece a ti.

–Que te valga 3 hectáreas de pepino si se parece o no, es mi hijo–dije furiosa.

Anthony se quedó callado. Sabía que era un tema delicado para mi y aún así no le importo suponer idioteces...

Si supieras...

–No me molestes más Anthony– dije antes de querer salir por la puerta pero Ant me detuvo poniendo sus manos en mi cintura lo cual me envió una corriente eléctrica por la espina dorsal.

–Discúlpame por favor– dijo casi en un susurro.–Me excedí, lo siento.

–No se que pretendes buscándome, déjame, aléjate de mi.

–Solo quería saber de ti, quiero saber lo que ha sido de ti todo este tiempo–dijo girándome para que quedáramos de frente. –¿Enserio me odias?

–No te odio, simplemente representas peligro Anthony.

–¿Por que?– se hizo el inocente.

–Olvídalo... por favor, no me busques más.

–Debby, linda... escúchame por favor– suplico.

Y para ser sincera el que me llamara Debby me derritió por completo.

–¿Que vas a decirme?

—Mierda debora... ni siquiera yo se que quiero decirte. Idealice tanto el momento de volver a verte que ahora que te tengo aquí no sé qué decirte... te busqué hasta por debajo de las piedras y cuando dejé de hacerlo, apareciste de la nada.

Me dejé caer en la silla, esto me dolía, abría las heridas que Alaric había logrado sanar.

Anthony se hincó frente a mi y continuó hablando.

–No tienes idea de lo mucho que te extrañe, te pensé cada noche desde que me dejaste– sus ojos estaban humedeciéndose y los míos también.–No sabes las veces que con lágrimas en los ojos me lamenté el dejarte ir. Te tengo clavada aquí– señaló su corazón.– y no puedo sacarte– una lagrima se deslizo por su mejilla y yo termine por quebrarme.

Con ternura limpie sus mejillas que estaban empapadas... Me dolía verlo así, quería abrazarlo y decirle lo mucho que aún lo amaba.

–Debes dejarme ir Anthony... Soy una mujer casada, amo a mi esposo...Yo sufrí al igual que tú pero me recuperé, encontré a alguien que me eligió por sobre todas las cosas, que me apoyó en momentos difíciles, me dio una familia...

–Yo te hubiera elegido, pero decidiste por mi– dijo con amargura.

–Lo nuestro no podía ser...

–¿En verdad lo amas?– me pregunto con tristeza.

–No más de lo que a ti te ame– dije acariciando su cara.

Sin darme oportunidad de reaccionar Anthony tomó mi rostro y me beso.

Sus labios carnosos y rosados se apoderaron de mis labios sin dejarme escapatoria y para ser sincera no quería huir pero esto no estaba bien. No iba a defraudar a Alaric.

–Me tengo que ir– dije tomando mi bolsa y saliendo despavorida de ahí, esto no debió pasar.

–Debora...– dijo Ant tocandose los labios.

–¿Que?

–Te amo –fue lo ultimo que escuché antes de salir.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora