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Aquí estábamos mi hijo y yo montando el estupido avión privado de Anthony. No nos había dejado viajar en un vuelo comercial. Le encantaba imponerme las cosas, sabía que me tenía en sus manos, sabía que iba a hacer cualquier cosa por mi bebé.

–¿Y papi?– me pregunto mi hijo cuando añorábamos el avión

–Nos alcanzará después–dije acariciando su cabello.

Alaric nos alcanzaría en NY cuando su cambio estuviera listo, ademas tenía que vender la casa y los muebles. Mi cambio fue aceptado enseguida pero en realidad no sabía si quería seguir trabajando en él misma empresa y menos si seguía mi antiguo jefe ahí.

–Buen viaje– recibí en un texto por parte de Anthony. No se lo respondí.

El viaje era largo... y Matías era aún muy pequeño, era inquieto y aveces me costaba controlarlo, era cuando Alaric se imponía y obedecía. Por suerte durmió durante todo el vuelo, mientras yo pensaba en todos los problemas que se presentarían al volver a Nueva York.

Me sentía tan voluble, tan hormonal... me sentía molesta, triste... traba de buscarle lo positivo a esto y no encontraba ni una sola opción.

Cuando el avión aterrizó eran casi las 4 de la tarde. Cargue a mi hijo y baje con él en los brazos. Casi me voy de cuernos con todo y niño cuando vi a Anthony esperándonos en la escalera. Se veía tan guapo, con unos lentes tipo aviador, una camisa negra y pantalón de mezclilla. Sin yo quererlo mi corazón empezó a Latin al mil por hora.

Cuando baje los últimos escalones, me dio la mano y me ayudó a bajar. Su sonrisa iluminó todo cuando vio a Matías y se quitó los lentes.

–Hola– lo saludo.

–Hola– dijo mi hijo sonriendo.

–¿Como te llamas?– le pregunto Anthony.

–tías– dijo y yo sonreí.

–Ah...– dijo Anthony y sonrió.–Yo soy Anthony.

–Se llama como el pincipe– dijo mi hijo volteándome a ver sorprendió.

Anthony sonrió y frunció la frente–¿Cuál príncipe?

Me sonroje, no esperaba esto y obviamente Anthony lo noto.

–Un cuento– dije yo tratando de evadir el tema.

–¿Tienes hambre?– le pregunto a Matías.

–siii– dijo mi bebe emocionado.

–¿Puedo?– dijo Anthony piendome cargarlo.

Asentí y se lo entregue.

Dio media vuelta y se lo llevó para camioneta. Yo me quede parada como estupida donde estaba. Me había imaginado tanto este momento, antes de estar con Alaric me imaginaba cómo sería que los tres estuviéramos juntos.

–¿No piensas venir o que?– me grito Anthony desde la camioneta.

Salí de mi trance y subí a la camioneta. Me gustaba verlos interactuar, se llevaban bien. Anthony lo hacía reír y eso me llenaba el corazón, a pesar de todo seguía adorándolo con mi vida.

Llegamos a un restaurante de comida rápida donde había juegos para niños, casi no había gente supongo por eso nos trajo a este lugar.

Pedimos algo de comida, dejo que el niño ordenara lo que quería y a pesar de que aparentaba ser un padre alcahuete, lo obligó a comer antes de ir a jugar. Él y yo cruzábamos muy pocas palabras, estaba evitándome y eso estaba bien. Cuando terminamos de comer se paro y fue con el niño a los juegos. Lo sostenía, lo cuidaba, se tiraba al suelo con él, realmente quería llorar de la emoción de verlos así y aunque el se moría por que Matías le dijera papá estaba teniendo mucha paciencia con él cuando le hablaba de Alaric.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora