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Y como todo en esta vida todo tiene un principio y un final... mis vacaciones en esta bella isla habían terminado y era momento de volver a NYC.

No sabía a qué iba a enfrentarme, aún tenía papeleo pendiente de mi fallecido esposo. Tenía que cobrar el seguro y ver que iba a hacer con la casa donde vivíamos.

Mi vista estaba perdida en los bellos paisajes que nos regalaba la naturaleza al ir en el avión. Matías estaba profundamente dormido y Anthony en su computadora haciendo pendientes. Ahora me daba cuenta que él también era adicto a su trabajo como lo era yo, claro pero esta ocasión yo soy una agregada más al mundo del desempleo.

–Deb...– llamó Anthony mi atención y cerro su computadora.

–¿Que?– respondí relajada.

–Quiero que en cuanto lleguemos a Nueva York vayamos a cenar– lo notaba raro, algo estaba tramando.

–¿No estás cansado del viaje?

–Un poco– llevó su mano al cuello y lo movió varias veces.– pero necesito hablar contigo.

–¿Por que no lo haces ahora?

–¿Puedes dejar de cuestionarme y concederme lo que te pido?– suplico tomando mis manos entre sus manos.

–Está bien... pero y Matías?

–Yo me encargo de eso, no te preocupes– me dio un beso en la mano y volvió a abrir su computadora.

Al llegar a NY tenía la esperanza que Anthony cambiara de idea y fuéramos directo a descansar pero no fue así, me hubiera gustado tomar un baño, arreglarme y salir a cenar pero parecía que lo que thony tenía que decirme era importante.

Llegamos a un restaurante escondido en algunas calles, era un lugar pequeño, no se veía muy costoso pero si muy cómodo. Su especialidad eran pizzas a la leña y la verdad era que con Anthony aún lado era muy difícil cuidar la línea pero claro para los hombres es más fácil bajar de peso mientras nosotras las mujeres pasamos por todo un calvario para deshacernos de los kilos de más.

–¿De que querías hablar?– le pregunte apenas nos sentamos.

Anthony se rió–¿Puedes esperar a que pidamos y llegue la cena?

–Para que esperar...– la verdad estaba muy ansiosa de saber que quería decirme, todo el día estuvo actuando raro y hasta lo noté un poco distante conmigo.

–No es nada de lo que te tengas que preocupar debora– acaricio mi brazo para tranquilizarme.

–¿Por que me dices Debora?– le quite mi brazo, solo me llamaba por mi nombre completo cuando estaba enojado conmigo o estaba caliente y en este momento no creo que esté caliente.

–Así te llamas– dijo despreocupado y se ocultó atrás de la carta del menú. Podría jurar que está riéndose de mi.

No quise dirigirle la palabra hasta que llegó la cena, no se que pretendía o por que tanto misterio.

–Deb, quiero que me escuches y no me interrumpas? ok? – asentí, solté un suspiro y clavé mi mirada en él. Tomo mis manos entre las suyas.

–Ya no quiero que perdamos más el tiempo, quiero recuperar cada segundo que estuvimos lejos. Que hagamos muchas cosas juntos, ver crecer a nuestro hijo... que viajemos, que bailemos, que cantemos... Quiero enamorarme más de ti, conocer todos tus defectos y las virtudes que aún no me has dejado ver... que olvidemos el pasado y el montón de cosas horribles que hemos vivido, las palabras dolorosas que nos hemos dicho.

Todas las palabras que Anthony me estaba diciendo estaban apunto de hacerme llorar. Iba a hablar pero me detuvo poniendo un dedo en mis labios para que me callara.

–Aún no terminó...– bajo la vista, suspiró y volvió a verme.– Quiero proponerte que vivamos juntos.

–Anthony yo...– pase una mano por mi cabello y baje la mirada.

–Mírame– me tomo de la barbilla.– No me digas que no mami por favor... se que me dijiste que iríamos con calma pero no quiero estar separado de ti. Quiero despertar y tenerte a mi lado. Quiero estar en mi casa y poder jugar con mi hijo, no tener que cruzar media ciudad para verlo. ¿Que falta para que me digas que si?

–No esperaba esto Anthony... me tomaste por sorpresa... ¿En donde vamos a vivir?– le pregunte sonriendo.

Él se  sorprendió por mi respuesta. Sonrió y acercó su silla hacia mi.– Esa es otra sorpresa que te tengo.

–Te amo Anthony... así viviéramos en una casa de cartón, seria feliz si te tengo a mi lado– pase una mano por su cuello.

–Oye, Aquí el poeta soy yo– sonrió mientras juntaba su nariz con la mía.

–Eres la combinación perfecta de todo lo que me gusta– dije antes de besar sus labios.–Si, no niego que quería ir con calma pero en estos momentos no quiero estar sola, me cuesta trabajo aceptarlo pero le tengo miedo a la soledad, me aterra... Aun no soy la Debora que conociste, estoy trabajando por ello pero tampoco quiero volverme dependiente de ti...

–Yo te voy a cuidar mi amor, todo va a estar bien mami. Te lo prometo. Aunque tú sabes que viajo mucho pero ya veremos que hacer para que no te sientas sola. Este es gran paso para nuestra relación.

–Anthony... pero quiero que esa casa la paguemos entre los dos.

Anthony se rio.

–No... la voy a pagar yo y fin del asunto. No se cual es tu problema con el dinero Deb, yo puedo permitírmelo y créemelo que si algún día llegamos a separarnos no te voy a echar, esa casa es tuya y de Matías.

–No es eso... es que me haces sentir como una mantenida.

–No lo eres. Eres mi reina y como tal voy a tratarte. ¿De que me sirve tener tanto dinero si no me dejas gastarlo en ti?

No encontraba fallas en su lógica.

Cuando terminamos de cenar, Anthony no me dijo a donde íbamos pero me instinto me decía que íbamos a conocer nuestro nuevo Hogar♥️

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora