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Narra Debora.

Debía plantearme bien la situación y que eso lo que debería de hacer, no puedo hacer nada estupido por que pueden hacerle daño a mi hijo.

–¿Puedes prestarme tu teléfono? Necesito comunicarme con Anthony.

–Claro que si– david se levantó y me dio el teléfono de su casa–Voy a estar en mi habitación por si necesitas algo– se metió por un pasillo y me dejo sola en la sala.

Estaba tratando de recordar el número de Anthony pero no podía, la maldita tecnología nos hace más flojos para memorizar y en momentos así no sabemos que hacer.

¿A quien carajos llamó?

Me levante y fui por el pasillo donde fue david, necesitaba que me prestara su teléfono, así entraba a mi instagram y le pedía el número a cualquiera de sus amigos.

–David– tratar de agudizar el oído para ver si lograba identificar en cuál de las 3 puertas que estaban frente a mi se había metido.–David...

–Ya voy...– escuche unos pasos y la segunda puerta se abrió–¿Pasa algo?

Dios mío por que me pones estar pruebas tan difíciles, en estos momentos. Soy devota De Dios pero se empeña en enviarme puros demonios lujuriosos.

David abrió la puerta y estaba sin camisa. Se notaba que hacía mucho ejercicio el infeliz. Si él sabía que yo estaba ahí ¿Por que me abría la puerta así? Que indecencia. Lo vi por unos segundo y voltee la cara hacia el pasillo, no estaba bien esto.

–Puedes prestarme tu celular o algún aparato en el que pueda acceder a mis redes sociales. No recuerdo ningún número.

–Ver no te hace infiel Debora– se estaba riendo el cabron.

–David...–seguí con mi vista hacia el pasillo. Escuche de nuevo su risa.

–Toma– me dio una tablet y volvió a meterse a su habitación.

Ojalá pudiera tener un harén. Tendría a mi difundo esposo, a David y por supuesto a mi amado anthony siendo él el privilegiado por el ser padre de mi heredero. CONCÉNTRATE DEBORA.

Conseguí rápido el número de Anthony y lo llame. Varios timbres y nada, intente de nuevo y nada. Me estaba realmente empezando a preocupar, si la vieja infeliz de mi suegra le hacía algo a Anthony la iba a matar con mis propias manos.

Volví a intentar y por fin respondió.

–Anthony soy yo.

–Debora, mi amor ¿estas bien? ¿Donde estas? Mierda, estaba tan preocupado.

–Si, si estoy bien. ¿Tu estas bien? Por que no me respondías.

–Estaba... algo indispuesto pero dime ¿Donde estás? ¿Has sabido algo de nuestro hijo? 

–Si... él está bien. Se quien lo tiene.

–¿Quien lo tiene? Dime, dime donde estas que voy a buscarte.

–Anthony, Thony tranquilo– escuche voces, que seguro eran de tío y nene.–No has visto como estabas, cálmate por favor.

–¿Que te paso?– pregunte preocupada.

–Me desvanecí, pero estoy bien. ¿DONDE ESTAS?– me pregunto perdiendo la paciencia.

–Júrame que no te vas a enojar.

–Debora, no estoy para juegos por favor.

–Estoy en el departamento de David– cerré los ojos como si con eso fuera a dejar de escuchar los bufidos de Anthony.

–¿Que estas donde?–estaba furioso.

–Todo tiene una explicación, por favor cálmate y ven a buscarme.

–¿Cual es la dirección?

–Enseguida te la envio en un texto. Por favor Anthony tranquilízate mi amor, no quiero que te pongas mal. Por favor. No manejes que alguien te traiga, que no te dejen solo por favor– si algo pasa a Anthony me muero.

–No te preocupes, envíame la dirección. Voy para allá.

Colgué el teléfono y le envié un texto del teléfono de David con la dirección. David se había puesto un conjunto deportivo. ¿Se imaginan donde Anthony lo encontrará sin ropa? Por dios se arma la tercera guerra mundial.

–¿Quieres algo de tomar? ¿De comer?–David era muy tierno.

–No gracias, estoy bien... ¿Crees poder convencer a tu papá de retirar los cargos contra mi?

–Claro nena, en cuanto tú me digas me pongo en marcha... tú mandas.

Platicamos un rato sobre cómo había sido mi relación con la vieja bruja de mi ex suegra, nos interrumpió el timbre del interfon, anunciando que había dos hombres que querían subir... Anthony y nene.

–David... te puedo pedir un favor?

–Claro, el que quieras.

–Tengo cuidado en cómo te compartas conmigo, Anthony es muy celoso, por favor. No quiero mas problemas.

–Claro, no te preocupes– me guiño un ojo y fue a abrir la puerta.

Anthony estaba parado detrás de nene, con las manos en los bolsillos, no quería ni mirarme. Me acerqué a él, vi sus ojos llenos de angustia y lo abracé, me colgué a su cuello, enseguida sus brazos rodearon mi cintura y me abrazo al mismo momento que hundía su rostro en mi cuello.

–Hueles... diferente– olió mi cabello y su rostro se contrajo.

–Ven, entra necesitamos hablar– ignore su comentario. Él se daba cuenta de todo aunque yo tratara de ocultarle las cosas.

Entramos y nos dejaron solos para poder charlar. Él se veía molesto pero a la misma vez triste y cansado, incluso podía notarle unas leves ojeras.

–¿Seguro que estas bien?– pregunte preocupada tomando su rostro entre mis manos.

–Estoy bien– quito mis manos y se sentó en el sillón.–Dime que es lo que paso, estaba muy preocupado por ti.

–Cuando salí noté que un auto estaba siguiéndome, estúpidamente lo enfrente... pero eso me llevo a saber a la persona que tiene a nuestro hijo.

–Debora, por Dios...–se tapó la cara con las manos.

–Yo se, estaba consciente que era peligroso pero necesitaba respuestas.

–pensé mil cosas, que te habían secuestrado, que te habían hecho daño. Y en vez de llamarme o buscarme viniste a refugiarte aquí. ¿Quien tiene a mi hijo? Debemos ir a la policía y...

–No podemos Anthony... puede hacerle daño a mi hijo.

–¿Quien es? ¿Que quiere? Sabes que podemos darle lo que pida.

–Quiere que pague por un delito que no cometí... es la mamá de Alaric. Ella piensa que Alaric se murió por mi culpa– la voz se me quebró y comencé a llorar.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora