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Al regresar a Nueva York, me sentía extraña, tenía un presentimiento. No quería que anthony se fuera, no quería estar sola con Matías pero así tenía que ser.

–Te veo pronto mi amor– anthony tomo mi rostro entre sus manos y deposito un beso en mis labios.

–Cuídate mucho y llámame todos los días por favor.

–Hey... sabes que puedes llamarme a la hora que sea, soy capas de responderte el teléfono aunque esté arriba del escenario.

Me reí y negué con la cabeza.–Te amo.

–Adiós mi principe, ¿Me vas a extrañar?– cargo a Matías, lo abrazo y lo lleno de besos. Mi pobre hijo no podía decir nada por que tenía un ataque de risas.

–Los amo, los veo pronto ok?– agarro su maleta y salió por la puerta, Matías y yo fuimos a despedirlo, ver como se subía a la camioneta y nos decía adiós me estrujaba el corazón.

Mi pequeño aún no entendía que no vería a su papá por un largo tiempo.

Tenía que tratar de mantenerme ocupada, hacer ejercicio, leer, retomar lo de mi empresa... lo que nunca había querido y tengo que aceptar... Me volví totalmente dependiente de un hombre.

Pasaron algunos días, anthony me llamaba al despertarse, algunas veces comíamos juntos por videollamada, nos manteníamos en contacto todo el tiempo pero aún así me hacía mucha falta.  Matty se había ido unos días con la familia de anthony, así que tenía tiempo de sobra.

Mi celular timbro, era un numero que no conocía así que decidí no responder pero insistieron varias veces. Me colmaron la paciencia y decidí responder.

–Alo?

–Hija... soy tu padre por favor, te lo ruego no me cuelgues.

–¿Que quieres?

–Tu mamá hija...– mi papá estaba llorando.

–¿Que paso?– me alarme enseguida, a pesar de todo seguía siendo mi madre.

–No resistió... mi niña tu mamá ya no está...

–¿Que?– sin pensarlo las lágrimas empezaron a salir solas.

–Nos dejó...– soltó el llanto y fue cuando entendí todo.

Colgué la llamada y comencé a llorar. A llorar como nunca en mi vida, estaba sola y no tenía a nadie que me abrazara en este momento tan doloroso. Ella me busco y yo le di la espalda. No supe aprovechar el tiempo por mis estupidos rencores y ahora... ya no está.  Sentía como mi pecho se oprimía y la respiración me faltaba, podía escuchar los latidos de mi corazón y como bombeaba mi cabeza.

En cualquier momento me iba a desmayar.

Tome mi celular y le marqué a anthony, enseguida me respondió.

–¿Que pasa mi amor? ¿Debora? ¿Estas bien? ¿Que pasa?– me pregunto al escucharme llorar desconsolada.

–Mi mamá... – seguía llorando mientras me deslicé por la pared para sentarme en el piso sin parar de llorar.

–Me asustas Deb, dime que pasa.

–Mi mamá... anthony mi mama se fue... no aproveche el tiempo y ahora ya no está... no pude decirle que la perdonaba... yo...– el llanto no me dejaba hablar.

–Dios mío– anthony se pasó las manos por su cabello con desesperación.–No puedo ir a buscarte ahora mi amor, quiero abrazarte fuerte y decirte que todo estará bien– sus palabras solo me hacían llorar mas.– Te mando a buscar y ven conmigo, no quiero que estes sola.

Le colgué y seguí llorando, no podía hablar. Sentía muchas emociones encontradas... dolor, tristeza, culpa... jamas volvería a verla, jamás volvería a abrazarme.

Mi celular timbro miles de veces pero no lo atendí. No sabía que hacer... ¿Debería buscar a mi papá e ir con ellos? Seguramente me reprocharan que les di la espalda cuando me pidieron ayuda. La dejé morir... pude ayudarla y no hice nada.

No se cuantas horas habían pasado, perdí la noción del tiempo, la batería de mi celular se había agotado. Sentía los ojos hinchados y tenía un dolor de cabeza horrible de tanto llorar.

–Deb... – era mi cuñada, la hermana de anthony. Se sentó a mi lado y me abrazo.–Lo siento mucho Deb– volví a soltar el llanto al sentir como me abrazaba.–Llora mi niña, llora, desahógate– me acariciaba el cabello con ternura.–No esta mi hermano pero estamos nosotros para apoyarte.

–Gracias– fue lo único que pude decir cuando me tranquilice.

–¿Quieres comer algo? ¿Dime que necesitas Deb?

–¿Mi hijo?– se suponía que estaba con ella y ella está acá.

–En la casa, está bien. Con sus primos y con mi mamá. Puedes estar tranquila.

–Gracias por venir, lo valoro mucho– sone mi nariz y limpie mis lagrimas.

–Necesitas dormir un poco– me acercó una pastilla y un vaso con agua– es para la cabeza, tómalo y descansa un poco– acepte la pastilla y me la tome. No era para la cabeza, era un calmante y enseguida me quede dormida.

Por la mañana me desperté, sentía los ojos cansados, hinchados y me ardían un poco. La cabeza me bombeaba y la luz que se colaba por la ventana me lastimaba la vista. De un momento a otro recordé lo que había pasado y las lágrimas volvieron a salir. Me sentía tan vulnerable, tan herida y desprotegida...

Sentí como unos fuertes brazos me envolvían y me unían a su cuerpo.

–Ya mami, ya estoy aquí mi amor– me abrazo tan fuerte. Tenerlo a mi lado me daba mucha paz. –Llora, lo que tengas que llorar, ya estoy aquí.

Después de un rato de quedarme seca de tanto llorar, anthony me obligó a desayunar. Platicamos un rato de lo que debía hacer. Me animo a buscar a mi papá, quería despedirme de mi mamá... pero lo tendría que hacer sola, anthony tenía compromisos a y debía volver.

Tenía que buscar la fortaleza para afrontar a mi padre.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora