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–Quiero hacerte el Amor– me susurro Anthony al oído.

–Y yo quiero la cura para el cancer– le dije separándome de él.

–Después de esto ¿Vas a poner una barrera entre nosotros?– pregunto herido.

–Anthony... aunque sintamos lo que sintamos las cosas no son fáciles.

–¿Por que?

–Estoy casada, tengo una familia. Supongo que tú igual...

–¿Tienes idea de lo mucho que me lamento el haberte dejado ir? Te fuiste para que yo "fuera feliz" que tuviera una familia pero sabes que?

–¿Que?

–Soy un hombre infeliz. No amo a la mujer que tengo a mi lado. ¿Sabes lo triste que era tener sexo con ella imaginándome que eras tú?

El simple hecho de imaginármelos me hizo enfurecer.

–No quiero escuchar eso– le dije para que se callara.

–Mi vida cambio cuando mi hijo nació, es mi adoración, La Luz de mi vida... pero a ella no la amo, no eres tú... cada mañana anhelaba verte con tu cabello alborotado al despertar, escuchar tu risa escandalosa y tus chistes malos... tu arrogancia al caminar y sarcasmo al decirme las cosas que no te agradan.

Siempre tenía algo que decir, pero ahora? El silencio reinaba en mi.

–Quiero preguntarte algo ¿Puedo?

–Si.

–¿Tuvimos una hija?

–Si.

–¿Que pasó con ella?

–Murió en el parto– dije aparentando seguridad.

–Me estas mintiendo– dijo apuntándome con el dedo.

Si esta buscando que le diga que Matías es tu hijo, esta muy equivocado.

Me levante del sillón y me acerqué a él, pase mis manos por su nuca y lo besé, lento, disfrutando de sus carnosos labios rosados, no era como que estuviera sacrificándome mucho para evadir el tema, pero era mi única opción.

Anthony rodeó mi cintura con sus manos, poco a poco deslizó sus manos hasta posarlas en mi trasero y me levanto para que enredara mis piernas en su cintura. Camino hasta su cama sin dejarme de besar, cuando llego a la cama me tiro con brusquedad sobre ella. Él estaba observándome desde el pie de la cama mientras se quitaba la camisa.

Como un tigre hambriento por su presa se subió encima de mí y comenzó a desabrochar los botones de mi blusa.

–No necesitas persuadirme con sexo... sabes que te deseo y no voy a parar pero tampoco voy a parar de preguntar.

–No te voy a decir lo que quieres escuchar.

–¿Que es lo que según tu, yo quiero escuchar? – dijo besando mi cuello.

–No vayas a dejarme marcas por favor.

—¿Por que no?– dijo antes de hacerme un chupeton él muy hijo de Puta.

–Anthony– le dije molesta tratando de quitándomelo de encima pero me tomo las manos y las puso encima de mi cabeza.

–Eres Mía y él debe saberlo– dijo antes de darme un beso que me dejo sin aliento.–Siempre has sido Mía Deb, Mía –dijo haciendo un camino de besos desde el cuello hasta mi abdomen.

Quería hacerlo, quería acostarme con Anthony pero mi mente y mis principios de esposa perfecta estaban tormentandome.

–Deja de pensar tanto, solo disfruta– dijo tirando hacia abajo mi pantalón.–Concéntrate en mi, en mis caricias– dijo rozando con sus labios mis piernas desnudas.

Me tocó y me beso cada centímetro del cuerpo, me hizo olvidar por unos momentos que tenía un hombre esperándome en casa, me perdí en sus brazos, en sus besos y su caricias, recordé lo bien que me sentía a su lado, lo mucho que disfrutaba con él y lo mucho que lo amaba. Sus gruñidos y bufidos en mi oído me hacían delirar, me hacía volverme loca de placer con cada embestida que me daba. Solo él me hacía temblar de esta manera.

–¿Estas bien?– me pregunto después de un poderoso multiorgasmo.

Asentí y me dio un beso en la frente.

–¿Ya corroboraste que soy el hombre de tu vida?– pregunto sonriendo.

–Eres un payaso sabías?– le devolví la sonrisa.

–Dime la verdad... no importa que hieras mi orgullo de hombre... ¿Tu marido te hace gozar tanto como yo?

–Que te interesa– dije riéndome.

–Solo es curiosidad.

–Si, en la intimidad es muy perverso.– dije para hacerlo enojar.

–¿Te amarra y te pega o que?– pregunto tensándose.

–No– me reí.–Es muy creativo... Se le ocurren unas cosas que uffff...

–Tienes razón no me interesa, Ya no quiero saber– Se volteo indignado dándome la espalda.

Me empecé a reír como loca. ¿Estaba celoso?

–Un día llego y me propuso que...

–Ya shhht, no quiero saber– dijo tapándome la boca.

–Eres tan infantil Anthony– me estaba muriendo de la risa.

–Ya, ya, déjame dormir– dijo aún dándome la espalda.

Me acerqué y comencé a darle besos y acariciar su espalda, sentí como sus músculos se tensaban al sentirme, amaba tanto su piel, su color, su textura...

Ilusamente pensé que quizá me daría otra dosis de placer pero Él muy idiota empezó a roncar, realmente se había quedado dormido y fue entonces que me puse a reflexionar la idiotez que había hecho. Había traicionado la confianza de mi esposo, le había puesto los cuernos con mi ex.  Me levante y busque mi ropa la cual estaba tirada por toda la habitación. Corrí al baño, me limpié con toallas húmedas y me cambié. De seguro apesto a sexo.

Cuando salí del baño Anthony estaba despertando. Estaba tallándose los ojos y bostezando.

–¿A donde vas?– pregunto.

–A mi casa.

–Me debes una charla– dijo sentándose.

–Quizás si no te hubieras quedado dormido, la hubiéramos tenido– dije molesta.

–Quizá si no me hubieras acariciado la espalda y no me hubieras dado la tranquilidad que hace años no tenía, no me hubiera quedado dormido.

–Como sea, ya me voy.

–¿No vas a darme ni un besito?– dijo parando los labios.

Estúpidamente me acerqué para darle el beso que me estaba pidiendo pero él muy cabron me abrazo y me tiro de nuevo a la cama sin dejar de besarme.

–No voy a dejarte ir a ningún lado mi amor– dijo sonriendo.

–suéltame, Tengo que ir a recoger a mi hijo– dije tratando de levantarme.

–Nuestro hijo– dijo y yo me quede paralizada.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora