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Narra Anthony.

Debora siempre me decía "Te amo" no un simple te quiero y eso me dejo un poco descolocado.

–¿Que pasa?– me pregunto.

–Nada– le sonreí y le di un beso en la frente. No iba a decirle "esperaba más de ti" ni tampoco podía ponerme de intenso a preguntarle que iba a pasar entre nosotros y que era lo que aún sentía por mi.

Al día siguiente la dieron de alta, le dieron indicaciones precisas para mejorar su salud y su estado físico. Ni siquiera le pregunte que era lo que quería hacer, no iba a dejarla sola aunque pusiera resistencia y se molestara conmigo. Ella vendría conmigo si o si.

–No traigo ni maletas Anthony– dijo Debora molesta cuando la subí a la fuerza a mi avión privado.

–¿Crees que eso es un impedimento para mi?– dije arqueando una ceja.

–Que tú seas millonario, no significa que yo también lo sea– cruzó sus brazos y frunció la frente, parecía una niña chiquita haciéndome un berrinche.

–Alaric te dejo buena herencia... ademas mientras yo viva nada va a faltarte– la abrace y le di un beso en el cuello, se retorció un poco y se soltó de mi abrazo.

Aunque su boca no me lo decía, yo sentía que ponía cierta distancia entre nosotros.

Cuando llegamos a la isla, una camioneta nos estaba esperando para llevarnos a la villa donde estaba hospedado. Apenas entramos al lugar Matías corrió a abrazar a su mamá.

–Te extrañe muto mami– la sonrisa de Debora era tan genuina cuando estaba con Matías, verlos juntos me llenaba el corazón de amor.

–Yo a ti mi amor, mucho– dijo Deb abrazando a Matías.

–¿Y para papá no hay nada?– aparente estar molesto. Mi hijo sonrió y corrió a abrazarme.

Como en todos los niños el encanto duro muy poco, ya que prefirió irse a jugar con tío a la pelota.

–Ven– tome de la mano a Debora y la lleve a una de las habitaciones de la casa. Ella me siguió sin preguntar nada.

Cuando entramos a la habitación Debora se quedó maravillada por en ciento de cosas que había para ella. Vestidos, blusas, falsas, pantalones, zapatos, etc.

–No era necesario– me miró apenada.

–Por mi podrías andar desnuda todo los días pero creo que tú te negarías– encogí los hombros y le sonreí.

–No es una buena opción, menos ahora que perdí tanto peso y tengo la piel pegada a los huesos. Parezco perro abandonado– dijo molesta por su figura.

–No digas eso, Sigues siendo hermosa además con lo mucho que me gusta comer te vas a recuperar pronto– le di un beso en la mejilla y la incite a que viera la ropa.

–Yo voy a pagarte cada prenda– dijo mientras elegía algunos vestidos.

–Tu no vas a pagarme nada y si vas a pagarme no va a ser con dinero– sonreí coquetamente mientras la observada desde un sillón.

–No tienes remedio.–Sonrió y negó con la cabeza.– Es solo que... Anthony tú no tienes ninguna obligación conmigo...

–Lo hago por que me nace, no por obligación. Quiero que estes bien y si eso implica comprarte una casa en el polo norte lo voy a hacer.

–Quiero una lujosa mansión en Miami– levantó una ceja y siguió en lo suyo.

Debora era una mujer interesante, derrochaba elegancia y porte cuando caminaba pero no era despectiva o egocéntrica, era educada, trataba a todos por igual sin importar jerarquías y eso era una de las cosas que me gustaba de ella.

Ese mismo día yo tenía una presentación, le pedí que me acompañara pero se negó. Cuando volví la encontré totalmente dormida mientras abrazaba a Matías, no quise despertarlos y fui a mi habitación.

Al día siguiente me despertaron unas risas, yo solía levantarme temprano, correr un poco pero hoy me excedí, quizá por que tenía varías noches que no dormía bien. Me levante y me asome por la ventana de donde provenían las risas. Era Debora y Matías que estaban jugando metidos en la alberca. Tome mi bañador y decidí hacerles compañía.

–Buenos días— me dijo Deb sonriendo.

–Buenos días– sonreí y me tiré a la alberca. Me acerqué a ellos, le di un beso en la mejilla a Debora y tome a Matías para jugar con él.

Adoraba escucharlo reír.

Después de un rato salimos de la alberca directo a desayunar. Tenía un hambre del demonio.

–Anthony, caroline no deja de llam... pensé que estabas solo– dijo nene apenado por que sabe que acaba de meter la pata.

Debora solo arqueó una ceja y siguió comiendo.

Nene entendió con mi mirada que lo quería fue de mi vista.

–¿Quien es caroline?– preguntó Deb sin dirigirme la mirada.

–Una vieja amiga, nadie importante.

–Si estás viendo a alguien más sabes que no hay problema, entre tú y yo ya no hay nada– estaba cortando sus alimentos y lo que realmente estaba partiendo era mi corazón.

Sinceramente no supe que responderle, me limpié la boca y me levante de la mesa. Se me había ido el apetito y las ganas de estar con ella. Si continuaba ahí iba a decirle cosas de las cuales iba a arrepentirme después.

Pase todo el día encerrado en mi habitación, incluso comí solo, mi única compañía era mi guitarra. Comencé a sacar a algunas melodías y deje la musa fluir. Me sentía enojado, frustrado... entendía por todo lo que ella había pasado y debía darle tiempo pero tenía que ser así de cruel conmigo?

¿Será que de verdad ya no me ama y me quiere fuera de su vida? ¿Que sentiría si me viera con una mujer como caroline? ¿Sentiría celos?

Tome mi celular y analice todos los panoramas posibles... Espero no equivocarme con lo que voy a hacer.

–Alo ¿Caroline?

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora