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–¿De cuando acá las inyecciones se disfrutan tanto?–pregunte riéndome mientras acariciaba el pecho de mi amado.

–¿Lo disfrutaste?– tomo mi mano y la entrelazó con la suya.

–Siempre disfrutó estando contigo, así sea verte dormir lo disfruto.

–Loca, ¿por que me observas dormido?– se rio.

–Por que te amo y me pareces el tipo más lindo de todos– enserio seguía enamorada de él como desde el principio.

–Ay aha... y el rubio ese con el que fantaseas?– me torció los ojos.

–No estoy ciega, él está muy bueno pero tú... a ti amo, me desvivo por ti, no te das cuenta? Parezco tu fan.

–Ni siquiera te sabes mis canciones.

–Lo haré dame tiempo– le sonreí.–¿Sabes de que tengo ganas?– me puse pensativa.

–Que Debora, de que tienes ganas?– fingió fastidio.

–De ir a bailar y beber hasta perder el juicio.

–¿Como cuando te fuiste con tu amigo el pájaro y me dejaste botado?

Solté la carcajada.

–Anthony... –No podía dejar de reírme.–Tú me dejaste ahí y...

–Ya no quiero escucharte por que me acuerdo y me vuelvo a enojar.

–¿Te ves muy sexy enojado, lo sabías?– me mordí el labio inferior.

Este hombre era todo un enigma un día era un descarado sexoso y al otro se le ponían las mejillas rojas cuando le hacía un cumplido.

Nos quedamos callados, solo podía escuchar el latido de su corazón y su respiración.

–Deb...

–Que Anthony que...– le respondí como él lo hizo hace unos momentos pero ahora estaba serio.

–Tengo que decirte algo...– levante mi vista y él estaba observándome.

–¿Que pasa? ¿Me pusiste los cuernos mientras estuve presa?– me reí por que gracias a Dios solo fueron unas horas.

–¿Que? No...– sonrió pero volvió a poner su cara seria.

–¿Entonces?

–Voy a ausentarme unas semanas... es por trabajo.

–¿A donde vas? – pensar en separarme de él me daba miedo. Me senté en la cama para poder verlo mejor.

–A Republica...

Él sabía que yo no quería que regresara ahí, mucho menos solo. Ahí es donde está la arpia esa pelos de elote.

–Ah...– fue lo único que respondí.

–Voy a grabar unos temas...

–Está bien– estaba tratando de disimular mi disgusto.

–Solo son dos semanas– podía notar que estaba un poco angustiado por mi reacción.– o menos...

¿Por que no nos lleva con él como siempre lo hace?

No seas tóxica Debora.

–Está bien ya te lo dije. Es tu trabajo, lo entiendo.

–No te voy a fallar si es lo que te preocupa– puso mano en mi mejilla.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora