Narra debora.
Estaba parada abrazándome a mi misma mientras mi mirada se perdía a través del cristal de mi oficina, era un día gris y lluvioso, las pequeñas gotas de agua caían con insistencia sobre los autos que desde mi oficina se veían diminutos.
Siempre me habían gustado observar y escuchar la lluvia, me hacía sentir tranquila pero hoy despertaba en mi una profunda tristeza y melancolía.
Todo iba mal... Mi último desfile había sido un fracaso, mi esposo me engañaba y a eso agregándole la presencia de Anthony en mi oficina que me había vuelto a descolocar por completo. ¿Por que no podía superarlo y dejarlo en el pasado? ¿Por que no podía sacarlo de mi vida y dejar de amarlo?
Anthony era un huracán que llegaba y arrasaba con todo sin importarle nada.
Venía, ponía mi mundo de cabeza, me ofrecía el mundo, me baja la luna, las estrellas y de un momento a otro me lanzaba a la oscuridad pero ¿que podía esperar de un hombre como él? Un hombre que no era leal con su pareja, un hombre que sin importarle le quitó la novia a su mejor amigo pero al final de cuentas él y yo éramos la misma mierda. Y Yo tan estupida dejando ir a los hombres buenos, a los que realmente valen la pena por estar detrás de Anthony que lo único que ha hecho es jugar conmigo.
–¿Estas bien?– dijo mi jefe entrando a mi oficina.
–No se como responder tu pregunta– dije frotando mis brazos.
–¿Necesitas hablar?– dijo acercándose a mi.
–Me siento pérdida– dije con la voz quebrada.
Mi guapísimo jefe me abrazo y yo no pude resistirme más y me solté a llorar.
–Todo está mal. Mi trabajo, mi familia...– dije sollozando sobre su carísimo traje.
–Tranquila. Por tu trabajo no debes preocuparte, mientras yo esté a cargo, tu puesto esta seguro– dijo tratando de tranquilizarme mientras pasaba su mano por mi cabello.– Y sobre tu familia... tienes un hermoso hijo que es lo único que debe importarte– dijo tomando mi rostro entre sus manos.
–Es que Alaric y Anthony...– dije llorando como niña chiquita.
–Deja de martirizarte debora. Que si tú hiciste, que si este hizo aquello... Solo son acciones y consecuencias. Deja de pensar que es el karma o esas cosas en las que crees. Valórate y aprende a tomar mejores decisiones. Eres una mujer increíble.
Me quede observándolo sin decirle nada de un momento a otro las lágrimas pararon, su mirada estaba clavada en la Mia. Él tenía razón.
Sin darme cuenta, de un Segundo a otro sus labios estaban pegados a los míos y de un leve empujón lo separe de mi.
–Discúlpame– dijo antes de salir de mi oficina sin que yo pudiera decirle algo.
Me tape el rostro frustrada. No podía darme el lujo de involucrarme con otro hombre mientras que mi vida amorosa es un caos.
Mi hora de salida estaba cerca, tome mi bolso y decidí irme a casa. Solo quería abrazar a mi hijo y olvidarme del mundo.
Cuando salí del edificio milagrosamente había dejado de llover, gire para ir al estacionamiento, me pare de golpe cuando mi estupido corazón traicionero se aceleró al ver a Anthony recargado en su lujoso y ostentoso auto.
–Deb– dijo al ver que mi intención era ignorarlo.
–¿Que quieres Anthony?– se veía mal. Ojeroso, pálido, con la barba crecida y desalineada, incluso más delgado.
–¿Estabas llorando?– dijo al ver mis ojos hinchados, intento tocar mi rostro pero lo esquivé.
–No... Se me metió un "mi vida es una mierda" en el ojo. Es todo– dije cruzando los brazos y él agachó la mirada.
–Podemos hablar– dijo guardando sus manos en los bolsillos del pantalón.
–¿Que estamos haciendo? Que yo sepa aún no sabemos lenguaje a señas.
Se rió tímidamente sin dejar de ver el suelo.
–¿Podemos hablar en el departamento?
Ir con él al departamento era como meterme a la cueva del lobo.
–Mira Anthony... tú y yo no tenemos nada que hablar. Lo nuestro ya fue, tuvo su momento, no funcionó y ya dejemos todo por la paz.
–Te necesito...– dijo en un susurro.
Ahora si me necesitas hijo de p... que culpa tiene su santa madre.
Lo peor era que mi instinto protector salía a La Luz. No soportaba verlo así, me dolía verlo así. Sabía que estaba mal.
–Si te sirve de consuelo también mi vida es una mierda– dijo haciendo una mueca.
–Pues es que eres como las palomas...
–¿como?– pregunto confundido.
–Te la pasas cagandola– Anthony soltó una carcajada de esas que hacían mi corazón acelerarse, después de eso un silencio incómodo se adueñó de la situación.
Vi como Anthony perdió el equilibrio, cerró los ojos y se recargó en el carro.
–¿Estas bien?– pregunte preocupada.
–Solo un pequeño mareo.
–Debes ir al doctor, no es normal Anthony.
–Es solo cansancio.
–Dame las llaves y sube al carro– le ordene. Por más que lo odiará no iba a dejarlo irse solo. A pesar de todo me moriría si le pasa algo.
–¿Vas a llevarme con tu marido?– pregunto con ironía.
–No estoy para juegos. Sube al auto.
Como un niño chiquito cuando lo regaña su mamá, me dio las llaves y se sentó en el asiento del copiloto.
–¿A donde te llevo?– pregunte poniéndome el cinturón de seguridad.
–Al departamento...Estoy viviendo ahí.
Su confesión me tomó por sorpresa pero necesitaba hacerle creer que no me interesaba en absoluto. ¿Por que me lo decía? ¿Por fin dejó a su bruja?
Maneje rumbo al departamento. Quise dejarlo en él estacionamiento pero no me lo permitió. Prácticamente me rogó para que "hablaramos" , soy tan débil y estupida que acepte.
–Anthony por dios– dije tapándome la nariz al abrir la puerta, apestaba a alcohol, había cajas de comida por todos lados, este lugar olía a depresión.
–Discúlpame, yo...– dijo pasándose las manos por la cabeza.
–¿Has estado bebiendo?– pregunte levantando una botella vacía. ¿Estaba así por que dejó a la bruja? No pude evitar llenarme de rabia y de dolor. Nunca se puso a Si por mi.
Como siempre soy yo su premio de consolación. SOY UNA ESTUPIDA.

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Clandestino / Romeo Santos
Roman d'amourDespués de conocerse casualmente en una tienda, Debora y Anthony se reencuentran pero su relación se vuelve imposible por miedo a lastimar a los que los rodean.